A los estadunidenses les encantaban las historias de éxito en los negocios. Una de las muchas rarezas de la actual recuperación económica es que ese entusiasmo tradicional está ausente. Las empresas del país han repuntado de forma impresionante: los resultados trimestrales muestran que las ganancias están de nuevo muy cerca de los niveles históricos alcanzados antes de la declinación de finales de 2008. Según ciertos cálculos, la tasa de recuperación de las utilidades es la más alta desde la gran depresión.
Pero nadie parece complacido. No lo están los inversionistas, que no han logrado elevar el precio de las acciones como hubiera ocurrido a estas alturas de ciclos económicos previos. Tampoco los políticos, que se quejan de que las firmas guardan el efectivo y no crean empleos. Robert Reich, economista de Berkeley y secretario del Trabajo con Bill Clinton, lo expresa así: se ha llegado al fondo: las altas utilidades empresariales ya no conducen a un mayor empleo. Presenciamos un gran divorcio entre las ganancias y los trabajos.
Las firmas de EU cosechan las recompensas de duras medidas tomadas luego que los mercados financieros se derrumbaron, en septiembre de 2008. Cuando la economía entró en espiral descendente, las empresas se dieron cuenta de que necesitaban construir con rapidez reservas de efectivo. Ya no podían confiar en que los mercados aportaran siquiera financiamiento básico cuando lo necesitaran. Entonces redujeron costos, en especial capital de inversión y laborales, mediante una desagradable mezcla de despidos, reducciones de jornadas y recortes salariales. El temido alud de bancarrotas no ocurrió.
Sin embargo, la deslucida reacción del mercado de valores a esta mejoría de resultados refleja el creciente escepticismo de los inversionistas de que las ganancias aumenten en una economía que avanza a trompicones. Es normal que las utilidades caigan más que la economía en términos porcentuales durante un estancamiento, y que se recobren con rapidez una vez que empieza la recuperación. Pero aun en una recuperación fuerte la tasa de desempeño de las utilidades se reduce pronto. Por ello los inversionistas se preocupan por lo que ocurrirá en una economía que hasta Alan Greenspan, el ex presidente de la Reserva Federal, teme que pudiera estar en camino de una doble inmersión.
El mercado de valores podría estar pasando por alto un importante cambio estructural en la economía, sostiene Larry Hathaway, economista del banco UBS. En un documento reciente, se queja de que las ganancias no reciben respeto porque los inversionistas prefieren verlas como un fenómeno enteramente cíclico. De hecho, la proporción del PIB que representan las utilidades parece crecer todo el tiempo, de modo que hasta una recuperación cíclica menor de lo esperado puede generar utilidades desproporcionadas. Pese a la severidad de esta detención económica comparada con las de principios de las décadas de 1980 y 1990, esta vez las utilidades empresariales tocaron fondo en un 8% del PIB frente a cifras previas de alrededor de 6 y 7.5%, respectivamente. Ahora han llegado a 11% del PIB en EU. La tendencia no se limita a ese país; otras economías industriales de primer nivel, como Japón, GB y Alemania, están ya de nuevo arriba de su promedio de los 20 años pasados en la proporción de utilidades en el PIB.
Hathaway atribuye esto a tres razones. Una, las altas ganancias provenientes de economías en desarrollo, que tienen una fuerte recuperación y han ayudado a que las exportaciones estadunidenses crezcan a una tasa anual de 17%. Dos, la relativa abundancia de fuerza laboral, que ya ha conducido a que los costos por unidad de trabajo en EU desciendan al ritmo más rápido de los años de posguerra. Tres, un enfoque renovado en manejar con eficiencia la capacidad excedente, más que en invertir en aumentar las ganancias.
Castigos y recompensas
El mercado ya castiga a firmas que invierten en crecer y recompensa a las que se empequeñecen hacia su núcleo redituable, afirma Mike Green, director de Tenex Capital Management, despacho especializado en restructurar empresas en problemas. Las aerolíneas son un ejemplo. Al reducir la frecuencia de vuelos en muchas rutas han disminuido el número de asientos vacíos, lo cual las ha ayudado a evitar los desastres financieros del pasado. Cuando Delta informó recientemente a sus inversionistas que pretendía un modesto incremento de su capacidad, el precio de sus acciones descendió, aunque en fechas recientes ha reportado utilidades saludables. En contraste, los inversionistas aplaudieron a la gerencia de Harley Davidson por dejar claro que un repunte de ganancias no significaría un retorno a su antigua estrategia de inundar el mercado con pesadas moticicletas. En cambio planea más recortes de empleos.
Este enfoque en mejorar la eficiencia sin invertir en crecimiento durará un tiempo, predice Green. En particular, la burbuja de quiebras de hace un año apenas empieza a rendir fruto. En comparación con anteriores olas de restructuraciones, ahora se trató más de generar eficiencias operativas reduciendo empleos y capacidad, que de restructurar los balances financieros.
Aún hay más por hacer, considera Hal Sirkin, del Boston Consulting Group. Un área obvia es adquisiciones, en la que cada vez más empresas vuelven a exprimir a sus proveedores, pues consideran que la primera ronda de negociaciones después de la crisis financiera no llegó lo bastante lejos. Muchos de esos proveedores también han reducido sus costos en los 18 meses pasados y aún no trasladan sus ahorros. Sirkin también prevé que las fusiones de empresas se acelerarán.
Por supuesto, este gran encogimiento no puede durar para siempre, pero no muestra signos de aminorar. Y el gran divorcio de ganancias y empleos podría permanecer mucho tiempo. De ser así, las empresas estadunidenses que tengan éxito serán cada vez menos populares.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=111514
À procura de textos e pretextos, e dos seus contextos.
18/08/2010
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