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30/03/2009

¿El fin de los prostíbulos fiscales?

Emir Sader

Son comparables a los prostíbulos en aquellas ciudades del interior: indispensables para que los casamientos pudiesen ser eternos, indecentes para mantener la moral vigente. Es así que funcionan los llamados “paraísos fiscales”, según la definición eufemística de la OCDE: impuestos insignificantes o inexistentes, ausencia de transparencia en materia fiscal, refugio fácil de empresas fantasmas que tienen actividades locales ficticias. Los recursos depositados en ellos son calculados en 10 billones de dólares, en 4 mil bancos y 2 millones de sociedades naranjas*.

El G 20 dice que va a discutir el tema, tomando medidas contra los paraísos fiscales. No se trata de un súbito ataque de moralidad, sino de la necesidad de conseguir el regreso de capitales hacia la economía formal.

No será fácil. Suiza, por ejemplo, defiende con uñas y dientes una de las mayores fuentes de atracción de capitales ilegales en el mundo. Un tercio de las fortunas mundiales individuales son captadas por los bancos suizos, con la promesa del manto del secreto bancario. Un ministro de economía de Suiza llegó a declarar que el secreto bancario forma parte de la identidad nacional y por eso no podría ser tocado. Por ese motivo, “El secreto bancario es innegociable”, dijo el ministro de las finanzas suizo.

Una de las tantas dificultades para que el G 20 tome medidas contra los paraísos fiscales, que superen la simple retórica, es que las grandes empresas son las primeras en apelar a la evasión fiscal sistemática. Los paraísos fiscales no son frecuentados solo por firmas exóticas para hacer pequeños negocios ocultos. Los paraísos fiscales son destinados antes que nada a las grandes multinacionales. “Los bancos van a buscar en los territorios offshore una clientela que no existe en otros lugares”, dice el diario francés Libération. “Las empresas industriales son atraídas por una fiscalización laxa”.

A partir del momento en que los bancos trabajan con fortunas, éstos alegan que no pueden dejar de trabajar en esos territorios. El banco suizo BNP Paribas afirma, en sus publicidades: “Suiza, su sistema jurídico incuestionable y su secreto bancario, inscrito en la ley, garantizan a la clientela privada el respeto a los derechos individuales dando una dimensión legal a la confidencialidad tradicional de los bancos suizos.” Todo para confirmar el titulo del famoso libró de Jean Ziegler: “Suiza lava más blanco”.

Un de los mayores bancos brasileros pagó publicidad de apertura de la revista británica The Economist, la de mayor influencia en el mundo, anunciando en el pié de página que, entre otras localidades, tiene sede en un famoso paraíso fiscal. ¿Que sistema económico es ese que necesita prostíbulos, de lugares recónditos, por donde pasa gran parte del dinero producido por el comercio de drogas, de armamentos clandestinos que, fabricados por empresas de las grandes potencias mundiales, aquellas que dominan el Consejo de Seguridad, supuestamente preocupado de velar por la paz mundial, producen la gran mayoría de las armas que alimentan los conflictos que ellos deberían combatir?

La propia impotencia en combatir los paraísos fiscales, situados algunos de ellos en el propio corazón de Europa occidental, demuestra como estos son funcionales al capitalismo. Un capitalismo que abriga en su seno negocios ocultos, pero esenciales para su proceso de reproducción.

* Se dice de las empresas que ejecutan o elaboran artificios fraudulentos para evadir impuestos y estafar al fisco.
Rebelion - 30.03.09

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