No tiene pocas ventajas ver la crisis de nuestros días como una erupción superficial generada por derivas tectónicas profundas en el dispositivo espacio-temporal del desarrollo capitalista. Las placas tectónicas están ahora acelerando su desplazamiento, y casi con toda seguridad se incrementará la probabilidad de que las crisis del tipo de las que han venido ocurriendo más o menos desde 1980 se hagan más frecuentes y más violentas. El modo, la forma, la espacialidad y el momento de esas disrupciones superficiales resultan prácticamente imposibles de predecir, pero se puede afirmar casi con certeza que se repetirán con frecuencia y profundidad crecientes. De manera, pues, que los acontecimiento de 2008 hay que situarlos en el contexto de unas pautas de mayor calado. Que esas tensiones sean internas a la dinámica capitalista (sin excluir acontecimientos dañinos aparentemente externos, como una pandemia catastrófica), es el mejor argumento, según dejó dicho Marx, “para que el capitalismo desaparezca y se abra camino algún modo de producir alternativo y más racional”. -
Por qué está condenado al fracaso el paquete de estímulos económicos
Sin Permiso - 15.02.09
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