Bill Mitchell
Los gobiernos de todo el mundo, azuzados por comentaristas financieros y organizaciones internacionales (FMI, OCDE, G20), corren en loca estampida en pos de la realización de programas de austeridad capaces de ―poner bajo control sus déficits‖. En la prensa diaria pueden leerse todo tipo de horrendas predicciones emitidas por los terroristas del déficit, obsesionados con diagramas que muestran movimientos de distintas proporciones financieras: la proporción del déficit en relación con el PIB, la proporción de la deuda pública en relación con el PIB. Ignoran completamente la historia, y cuando la invocan, es para colar análisis erróneos inaplicables al asunto en cuestión. Equiparan erróneamente a la eurozona con los sistemas monetarios soberanos. Y no sueltan presa. Pero en toda la discusión sobre la austeridad se pierden de vista las verdaderas dimensiones del problema. De eso voy a hablar en el blog de hoy: me centraré en el hecho de que miles de niños morirán como resultado de esos innecesarios programas de austeridad, únicamente diseñados para satisfacer la obstinación ideológica de ciertas elites sociales ricas y de elevados ingresos.
El Editorial del pasado 9 de junio del New York Times –―El equivocado mensaje sobre los déficits‖— era harto acertado y ponía las cosas en su sitio. Decía:
―La actual fiebre del látigo de los déficits está alcanzando gran temperatura en los dos lados del Atlantico. En Europa, los políticos están comprensiblemente sobresaltados con el espectáculo de inversores al asalto de los títulos de deuda pública tras el desplome griego. Pero al fiero y súbito entusiasmo con la austeridad fiscal, especialmente en las economías más fuertes, le saldrá probablemente el tiro por la culata, condenando a Europa a largos años de estancamiento, si no a algo peor.
El Editorial del pasado 9 de junio del New York Times –―El equivocado mensaje sobre los déficits‖— era harto acertado y ponía las cosas en su sitio. Decía:
―La actual fiebre del látigo de los déficits está alcanzando gran temperatura en los dos lados del Atlantico. En Europa, los políticos están comprensiblemente sobresaltados con el espectáculo de inversores al asalto de los títulos de deuda pública tras el desplome griego. Pero al fiero y súbito entusiasmo con la austeridad fiscal, especialmente en las economías más fuertes, le saldrá probablemente el tiro por la culata, condenando a Europa a largos años de estancamiento, si no a algo peor.
―Los EEUU corren el mismo riesgo, que es muy grande. Los Demócratas han abandonado la creación de empleo y el estímulo económico a favor de la retórica antidéficit que los Republicanos ven hace ya tiempo como la vía de acceso fácil a los votantes en un año electoral confuso.‖
El editorial del NYT observa que ―la crisis económica no ha quedado atrás‖, y cita el terrible nivel de desempleo persistente, a despecho de que los mercados de valores se hayan recuperado y algunas economías reales comiencen a crecer de nuevo, bien que lentamente. Concluyen con razón que ―para cualquiera, cortar drásticamente el gasto público cuando el crecimiento es apenas balbuciente y persiste un desempleo enterquecidamente alto pone en riesgo el mismo objetivo de la probidad fiscal al ralentizar el crecimiento económico y reducir la recaudación fiscal‖. - No sólo soy un “negacionista del déficit”, sino que sé, además, que muchos niños morirán a resultas de las necias políticas de austeridad fiscal
El editorial del NYT observa que ―la crisis económica no ha quedado atrás‖, y cita el terrible nivel de desempleo persistente, a despecho de que los mercados de valores se hayan recuperado y algunas economías reales comiencen a crecer de nuevo, bien que lentamente. Concluyen con razón que ―para cualquiera, cortar drásticamente el gasto público cuando el crecimiento es apenas balbuciente y persiste un desempleo enterquecidamente alto pone en riesgo el mismo objetivo de la probidad fiscal al ralentizar el crecimiento económico y reducir la recaudación fiscal‖. - No sólo soy un “negacionista del déficit”, sino que sé, además, que muchos niños morirán a resultas de las necias políticas de austeridad fiscal
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