Con la complicidad del Gobierno nigeriano y bajo la mesa, empresas multinacionales se adueñan de grandes superficies de tierra destinadas a los biocombustibles.
Otro caso destacado en el fenómeno de la compra y expropiación de tierras en África es el de Nigeria, el país más poblado del continente y el octavo exportador de petróleo al mundo. “Nigeria está bajo el control económico de las empresas multinacionales, principalmente alemanas, inglesas, chinas y estadounidenses, que explotan desde decenios los recursos petroleros y agrícolas”, relata a este periódico Mariann Bassey, coordinadora del Programa de Soberanía Alimentaria de Environmental Rights Action y Amigos de la Tierra-Nigeria. La petrolera Shell es la principal multinacional presente en el país y ahora está implicada en un juicio por las explosiones y la quema de gas a cielo abierto en los pozos de extracción, con enormes impactos en el ecosistema fluvial y agrícola del Delta del Níger y que perjudica gravemente la salud de las comunidades, afectadas por enfermedades respiratorias y tumorales. Sin embargo, el nuevo negocio de diversas multinacionales son los agrocombustibles, “aunque la mayoría de las empresas extranjeras se esconden bajo el manto protector de empresas locales aliadas, para llevar a cabo sus negocios”, precisa Mariann Basseyl.
Negocios con alimentos
El Departamento para la Energía Renovable nigeriano (RED, por sus siglas en inglés), es una sección creada por la empresa petrolera estatal (NNPC), encargada de desarrollar la industria de agrocombustibles en el país, procurando inversiones conjuntas con empresas extranjeras. Casplex Company y sus socios chinos han comprado 15.000 hectareas de tierra para la cultivo de yuca para etanol, mientras que la alemana Hagen & Co Engineering Gbr, ha adquirido amplias zonas fértiles en diferentes comunidades del delta del Níger para el cultivo de agrocombustibles y transgénicos. Además, Food for All International (FFAI) and Centre for Jatropha han firmado un acuerdo con el Gobierno para la producción de agrocombustibles destinados a la producción de electricidad en el país, adquiriendo terrenos cultivables en muchas comunidades en el Delta del Níger, donde ya han empezado el cultivo de la planta de jatropha. Por otro lado, la empresa ‘nigeriana’ Global Biofuels Limited está construyendo, con apoyo de la petrolera estatal, la primera refinería de agrocombustibles en Nigeria. Además ha invertido 750 millones de dólares para producir etanol en el país. “Todas estas empresas se están adueñando de enormes territorios para producir alimentos o agrocombustibles. Están cambiando el uso de la tierra de la producción de alimentos a la producción de carburantes”, señala Mariann Bassey. “La mayoría de los políticos están a favor de las multinacionales. La política nigeriana de biocarburantes por ejemplo, producida por la NNCP, es modelada a partir de los planes y acuerdos con el sector petrolero donde todo se hace para favorecer a los actores extranjeros. Están exentos de pagar los impuestos de importación y otras tasas relacionadas con los biocarburantes dentro y fuera de Nigeria. Además, los gobiernos no están dialogando con los sectores clave de la sociedad mientras que desarrollan sus estrategias nacionales sobre agrocombustibles”, añade.
Desplazados
El desplazamiento de poblaciones enteras desde sus hogares ancestrales es el principal efecto de las expropiaciones. “Las comunidades no terminan de creerse la promesa del Gobierno o de las empresas de que serán reubicadas. Promesas similares se han hecho en el pasado, pero nunca han sido cumplidas. El Gobierno siempre puede recurrir al reasentamiento obligado de una comunidad entera por una ley de tierras nigeriana, que confiere la custodia de todas las tierras a los gobiernos estatales”, sostiene Bassey. La última vez que el Gobierno desplazó una comunidad en la parte norte de Nigeria desde su localidad originaria para desarrollar un “proyecto nacional”, recuerda Bassey, las poblaciones denunciaron que la indemnización pagada no fue suficiente ni para construir casas de barro en su nueva situación. La mayoría de las personas no tenían tierras de cultivo y se vio obligada a emigrar en masa a otros lugares, como las ciudades, en búsqueda de medios de subsistencia. “En Nigeria hemos encontrado que en muchas comunidades visitadas las personas no tienen idea del actual proceso de acaparamiento de tierra de estas multinacionales. No conocen los acuerdos entre el gobierno nacional y las empresas extranjeras, ni saben para qué será utilizada la tierra expropiada. Lo que estamos haciendo es crear conciencia de la realidad, construir las capacidades de las comunidades de resistir a este asalto especulativo sobre la tierra por parte de las empresas occidentales”, relata Mariann Bassey.
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