La afirmación parece un contrasentido, pero lo que sucede en la devastada Haití es prueba fehaciente de ello.
En momentos en que la sufrida nación caribeña se torna en dantesco escenario donde la naturaleza descargó toda su furia en la forma de un destructivo sismo, y mientras algunas naciones contribuyen con personal y recursos a prestar su ayuda solidaria y desinteresada, Estados Unidos, la poderosa y prepotente nación que se abroga el derecho a determinar qué país es terrorista y cuál no, envía a la empobrecida isla lo que menos se requiere en estos difíciles momentos: hombres armados y medios de guerra.
Mientras médicos de varias naciones luchan por salvar vidas, y realizan riesgosas y delicadas operaciones, aún en condiciones poco favorables para cualquier tipo de intervención quirúrgica, la “intervención” de los soldados estadounidenses va dirigida a realizar otro tipo de “operaciones”.
En momentos en que muchos países facilitan el envío de ayuda de todo tipo para paliar la grave situación por la que atraviesa el pueblo haitiano, las tropas enviadas por el gobierno del recién estrenado Premio Nobel de la Paz “contribuyen” a bloquear o entorpecer, de una forma u otra, esa ayuda.
Cuando el pueblo haitiano, aturdido y confundido por el golpe recibido, vaga sin orden de un lado a otro para localizar al familiar perdido, o simplemente buscando un sitio seguro donde protegerse, subsistir o curarse las heridas, las fuerzas enviadas por Estados Unidos descargan nuevos golpes a diestra y siniestra contra hombres y mujeres a los que en este momento sólo cabe tenderles una mano amiga o llevarles una palabra de aliento y consuelo.
Mientras la mayoría de los que laboran en Haití han ido en son de paz y de socorro, los soldados estadounidenses van preparados para una guerra contra un pueblo inerme. Al terror vivido ante el devastador terremoto, los enviados de Obama añaden un nuevo terror: el de la represión.
El objetivo de la “ayuda” del gobierno estadounidense está claro, lo evidencian las propias palabras expresadas por su enviada, la secretaria de Estado Hillary Clinton, quien dijo que la nación norteamericana continuará en Haití, su “amigo y socio”, “hoy, mañana y siempre”. Esta afirmación corrobora lo cierto de una vieja frase que expresa: Estados Unidos no tiene amigos, sólo tiene intereses.
Simón Bolívar lo predijo hace casi dos siglos: Los Estados Unidos "parecen predestinados por la Providencia, para plagar las Américas de miseria a nombre de la libertad".
La hegemónica nación del Norte, como vieja oportunista, aprovecha este momento de dolor y confusión para establecerse firmemente en el país caribeño, y reforzar sus posiciones en la región.
En verdad: hay “ayudas” que matan.
http://www.trabajadores.cu/materiales_especiales/columnistas/omar-segura-montero/haiti-ayudas-que-matan
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