Paco Puche
Pero en este creciente auge del simulacro sobre lo real, fundamental para las nuevas formas de ejercer y legitimar el poder, juega un papel clave la industria de la comunicación, Public Relations… Una actividad que se especializa en la “ingeniería del consenso” como forma de ampliar mercados y crear un clima político-social propicio a la expansión de las grandes empresas, al tiempo que se ayuda también a desactivar y vencer las resistencias. Una actividad de promover el Bussines as Usual muy amplia que va desde el fomento del patrocinio, la filantropía corporativa, la promoción de grandes eventos y la proyección de marcas hasta la llamada responsabilidad social y ambiental corporativa. [i]
Ramón Fernández Durán
El texto de Fernández Durán, que abre este artículo, nos da las claves para situar cómo opera el poder de las grandes empresas en la actualidad con vistas a hacer, a la vez, más negocios y de camino eliminar las resistencias. Están intentando la cuadratura del círculo: ser, simultáneamente, saqueadoras y benefactores de sus damnificados.
En la actualidad, el capitalismo que se precie necesita de muchas “relaciones públicas”, de abrir nuevos mercados de la mano de asociaciones locales que le hagan propicia su entrada, desactivar las resistencias de los damnificados y activistas anticapitalistas, desprestigiar al Estado (no anularlo, pues ha de salvarlo de las crisis y mantener “la chusma a raya”, como diría Chomsky), legitimar a las grandes empresas y a los ricos con sus obras filantrópicas… y seguir con los negocios como es habitual, es decir intentando las máximas ganancias y convirtiendo todo en economía de mercado, incluidos los bienes públicos y los comunes. Privatizar a marchas forzadas.
El caso de la Fundación Ashoka (como el de su homóloga Avina [ii] ) nos servirá de ejemplo para ratificar la tesis de Ramón Fernández Durán. Y vamos a seguir un procedimiento que, principalmente, va a consistir a dejar “hablar” a la propia entidad filantrópica de sí misma.
Qué pretende Ashoka
Se define como una fundación sin ánimo de lucro, fundada en 1981, cuya misión consiste en “dar a conocer la profesión de empresario social (…) que es la de aquella persona que utiliza todas sus habilidades para producir un cambio social". Su visión y estrategia se sostiene sobre tres columnas, según podemos leer en el hipervínculo anterior: “1) Ashoka invierte en sus empresarios sociales o fellows, financiera y profesionalmente, para ayudarles a que sus ideas cristalicen en un cambio social tangible y alcanzable en campos como la educación, el medio ambiente, la salud, los derechos humanos, el desarrollo económico y la participación ciudadana. 2) Ashoka promueve el empresariado grupal, o agrupaciones de empresarios que trabajan en áreas similares y que se enfrentan a retos parecidos. 3) Ashoka trabaja para desarrollar, en las diferentes regiones donde actúa, programas innovadores capaces de crear y mejorar la arquitectura global del sector social”.
O de forma más sencilla, Ashoka trabaja en tres niveles. En primer lugar en el apoyo financiero y profesional al emprendedor social en todo su ciclo de vida. En segundo lugar para reunir a las comunidades de emprendedores sociales y difundir y potenciar sus efectos. Por último, ayudar a construir la infraestructura y los sistemas financieros necesarios para apoyar el crecimiento del sector ciudadano y facilitar la difusión de la innovación social a nivel mundial . El punto de partida es el de los individuos a los que selecciona y con los que establece un contrato de colaboración remunerado (“Ashoka no apoya proyectos sino a personas”). Aunque dice que no pacta con las organizaciones, sí que vincula a sus asociados a los proyectos organizativos por los que han sido seleccionados . Posteriormente establecen reuniones y redes entre los emprendedores (lo que llaman programa E2, de emprendedor a emprendedor) y trata de hacer “franquicias” con sus ideas por todo el mundo, en un ambiente y lenguaje empresarial. Para ello cuenta también con una red de emprendedores de negocios por todo el orbe que apoyan a la de emprendedores sociales. Según Bill Drayton, fundador y director ejecutivo de Ashoka, “la colaboración entre las empresas y los emprendedores sociales pueden crear y ampliar los mercados a una escala no vista desde la Revolución Industrial. Estos mercados alcanzarán a todos, pero especialmente a los 4 mil millones de personas que todavía no forman parte de la economía formal del mundo. (…) La colaboración entre empresas y organizaciones de la sociedad civil ha llegado a un punto de inflexión: se está convirtiendo en un procedimiento operativo estándar. De hecho, creemos que si usted no está pensando en esa colaboración pronto será culpable de una conducta estratégica incorrecta”. (Harvard Bussines Review, 2010) En la misma línea, María Calvo, directora de la entidad en España, dice que “Ashoka conecta a emprendedores sociales y empresarios para construir un ecosistema de iniciativas que respondan a las crecientes demandas sociales” [iii] . Bases ideológicas
Toda esta nueva retórica de emparentar a empresarios con activistas sociales está bien recogida en dos documentos ideológicos, de otras entidades, que perfilan este nuevo rol que se quiere asignar, desde el capitalismo, a ONG y movimientos sociales.
Uno es el titulado “Las ONG del siglo XXI. En el mercado por el cambio ”, aparecido en 2005, realizado entre otros por el Glogal Compat de NNUU, patrocinado por multinacionales y difundida en castellano por la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES) con la financiación de Avina. En él se concluye que las ONG “deben darse cuenta de que los mercados son fundamentales para su futuro. Los mercados se están convirtiéndose en canales legítimos para el cambio social”. Es el modelo en el que la economía monetaria rige la vida social y política y en el que la continuación del modelo empresarial, tal como es usual, es la única perspectiva de cambio. Implica que el capitalismo no tiene alternativa y que los negocios capitalistas (en la búsqueda del máximo beneficio) son la clave de la vida social. Es el paso de las sociedades con mercado a las sociedades de mercado.
El otro es el documento elaborado en 2007 por el World Resources Institute (WRI), con la colaboración del Banco Mundial, que se titula “Los siguientes 4 mil millones. Tamaño de mercado y estrategia de negocios en la base de la pirámide ”. Un documento con este nombre no podía dejar de ser patrocinado por las grandes transnacionales. En efecto, entre otras empresas, aparecen la Shell, Microsoft, Intel y Visa. Sus descubrimientos ya nos empiezan a sonar. Dicen: “Cuatro mil millones de personas de bajos ingresos, la mayor parte de la población del mundo, constituyen la base de la pirámide. Nuevas mediciones empíricas de su poder de compra agregado y su comportamiento como consumidores sugieren oportunidades significativas para satisfacer sus necesidades a través de estrategias de mercado, aumentar su productividad e ingresos y facilitar su entrada en la economía formal”.
Esta es la cantinela que se repite por doquier: “hacer negocio con los pobres ; los pobres son el negocio de los negocios” y por tanto “los ricos tienen el legítimo derecho a hacerse más ricos” de resultas de esta pretendida subida de la marea que va a elevar a todos, chicos y grandes. Estos documentos salieron antes de la gran crisis global en la que estamos y en la que lo único que se ha corroborado es que los ricos se están haciendo más ricos y los pobres más pobres.
Así pues, la retórica de Ashoka coincide a la perfección con la de los think tank del gran capital y, en general, de la economía neoliberal.
La retórica del cambio
Todo se encubre (función mistificadora y de lavado verde-social) en una retórica que bien vista está vacía de contenido.
El pasado enero y febrero , coincidiendo con el Foro Social Mundial en Madrid, aparecieron en algunas ciudades grandes carteles propagandísticos de la Fundación Ashoka. En él se podía leer como lema de la entidad aquello de que “todos podemos cambiar el mundo”. Es una retahíla que repiten continuamente en sus escritos. El libro “oficial” de la Fundación, escrito por David Bornstein (que forma parte de la directiva de una curiosa entidad derivada de Ashoka llamada “Atlas Service Corps”), tiene por título “Cómo cambiar el mundo” [iv]
ESA retórica prometeica está vacía de contenido. ¿Hacia dónde el cambio? ¿En qué dirección y en qué sentido? Si uno recuerda unas coordenadas cartesianas sabe que hay una dirección horizontal (abscisas) y otra vertical (ordenadas), y que a la derecha de las primeras es positivo y a la izquierda negativo, igual ocurre con las ordenadas, hacia arriba es positivo y negativo hacia abajo, todo relativo al punto de cruce u origen de coordenadas. Y entre esas cuatro direcciones y sentidos hay cuatro espacios intermedios en los que pueden discurrir las los puntos, las líneas o las superficies. Igual en el espacio tridimensional.
Y es que podemos cambiar a peor, a mucho peor. Como dice Wolin [v] : “El progreso representaba un cambio constructivo... pero a partir de la segunda mitad del siglo XIX el cambio se convirtió en una empresa privada, imposible de separar de la explotación y el oportunismo; éste implicaba una búsqueda incesante de todo cuanto pudiese explotarse, todo, desde la religión y la política hasta el bienestar humano... el cambio se convirtió rápidamente en estrategias premeditadas de maximizar beneficios”. Este parece el caso de Ashoka Podemos cambiar ‘lampedusianamente’: “es necesario que algo cambie para que todo siga igual”. Este tipo de cambio también se le puede aplicar a Ashoka: retórica biensonante y negocio inclusivo al canto. No hay alternativas.
Y se puede cambiar hacia otro mundo posible, anticapitalista y verdaderamente sustentable, lejos de la retórica empresarial y de mercado total. En dirección distinta a la de las filantrópicas del gran capital y con otro sentido.
Desde la geometría del cambio, Ashoka apuntaría al favorecimiento del Norte rico, mientras los movimientos sociales lo harían hacía el Sur empobrecido. E igualmente Ashoka se situaría en el eje vertical (socios-líderes carismáticos que mueven a las masas) y los movimientos antisistémicos se colocarían en el eje horizontal (de democracia asamblearia).
Ashoka, ¿filantrópica del gran capital?
Nacida en 1981, cuenta en la actualidad con unos dos mil quinientos socios emprendedores en cerca de 70 países, a los que ha financiado, al menos durante tres años, con un sueldo o estipendio mensual que puede alcanzar los 1.500 euros/mes. Por este renglón ha tenido que desembolsar alrededor de 135 millones de euros, en sus 29 años, a lo que habría que añadir el staff permanente y el asesoramiento que tienen por todo el mundo. Cantidades importantes para quién no tiene fuentes de financiación propias como Avina. Por eso se alían con grandes empresas para su financiación.
Una alianza estratégica esencial: con la Fundación Avina Desde que 1993 hacen esta alianza, comparten ideología - “Ashoka no tiene un coemprendedor o aliado más cercano y duradero que Avina ”, comenta su fundador Drayton-; comparten socios líderes; comparten personas en las direcciones internacionales, por ejemplo Anamaría Schindler ocupa a la vez la copresidencia de Ashoka y es miembro de la Junta directiva de Avina; han acordado “múltiples formas de colaboración local y global”, agendas compartidas y están juntas también en los llamados “negocios inclusivos”, en los que “las organizaciones de la sociedad civil colaboran con empresas para generar nuevos negocios rentables y con impacto social”. Avina ha financiado, hasta 2007, “a más de 400 emprendedores sociales que se han convertido en parte integral de la red de Ashoka”.
La Fundación Avina obtiene su fuente de financiación del patrimonio de Stephan Schmidheiny, un magnate suizo que ha hecho gran parte de su fortuna (una de las 354 más grandes del mundo) con el negocio del amianto. En 1985 la familia suiza Schmidheiny, aliada con la belga Emsens, dominaban el 25% de todo el amianto-cemento producido en el mundo Un cálculo fiable cifra en 10 millones [vi] de personas las que habrán muerto a causa del amianto, contando desde el principio del siglo XX hasta 2030. Por eso su responsabilidad respecto a muchas de esas muertes es más que moral. En estos momentos se celebra en Turín el macrojuicio denominado del “genocidio del amianto” en el que el citado magnate es demandado por cerca de 3000 personas, 2000 de ellas ya fallecidas, y se les piden indemnizaciones multimillonarias; además, el fiscal ha solicitado cerca de 13 años de cárcel para el máximo responsable, algo a lo que los grandes poderosos no están acostumbrados dada su habitual impunidad. Por eso, ahora, Avina está en semiletargo en España y Latinoamérica, pero no así Ashoka. En un trabajo reciente se ha denominado la “triple A” al consorcio Amianto-Avina-Ashoka, en el que se analizan sus concatenaciones y corresponsabilidades. Va a resultar difícil para las organizaciones que han cedido su imagen, a través de sus socios cooptados y financiados por estas filantrópicas, desprenderse en alguna medida del polvo mortal del amianto. Alianzas con grandes empresas multinacionales
Son significativas las que tiene Ashoka con tres grandes empresas que le sirven de apoyo: Mc Kinsey, la empresa líder mundial de consultoría de gestión, Hill&Knowlton, una de las principales empresas de relaciones públicas del mundo, y Latham y Watkins, con más de 2.000 abogados en 26 oficinas de todo el mundo. Como se ve por todo lo alto, lo que por sí solo justifica ese denominación de “filantrópica del gran capital”. Para buscar financiación y proyectos comunes, se alía con las grandes empresas y fundaciones del mundo: por ejemplo con la UBS (Unión de Bancos Suizos) para buscar y conceder premios a los visionarios, como les llama, que está dirigida básicamente a los miembros de su propia red de emprendedores sociales, y que trata, como dicen, de despegar hacia una senda de crecimiento de alto impacto. Se adivina, además, un intento de repescar a los emprendedores sociales becados que han terminado su contrato. Se alía a la multinacional petrolera ExxonMobile para conceder premios en concursos de ideas innovadoras. Esta es la empresa que ha causado el mayor derrame de petróleo en la historia en Alaska que según Greenpeace aún continúa contaminando seres vivos. Con Coca-Cola para buscar ideas innovadoras en las crisis del agua. Con la banca Goldman Sachs, uno de las entidades financieras más importantes del mundo, de la que obtienen financiación.
Dicen de sí mismos: “Entre nuestros aliados estratégicos se encuentran, Bill& Melinda Gates Foundation, Robert Wood Johnson Foundation, Habitat for Humanity, Knight Foundation, National Geographic, Hewlett Foundation, Nike, Citi, y Rockefeller Foundation”.
Alianza con la Fundación Bill y Melinda Gates y el programa AGRA
Esta alianza tiene especial importancia, pues se obtiene financiación para proyectos de desarrollo rural sostenible en África y la India.
El AGRA es la alianza entre la FAO y las Fundaciones Bill y Melinda Gates y Rockefeller para una nueva “revolución verde en África”. En ella no se habla de transgénicos, pero sí de introducir semillas de alta tecnología [vii] con sus patentes incorporadas, que sustituirán a las tradicionales. Monsanto, la multinacional que domina el 90% del mercado de las semillas transgénicas del mundo, y una parte importante de las otras semillas, presume de que se ha unido a la fundación Gates para desarrollar semillas tolerantes a las sequías. Las relaciones de ambas transnacionales son muy buenas; no en vano en 2006 el vicepresidente de la multinacional Monsanto se unió a la fundación Gates, y el pasado mes de agosto la citada fundación ha invertido 20 millones de dólares en la compra de 500.000 acciones de Monsanto. La alianza de 2009 entre Ashoka y la fundación Gates para África e India esta destinada a “elegir a más de 90 emprendedores sociales que difundirán prometedoras innovaciones para ayudar a salir de la pobreza a pequeños agricultores”. La Vía Campesina y la “filantropía” realmente existente El pasado 10 de septiembre, la Vía Campesina, entidad que coordina a más de 150 organizaciones miembros en 70 países de todo el mundo, emitió un comunicado de prensa en el que denuncia la compra de acciones de Monsanto por parte de la Fundación Bill y Melinda Gates. El comunicado afirma que “desde 2006 esta Fundación ha colaborado con la Fundación Rockefeller, entusiasta promotora de cultivos transgénicos para los pobres del mundo, para implementar la Alianza de una Revolución Verde en África (AGRA), la cual está abriendo el continente a la semilla transgénica y a sustancias químicas vendidas por Monsanto, Dupont y Syngenta (…) En Kenia alrededor del 70% de los recipientes de fondos de AGRA trabajan directamente con Monsanto y sobre 100 millones de dólares en donaciones se han dado a organizaciones kenianas conectadas a Monsanto”.
Como resultado “la Fundación Gates continúa endosando los productos de Monsanto a los pobres, a pesar de la creciente evidencia de los peligros ecológicos, económicos y físicos de los cultivos transgénicos”. Concluye el comunicado diciendo, en palabras de su coordinador general en Yakarta, Henry Saragih, que “la Vía Campesina condena este desvío de la ayuda humanitaria con fines comerciales y esta privatización de las políticas alimentarias”.
Una mirada dentro de la Fundación Ashoka
Su estructura de dirección se compone de un equipo de liderazgo y una junta directiva. En ambas domina la presencia del fundador Bill Drayton que, como otros directivos, procede de la consultora McKinsey & Co, una de las empresas aliadas de Ashoka. El fundador también es presidente de otra organización llamada Youth Venture, uno de cuyos miembros, Scout Beale, fundó en 2006 una ONG llamada Atlas Service Corps, dedicada a conceder becas a jóvenes para una estancia de tres años en EEUU y recibir formación en sectores no lucrativos.
Pues bien, en sus órganos directivos (junta de gobierno y consejo asesor) compuestos de 18 personas, cuatro pertenecen a Ashoka (incluido su fundador Drayton), tres trabajan, o lo han hecho, en el Departamento de Estado de EEUU, una en el Departamento de Defensa, una para las compañías de defensa, una para la banca J.P. Morgan, una en la OEA, una para la Dupont y otra ha trabajado en el Banco Mundial. Como se ve, unos currículos muy ligados a las grandes empresas y al gobierno de los Estado Unidos, país de origen de Ashoka.
Un superlíder de Ashoka: Hernando de Soto
Al igual que en Avina, que cuenta entre sus filas como socio-líder a Gustavo Grobocopatel, llamado en Argentina “el rey de la soja transgénica”, Ashoka cuenta en las suyas con este famoso economista neoliberal desde 2007.
Ha sido asesor del ex presidente peruano Fujimori, ha representado al Perú en las negociaciones del Tratado Libre Comercio (TCL) con EEUU y ha intervenido en los recientes acontecimientos Bagua (Perú), en la línea del presidente Alan García, recomendando la privatización de los bienes comunes de los indígenas. Su Fundación ha recibido de los gobiernos canarios y español, en los últimos años, una subvención de 700.000 euros para hacer un prediagnóstico de la situación de la economía informal de Senegal, Mali, Níger y Cabo Verde. Su filosofía es que los problemas del capitalismo se resuelven con más capitalismo y que hay que dividir los bienes comunes y colectivos y dar títulos de propiedad que puedan servir para entrar en la economía bancarizada. Es lo que llama “integrar a los parias en el capitalismo” y explica que “los pobres son pobres porque no tienen registro de propiedad”.
Los movimientos alternativos rechazan su presencia. En 2005, la Vía Campesina pidió la sustitución de De Soto en la Comisión sobre potenciación legal de los pobres que se iba a presentar en la ONU. Decían también que “nos oponemos a que las políticas e ideología de Hernando de Soto sean la base de la comisión”.
Ashoka ha cooptado a De Soto para su Academia Global, que es esa alta instancia de la fundación formada por unos cuantos líderes mundiales que proporcionan orientación conceptual y de representación para sus emprendedores sociales( esta institución incluye también al célebre banquero de los microcréditos Yunus y al fundador de Transparencia Internacional, Peter Eigen).
La importancia de la información y la imagen
En la entrevista realizada al periodista Gabriel Sánchez, aparecida recientemente en “redes cristianas” [viii] , el entrevistado argumenta a favor de la unión de todos los damnificados de la siguiente manera: “-En la Unión de Asambleas Ciudadanas (de Argentina) desarrollamos una actividad de relación lo más amplia posible. Con reservas, por supuesto. Hay ciertas ONG transnacionales con las que no aceptamos compartir, ni siquiera en eventos masivos, y que nos merecen el mayor de los cuidados.
-¿Por ejemplo?
-Por ejemplo Avina.
-¿Y por qué razones?
-Porque Avina viene desarrollando una actividad de concentración de la información que generan las personas más destacadas en estas luchas. Se preocupa por obtener contacto y lograr influencia sobre los líderes principales en este campo, a los que tratan de atraer de mil maneras, con una finalidad que no compartimos. Reúnen masas de información detallada y preciosa, de áreas, de sitios, de organizaciones, nombres de personas, en una tarea que se parece mucho a la de un servicio de inteligencia”.
Y disponen de esa información de una manera que escapa completamente a nuestro control y sin que quienes brindan la información tengan participación alguna en cuanto a decidir quién tiene acceso a ella o para qué es usada. Teniendo en cuenta que se trata de una organización transnacional, esto es doblemente inquietante. Por otro lado, lo que no es menos grave, la última versión de Avina viene adornada con la pertenencia a la misma de Grobocopatel, que es uno de sus flamantes socios. Entonces, ¿cómo vamos a poder pelear contra el glifosato, por ejemplo -que es un veneno reconocido- si pertenece a la organización el rey del glifosato y uno de sus mayores defensores?
Claramente es el mismo planteamiento que puede trasladarse al comportamiento de su fundación hermana Ashoka.
Como cuenta Bornstein en su libro sobre Ashoka (Ver nota 2) “una de las primeras preocupaciones (de Drayton y su equipo) era que una organización especializada en recopilar información sobre reformadores sociales despertaría sospechas de tener que ver con la CIA o el KGB (p.39)”. Sin comentarios.
Riguroso proceso de selección de “emprendedores”
Todo lo anterior tiene sentido porque la cooptación de emprendedores pasa por un riguroso filtro de selección que consta de cinco fases: 1. nominación, a través de una red extensa de “nominadores” que son como antenas de Ashoka: 2. presentación preliminar, en la que se le pide un resumen de su idea, que rellene un cuestionario y formalice su pretensión, y después se le hace una primera entrevista; 3. la evaluación de una segunda opinión en la que el candidato es sometido a una entrevista entre 3 y 7 horas; 4. panel de selección que es un equipo dirigido por un miembro de la junta directiva internacional, que somete al candidato a una entrevista de al menos una hora; 5. aprobación de la Junta Directiva Internacional, que revisa cuidadosamente el perfil de cada candidato.
Al menos en algunos casos en el proceso de selección, nos consta que los presentados han de autorizar formalmente “a utilizar mi nombre, fotos y contenido de mi presentación en materiales Ashoka y Changemakers, comunidad online de innovaciones sociales (… con ello) acuerdo que no voy a recibir una compensación monetaria (…) Fotos impresas y digitales no serán devueltas”, como cuentan ellos mismos.
Ashoka en España
En 2005 la organización mundial Ashoka lanza en España su programa de apoyo a emprendedores sociales.
Según su fundador, por el perfil de las personas que cooptan, su experiencia les dice que la posibilidad de encontrar a una persona de estas características es una de cada 10 millones. Por eso cada año en España han seleccionado una media de cinco personas, y por tanto en la actualidad han pasado o están en ello, treinta emprendedores sociales, que han recibido un sueldo mensual de unos 1.500 euros durante tres años, para que puedan liberarse de sus ocupaciones habituales y dedicar todo su tiempo a desarrollar su proyecto. Con este procedimiento no hay más de unas quince personas que simultáneamente reciban el estipendio. Como cada año los emprendedores sociales, en su calidad de “nominadores”, proponen, al menos, a tres personas como posibles socios de Ashoka. Como mínimo examinan a más de 50 líderes sociales, con ese perfil exigente que tienen establecido. Una fuente de información de primera calidad para una fundación extranjera que por sí sola no tendría nada que hacer a este respecto.
Operan a la manera del sistema endocrino cuando una hormona auténtica ha sido sustituida por una intrusa y sigue necesitando un receptor particular con el que acoplarse para ejercer su función. Como “hormona social” impostora, busca receptores locales en los movimientos sociales, a los que llama líderes-socios o emprendedores sociales y que sigilosa e inevitablemente, produce los consabidos trastornos de confusión, división y anestesiamiento de los mismos.
Se registró en España el 25 de octubre de 2003, como se puede ver el BOE
correspondiente. Se inscribe como fundación cívica. Los patronos son: Carlos Muñana, que es un especialista en inversiones internacionales y ha pasado la mayor parte de su carrera como director-gerente de la banca J.P. Morgan en América Latina; Oliver Kayser, que es vicepresidente de Ashoka y ha trabajado mucho tiempo como director de la McKinsey&Co; la tercera es Valeria Budinich, vicepresidenta de Ashoka. María Zapata, la secretaria de la fundación, ha trabajado para la General Electric unos ocho años. Se repite la pauta de que los personajes con más poder dentro de la fundación están, o han estado, vinculados a grandes empresas trasnacionales. Es el caso de Avina que, por ejemplo, el segundo de Schmidheiny, Brizio Biondi-Morra, fue gerente de la Du Pont para Europa. Es el gran capital claramente el que organiza y suministra las ideas a estas fundaciones.
En España han penetrado en diversos sectores de la sociedad, pero lo preocupante para los movimientos alternativos (como asociaciones en defensa del agua, plataformas para el desarrollo rural, banca ética, etc.) es que han penetrado también en ellos, bien Ashoka o bien Avina, que viene a ser lo mismo.
Aviso a los movimientos sociales
La cuestión que se plantea a los movimientos sociales alternativos es que algunos de sus líderes se están dejando cooptar con cierta facilidad. En poco tiempo, menos de diez años, Avina y Ashoka han penetrado en movimientos alternativos de agua, rurales, ecologistas, de derechos humanos, banca ética, etc. Y aunque unos y otros sostengan el carácter individual de sus compromisos, el hecho es que las organizaciones por las que les han financiado han quedado afectadas por estas fundaciones. No en vano siempre que aparece un socio-líder o un emprendedor social aliado a estas fundaciones, aparece el nombre de la organización de la cual es líder.
Hasta ahora ninguna de las asociaciones concernidas ha hecho, que sepamos, reclamación alguna al uso que Ashoka hace de sus siglas, sin su permiso en muchos casos. Las asociaciones que conozco en las que alguno de sus socios han pasado por Avina o Ashoka no han recibido permiso alguno, ni decisión de la asamblea correspondiente, para que estas fundaciones usen su nombre. Alguien debería pedir responsabilidades.
(Una reflexión: No habría estos problemas si no hubiese líderes carismáticos, solo direcciones comunes y democracia asamblearia. Pero así, sostienen los empresarios capitalistas no se puede llevar una empresa. Y estamos tratando con fundaciones del gran capital que tratan convertir a cualquier clase de organización en una empresa.)
Cuando los contratos de tres años con Ashoka terminan, la gente se queda como los políticos profesionales, que han perdido parte de sus vinculaciones profesionales. Por eso Ashoka sigue ofreciendo la red a sus ex contratados e inventa otros medios para dar continuidad a aquellos líderes que siguen siendo de su interés. La experiencia nos dice que los líderes pasados por Avina o Ashoka, al final de su contrato, terminan sin la menor crítica a estas fundaciones e incluso dando las gracias por los servicios prestados y haciendo votos de seguir en las redes, descubiertas en ese tiempo de estancia en las filantrópicas.
Sería pertinente por parte de los movimientos sociales alternativos una resistencia [ix] o defensa propia para que no se introduzcan entre nuestras filas. Es necesario que nos planteemos con seriedad qué está pasando que ni siquiera lo hemos advertido y, partir de estas experiencias, reflexionar con quién nos aliamos y cómo nos financiamos. Como muchos analistas están ya viendo, se está produciendo una alianza entre algunas ONG y multinacionales para salvar el capitalismo, lo que ha sido denominado “las incestuosas relaciones de las ONG y las transnacionales”. Con un mundo en quiebra ecológica y moral a causa del capitalismo, no debe estar permitido a los movimientos sociales la menor alianza con el mismo.
Notas
[i] Fernández, R. (2009). La tercera piel. Sociedad de la imagen y conquista del ama, Rebelión 15.07.2009 [ii] Puche, P (2009). “El caso de Avina , Ashoka y otras entidades filantrópicas (Aviso para los movimientos sociales)”, El Observador marzo 2009 [iv] Bornstein, D. (2005), Cómo cambiar el mundo. Los emprendedores sociales y el poder de las nuevas ideas., Debate. [v] ”Sheldon S. Wolin, Democracia S.A., 2008, Katz Editores. [vii] Shand, H. (2008). “ Privatizar la asistencia como estrategia de mercado” Grupo ETC [ix] Puche, P. (2010). “Amianto, una fibra mortal e invisible”, Ecologista, nº 66, otoño 2010
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=113576