Según el informe, en la década de los 80 y a principios de los 90 se logró reducir el hambre crónica debido, en gran parte, al aumento de las inversiones en agricultura tras la crisis mundial de los años 70. Sin embargo, esa tendencia se invirtió y "el número de hambrientos se disparó" entre 1995 y 1997, así como entre 2004 y 2006, coincidiento con un descenso sustancial de la ayuda al desarrollo dedicada a la agricultura.
El director general de la FAO, Jacques Diouf, ha recordado cómo "los líderes mundiales han reaccionado con contundencia a la crisis económica y financiera y han logrado movilizar miles de millones de dólares en un plazo de tiempo muy corto". Diouf les ha instado a repetir la "misma acción enérgica para combatir el hambre y la pobreza" y a realizar mayores inversiones en los sistemas agrícolas de los países pobres.
"El aumento del número de víctimas es intolerable -ha proseguido-. Tenemos los medios técnicos y económicos para hacer desaparecer el hambre, lo que falta es una mayor voluntad política para erradicarlo para siempre". Según la FAO, existen tres factores fundamentales que han coincidido para hacer que la actual crisis sea "especialmente devastadora" para las familias pobres en los países en desarrollo.
El primero es el hecho de que se trata de una crisis que afecta a casi todo el planeta de manera simultánea, por lo que se reduce la posibilidad de recurrir a mecanismos tradicionales de defensa como la devaluación de la moneda o la solicitud de créditos. En segundo lugar, la crisis económica ha venido precedida de una crisis alimentaria que ya había debilitado las estrategias de supervivencia de los pobres. En tercer lugar, hay una mayor integración de los países en desarrollo en la economía mundial, lo que les hace más vulnerables a las fluctuaciones de los mercados internacionales.
El País - 14.10.09
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