El primer golpe de estado de BP, a la sazón Anglo-Iranian Oil Company, se ejecutó con la ayuda de la CIA en 1953. Cincuenta y siete años más tarde, sus golpes de estado consisten en usurpar, comprar o esquivar las funciones del estado. Hoy el Mineral Management Service (Servicio de Manejo de Minerales) del Departamento del Interior de los EEUU parece estar bajo su mando. Sólo once días antes de la catástrofe del Golfo de México, BP consiguió para esta operación la “exclusión categórica” del estudio del impacto ambiental de la National Environment Policy (Política Nacional Ambiental)[1].
Con su sede en Londres y la oficina central estadounidense en Houston, BP es la corporación más grande del Reino Unido y una de las más grandes del mundo. La primera en explotar el petróleo de Oriente Medio, se remonta hasta 1901 y a un vividor londinense, William Knox D’Arcy, que negoció derechos de exploración con el Mozzafar al-Din Shah Qajar de Persia. El negocio pasó por varios nombres: Anglo-Persian Oil Company (1908), Anglo-Iranian Oil Company (1935), British Petroleum (1954), BP Amoco (1998) y, en 2000, BP. En 1913, el gobierno británico adquirió la participación mayoritaria, pero con la campaña privatizadora de Margaret Thatcher, sus activos se vendieron en su totalidad entre 1979 y 1987.
El delirio de riquezas del vividor de Londres se ha transformado en la pesadilla de millones de personas de todo el mundo, comenzando con Irán. En las cláusulas contractuales de la primera explotación, además de unas condiciones laborales de los obreros iraníes rozando con la esclavitud, se descartó desde los comienzos la soberanía del país. En agosto de 1941, Gran Bretaña y la Unión Soviética ocuparon Irán y rápidamente forzaron al represivo Reza Shah a abdicar en su hijo Mohammed Reza Pahlavi, inaugurando así un nuevo régimen de represión, corrupción, brutalidad y fastuosidad extrema. En 1951 el Majlis (parlamento) votó unánimemente por la nacionalización y, poco después, tomó posesión de su cargo de Primer Ministro el muy respetado estadista Mohammed Mossadegh. La reacción de los ingleses fue draconiana y, hoy en día, harto familiar: bloqueo militar, fin de la exportación de bienes vitales, congelación de cuentas bancarias en Inglaterra, y cabildeos en las Naciones Unidas para conseguir resoluciones antiiraníes. Mossadegh buscaba una solución negociada, pero los ingleses ya habían optado por la fuerza y, en 1952, alegando el peligro del comunismo en el debilitado Estado, obtuvieron el respaldo del Presidente Eisenhower. En 1953, con políticos, militares, criminales, prostitutas y periodistas bien comprados, e informada por la Embajada Británica y sus espías, la CIA logró su primer golpe de estado, por medio del cual reinstaló al Shah Reza Pahlavi.
La tiranía del Shah preparó el terreno para la revolución islamista de 1979. Con el endurecimiento del régimen de Irán se formó una red global antioccidental cada vez más dependiente de las tácticas del terror. Lo que los ingleses bautizaron como “Operation Boot” (Operación Bota) y los estadounidenses “Operation Ajax” “[…] enseñó a los tiranos y a los déspotas en ciernes que los gobiernos más poderosos del mundo estaban dispuestos a tolerar la opresión sin límites siempre y cuando los regímenes opresivos trataran bien a Occidente y a sus empresas petroleras. Esto ayudó a cambiar el equilibrio político en contra de la libertad y a favor de la dictadura” [2].
En efecto, hay pocos rincones del mundo a salvo de los expolios de BP. En Colombia, la empresa está acusada de beneficiarse del régimen de terror de los paramilitares que protegían los 730 quilómetros del oleoducto OCENSA, y fue obligada a pagar una indemnización multimillonaria a un grupo de campesinos. El oleoducto causó deforestación, desprendimiento de tierras, contaminación del suelo y afectó el nivel freático. Las cosechas se perdían, se abandonaban los criaderos de peces y se moría el ganado. En 1992, BP firmó un contrato con la empresa inglesa Defence Systems Ltd (DSL) que estableció Defence Systems Colombia (DSC) [3] para sus operaciones colombianas. Tres años más tarde, BP firmó acuerdos con el Ministerio de Defensa de Colombia según los cuales BP pagaría al gobierno $2,2 millones, que se destinaron en su mayor parte a la Brigada XVI del ejército para proteger las instalaciones de BP. La Brigada introdujo en la zona de Casanare la guerra sucia o, como dice la gente, la táctica de quitarle agua al pez. DSC adiestraba en estrategias militares y de contrainsurgencia a la policía asignada para proteger el perímetro de las instalaciones. La población aterrada la considera con razón otra fuerza militar más en la zona. Además, un empleado de DSC reveló a periodistas ingleses que había trabajado para coordinar una red de espías en los pueblos de la zona del oleoducto para controlar a los líderes sindicales y de la comunidad. El departamento de Seguridad de la empresa OCENSA pagaba a los delatores y compartía la información con el Ministerio de Defensa y la brigada local del ejército [4]. En resumen, BP ha creado en Colombia una zona de excepción.
En Asia Central, BP es un miembro destacado del consorcio Baku-Tbilisi-Ceyhan (BTC) que controla el oleoducto que pasa por Azerbaiján, Georgia y Turquía el cual, fuertemente financiado por el Banco Mundial y otras agencias estatales, se inauguró en junio de 2005. Demandas judiciales contra el gobierno de Turquía relativas a abusos de derechos humanos se han presentado en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea y en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. No obstante el gobierno turco ha concedido a BTC poderes sobre el corredor del oleoducto que anulan las leyes de derechos humanos, ambientales y sociales; y despojan a los pueblos de la zona de sus derechos civiles. BTC tiene acceso ilimitado a agua y está exento de responsabilidad en caso de un derrame de petróleo. El oleoducto requiere un corredor militarizado que pone en peligro el frágil cese de hostilidades entre Turquía y grupos kurdos. Aún antes de acabarse, el oleoducto BTC ya influía en la geopolítica petrolera. Siendo de enorme importancia estratégica en la Transcaucasia y gracias a BTC, los Estados Unidos y otros poderes occidentales pueden intervenir mucho más en los asuntos de la región.
Hasta los Estados Unidos no son inmunes. Los datos del inventario de emisiones tóxicas de la Environmental Protection Agency (Agencia de Protección Ambiental) identifican BP como la empresa más contaminadora del país. En 1999, una filial, BP Exploration Alaska, tuvo que pagar $22 millones por daños que la empresa provocó por el vertido de residuos tóxicos en Endicott Island. En agosto 2006 se vio obligada a cerrar las instalaciones de la Bahía Prudhoe a consecuencia de un derrame de petróleo crudo y petrodiésel. En California, BP es uno de los patrocinadores más generosos de una iniciativa de votación para echar abajo la ley estatal de Unfair Business Competition (Ley de Competencia Desleal) a la que recurrían grupos ecologistas para poner pleitos a las empresas petroleras por la contaminación del agua potable por éter metil tert-butílico (MTBE). En Canadá, BP extrae petróleo de arenas de alquitrán, un proceso que consume ingentes cantidades de agua y produce cuatro veces más emisiones de dióxido de carbono que la perforación convencional. El pueblo Cree denuncia que la empresa esté destruyendo el viejísimo bosque boreal, asolando el territorio con sus minas a cielo abierto, contaminando tanto el agua como la cadena alimenticia y poniendo en peligro la fauna silvestre y su forma de vida [5].
Los tentáculos de BP se extienden también a la enseñanza superior. En febrero de 2007, en medio de una fuerte oposición de profesores y alumnos, la administración de la Universidad de California en Berkeley (UCB) anunció un convenio entre la UCB y BP según el cual financiarán –$500 millones durante diez años– el Energy Biosciences Institute (Instituto de Biociencias de la Energía) que investigará biocombustibles y ‘biología sintética’. Con este golpe de poder en una universidad pública, con esta voluntad de privatizar el trabajo intelectual y de comercializar los resultados de la investigación, BP hace que “[…] los trabajadores de los países desarrollados más influyentes subvencionen el expolio de todavía más bienes ecológicos del mundo en vías de desarrollo para servir a las elites a los que no les importa quitar la comida de la boca de la gente para llenar sus bolsillos de oro. Socializar los gastos para beneficio privado no es nada nuevo en el sistema capitalista. No obstante este caso da otra vuelta de tuerca con la combinación de ciencia desacreditada, imperialismo ecológico y el sofisma del ‘desarrollo sostenible’” [6]. Con este golpe, BP logra el control de los científicos universitarios, de los alumnos y de los laboratorios además de dotar sus proyectos supuestamente sostenibles de una pátina académica.
BP tiene un negocio de miles de millones con la administración estadounidense en forma de contratos de defensa anuales y como proveedor principal de combustible al consumidor más grande del mundo de petróleo y gas: el Pentágono. Según el Center for Responsive Politics, BP ocupa el centésimo lugar entre los donantes más importantes en las campañas políticas: más de $5 millones desde 1990 repartidos entre los republicanos y los demócratas, con el 72% y el 28% respectivamente. El Centro señala al Presidente Obama como el destinatario que más se ha beneficiado durante los últimos 20 años de las donaciones del comité de “acción política” de BP ($77.051) [7]. BP, sus comités de ‘acción política’ y sus empleados han contribuido con más de $3,5 millones a los candidatos federales durante los últimos cinco años aparte de los millones destinados al cabildeo. En 2009 soltó $15,9 millones en sus esfuerzos por influir en la política energética nacional [8]. De esta manera, con una gestión bien untada, se consigue la ‘exclusión categórica’ de la política ambiental.
Evidentemente BP no obra sola. Un vistazo a algunas de sus conexiones corporativas y gubernamentales es aleccionador por no decir alucinante. El presidente de Goldman Sachs Internacional, Peter Sutherland –que, con ocho gerentes más de Goldman Sachs, compartió más de $12 millones en honorarios en 2009 [9]– y presidente de BP hasta que muy astutamente dimitió en diciembre de 2009, tiene un currículum fascinante en el Web de la Comisión Trilateral [10]: “[…] Es también presidente de Goldman Sachs International (1995 - ahora). Se nombró presidente de la London School of Economics en 2008. Actualmente es el representante especial de la ONU para la migración y el desarrollo. Anteriormente era director-general fundador de la OMC (Organización Mundial de Comercio) y director-general del GATT (Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles) desde julio de 1993, además de jugar un papel decisivo en los acuerdos de la Ronda Uruguay del GATT.” Es miembro del comité directivo del Grupo Bilderberg y también asesor financiero del Vaticano.
Igualmente astuta fue su empresa Goldman Sachs cuando vendió el 44% de sus acciones de BP en el primer trimestre de 2010, embolsándose unos $266 millones y ahorrándose $96 millones a precios actuales [11]. Las cifras recopiladas por el Center for Responsive Politics demuestran que el comité de ‘acción política’ de Goldman Sachs y empleados individuales donaron $994.795 durante 2007 y
Demandados juntamente con BP en la mayoría de las más de 150 causas judiciales provocadas por el desastre del Golfo de México se encuentra Halliburton Energy Services, la empresa contratada para la parte técnica de la operación, encargada de la inyección del cemento en el subsuelo. Este equipo se forjó hace años durante la planificación de la invasión de Irak. BP fue encargado entonces por el Ministerio de Petróleo inglés de llevar a cabo estudios técnicos y de proveer al ministerio con asesoramiento, análisis y formación para el campo petrolífero de Rumaila. En las palabras de Ethical Consumer “[…] antes de la invasión, BP adiestraba a las tropas ingleses para mantener y gestionar los campos petrolíferos de los que se apoderaron en el sur de Irak. El gigante estadounidense Halliburton, que suministra servicios a las empresas para la exploración, el desarrollo y la producción de petróleo y gas, fue encargado de restaurar y reconstruir la infraestructura petrolera y, así contratada, acompañaba a las tropas a los campos petrolíferos.” [13] Hace días, un consorcio dirigido por BP consiguió el contrato para desarrollar el campo petrolífero más grande de Irak, Rumaila.
No es posible contar toda la historia canallesca de BP en pocas páginas, ni las consecuencias que ésta ha tenido en la geopolítica, el balance de la guerra y la paz, la economía, el medioambiente y el mundo en general, desde la política del Medio Oriente hasta las gentes desposeídas y a veces asesinadas en las comunidades remotas. Por lo tanto, estas notas ofrecen solamente un atisbo de le enormidad de los crímenes de esta empresa. BP no representa ninguna excepción entre las empresas petroleras ni entre las grandes corporaciones. Su historia, además del derrame de petróleo en el Golfo de México, constituye un ejemplo más de su poder enorme y su impunidad. Y no hay nada reconfortante en la noticia de la semana anterior que nos informa que el nuevo gobierno de coalición británico estima conveniente nombrar al antiguo jefe ejecutivo de BP (1995 – 2007), también antiguo director no ejecutivo de Goldman Sachs y ‘El Rey Sol’, Lord Browne, “el nuevo ‘superdirector’ de Whitehall encargado de infundir al corazón del gobierno el espíritu de valores comerciales” [14]. Mientras tanto, el lenguaje de los impunes delata bastante la continuada presencia de la bota. En junio, un portavoz de la Casa Blanca afirmó que la tarea del Presidente Obama es apretar con la bota en el cuello de BP, mientras que el diario inglés The Telegraph [15] dice que la bota de Obama aprieta el cuello de los pensionistas ingleses. En realidad, los impunes directores y secuaces fabulosamente bien remuneradas de BP se han puesto las mismísimas botas que aplastan a la gente indefensa.
Notas:
1. Juliet Eilperin, 2010 “U.S. Exempted BP’s Gulf of Mexico Drilling from Environmental Impact Study”, The Washington Post, 5 de mayo.
2. Stephen Kinser, 2003, All the Shah’s Men: An American Coup and the Roots of Middle East Terror, John Wiley and Sons, p.204.
3. Con respecto a DSC, véase http:www.sourcewatch.org/index.php?title=Defence Systems Limited#Colombia.
4. Véase el informe de la ONG Platform, Greg Muttitt and James Marriott, 2002, “Line of Fire: BP and Rights Abuses in Colombia”, http://www.platformlondon.org/carbonweb/documents/chapter11.pdf.
5. Terry Macalister, “Cree Aboriginal Group to Join London Climate Camp Protest over Tar Sands”, The Guardian, 23 de agosto de 2010.
6. Hannah Holleman y Rebecca Clausen, 2008, “Biofuels, BP-Berkeley and the New Ecological Imperialism”, http://mrzine.monthlyreview.org/2008/hc160108.html.
7. John Byrne, 2010 “Obama Is Biggest Recipient of BP’s Politicap Action Cash in the Last Twenty Years”, The Raw Story, 5 de mayo, http://rawstory.com/rs/2010/0505/obama-biggest-recipient-bp-political-action-money-20-years/.
8. Erica Lovley, 2010, “Obama Biggest Recipient of Bp Cash”, Politico, 5 de mayo, http:www.politico.com/news/stories/0510/36783.html.
9. Nick Webb, 2010, “Goldman Directors Reap Fees of €9.5m”, Sunday Independent, 23 de mayo de 2010.
10. Véase http://www.trilateral.org/membship/bios/ps.htm
11. Véase http://rawstory.com/rs/2010/0602/month-oil-spill-goldman-sachs-sold-250-million-bp-stock/.
12. John Swaine and Robert Winnett, 2010, “BP Chief Tony Hayward Sold Shares Weeks Before Oil Spill”, The Telegraph, 5 de junio.
13. Véase http://www.ethicalconsumer.org/CommentAnalysis/CorporateWatch/IraqWarProfits.aspx.
14. Polly Curtis y Terry Macalister, “Former BP Chief John Browne Gets Whitehall Role”, The Guardian, 30 de junio de 2010.
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3476
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