A Suecia le correspondió jugar un papel estrella en la última operación de guerra psicológica uribiano-estadounidense contra América Latina.
¿Quién se atrevería, esta vez, a dudar del inocente desconcierto que expresan unos nórdicos ojos tan azules, unos rostros tan tersos, tan distantes de las bajezas mundanales de la política latinoamericana? El estereotipo flemático y distanciado de los míticos habitantes de estas gélidas tierras aportaría la pequeña dosis de credibilidad necesaria para potabilizar ese estofado de videos mal hechos, libelos de prensa, amenazas y difamaciones diversas con las que la Casa de Nariño regularmente intenta "calentar la calle" regional por órdenes de los avezados funcionarios de Washington.
El escenario de la operación era, desde una perspectiva tercermundista, evidente para todo aquel con ojos menos rubios y más informados para ver: Envalentonamiento generalizado entre los gorilas y goriletes desde El Petén a la Patagonia a medida que la espera de Zelaya en la frontera con Honduras se hacía cada vez más angustiosa, una nueva doctrina de "poder inteligente de facto" en la Casa Blanca y su presidente con cara-de-yo-no-fui, y la necesidad imperiosa de mostrarle a los progresistas y radicales de América Latina que ya esta bien, que no va más, que se acabó la fiesta y comienza lo serio: La Base de Manta había que reponerla con cuatro bases más en Colombia y darles una lección a Chávez y a Correa, etcétera...
Y así fué que, por obra y gracia de un artículo plantado por los “servicios” en la revista colombiana Semana, saltaron a la luz los famosos lanzagranadas Carl Gustav en manos de las Farc – faltaba decrilo, con la firma autografiada de Chávez – junto con el release del último vídeo del Mono jojoy dedicado personalmente a Correa.
Hay que reconocer que los suecos hicieron su papel de vírgenes violadas a la perfección. De inmediato, el asesor de la ministro de comercio del reino Jens Eriksson declaró que Estocolmo “ve con seriedad lo ocurrido”, la SAAB Bofors se apresuró a comentar que Venezuela no recibía armas suecas desde 2006 y la progresía local puso el grito en el cielo cuando la presidenta de la Asociación Sueca de Paz y Mediación (Svenska Freds och Skiljedoms Förening) Anna Ek demandó que “Suecia pare de inmediato su exportación de armas a Venezuela”.
Otro “intelectual” de la progresía local, el “radical de izquierda” Magnus Linton, que por algún misterio del monopolismo mediático escandinavo no tiene ningún problema en que le publiquen en el diario derechista de Estocolmo Dagens Nyheter, aporta en un corto texto publicado el 29 de julio, la interpretación razonablemente permitida de los supuestos hechos: “¿Qué saben Suecia y la Bofors acerca de la naturaleza de los estados colombiano y venezolano? Parece que no mucho” escibe Linton.
Este “conocedor” de los clubes nocturnos de Barranquilla más que de las dramáticas realidades de nuestros pueblos, probablemente aún más profundo conocedor de la cocaína que de los entresijos de su tráfico, en menos de mil caracteres nos explica que tanto Chávez como Uribe están locos, que Colombia está copada por la “mafia de la droga” y que Venezuela está copada por la “corrupción”, que la población civil en la frontera está atrapada entre esos dos demonios, ectéctera. En ningún lugar de su somero análisis aparecen los Estados Unidos.
“Es en este cenagal sangriento en el que las armas suecas chapotean” escribe, con acertada metáfora, Linton. Pero aunque predice que la industria militar y el estado suecos tomarán partido contra Venezuela, en el fondo no hace más que justificar la imagen de que Suecia participa como actor engañado en un sórdido mundo dominado por malvados y corruptos políticos locales, y con ello tapa cosas que sabe y conoce.
Por ejemplo, tapa nada menos que el vicepresidente colombiano Francisco Franco estuvo de visita en abril del año pasado en Estocolmo para ver cómo compraba unos avioncitos JAS 39 Gripen de la SAAB, que la sueca Securitas en mayo de 2007 compró a Seguridad Burns de Colombia, la segunda empresa privada de seguridad más grande del país, que los partidos de derecha suecos en el gobierno tienen excelentes relaciones con toda la fauna gorilista de América Latina, desde Miami hasta Buenos Aires, etcétera.
Ciertamente, el operativo de guerra psicológica de la Casa de Nariño le mete a Suecia el pié aún más profundamente en un “cenagal sangriento” de consecuencias imprevisibles. Pero las élites atlantistas que dirigen en país, emblemáticamente representadas por su ministro de relaciones exteriores Carl Bildt, miembro de la Comisión Trilateral, del Grupo Bilderberg, ex-directivo de la Rand Corporation, hace rato que tienen los pies en el fango. Al confundir víctimas con victimarios, al ocultar el papel de los Estados Unidos, al andar jungando a los dos demonios, la progresía local no hace sino ayudar a hacer de la guerra y el militarismo algo inevitable – y rentable.
Svenska Freds ya en su día denunció el intento de Colombia de comprar – y el intento de Suecia de vender – los aviones de guerra. Pero no importa, ya todo eso se olvidó, ahora lo importante es que “Chávez le dió armas a las Farc”. No importa que todo sea un montaje, no importa que el supuesto “agresor” sea, en realidad, el agredido. Ya aparecerán mañana los JAS 39 Gripen en manos del ejército de Colombia y la progresía sueca pegará el grito en el cielo. ¿Con qué resultado?
Grupos como Svenska Freds y plumas como la de Linton intentan vivir de la solidaridad del pueblo sueco, pero no la representan.
Había que ver a Linton deambular como un espectro por el área latinoamericana del Foro Social Europeo en el otoño pasado en Malmö. Aturdido por la mezcla de banderas cubanas y venezolanas, de los whippalas y el ambiente de unidad mostrado por los grupos más diversos se tuvo que ir a esconder en un café cercano a entrevistar a una personalidad desconocida para uno de sus libelos.
Svenska Freds, un otrora fuerte movimineto popular contra la guerra que fué viendo descender su membresía a medida que se volvía más dependiente de los fondos estatales y cada vez más amigo de las intervenciones humanitarias, fué expulsado del Foro Social de Escania en 2007 por sus posiciones pro-guerreristas en Afghanistan.
Los alibíes progresistas continuarán alimentando la maquinaria mediática local y global en todos y cada uno de los ataques contra nuestros pueblos. Esta vez, Suecia fué utilizada para embellecer una película vieja y muy mala. Mañana tal vez le den un papelito en un remake de “Rambo en América Latina”.
Los activistas de la solidaridad, que no reciben ayudas estatales, que no tienen espacio en los grandes medios, que a menudo son criminalizados por oponerse a la maquinaria de la guerra, seguirán dando la batalla. Mientras personajes como Linton contrabandean desinformación con ropajes progres, otros periodistas realmente valientes como Dick Emanuelsson continúan arriesgandose para informar, aunque les duela a los amos de Nariño o a los golpistas de Tegucigalpa.
Rebelion - 01.08.09
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