El principal titular del New York Times del primer día del año ofrece una muestra fascinante del mundo en que vivimos y de cómo lo ven sus principales depredadores.
El año pasado, el principal diario del imperio participó junto con el resto de medios hegemónicos en la estrategia orientada a convencer a la población estadounidense de que los principales responsables de la crisis que sacudió al sistema financiero fueron los ciudadanos irresponsables, que asumieron créditos por encima de sus posibilidades. En cuanto a las entidades financieras que escondieron en letra minúscula las condiciones de usura estratosférica bajo las cuales operarían las tasas en el futuro inmediato, quizá fueron un poquito más allá de la decencia, pero las leyes se lo permitían.
El diario fue también protagonista en el activo chantaje al gobierno (en realidad, a la opinión pública constituida por contribuyentes), para asegurar un rescate inicial de 750.000 millones de dólares de dinero público – que terminó siendo superior a 2 billones de dólares – para "ajustar" las cuentas de las firmas responsables de la crisis, la cual tuvo de primeras víctimas a los deudores hipotecarios mesmerizados con las ofertas de créditos y el espejismo de un mercado inmobiliario de precios sometidos a la ridícula ilusión de crecimiento eterno.
Ahora, el New York Times explica que el paquete de 75 millones de dólares que Obama activó en febrero y cuyo fin era que alrededor de tres millones de deudores hipotecarios en problemas pudieran renegociar sus créditos, podría estar teniendo el efecto contrario al deseado. La gente intenta cubrir sus deudas en los bancos que les metieron en el hoyo con ejemplar usura dickensiniana, y que siguen operando bajo leyes que no han sido modificadas; pero eso no les permite volverse propietarios de sus viviendas, señala el análisis.
El problema no está en que los bancos mantengan las mismas reglas de usura para seguir desangrando a los deudores; o en que hasta ahora, en conjunto, los principales bancos hipotecarios sólo hayan renegociado en firme un monto inferior al 1% de los créditos inflados. El problema – asegura el diario – está en que los propietarios no parecen estar dispuestos a terminar de pagar sus créditos, mientras que se mudan a vivir en residencias de alquiler más baratas.
La única manera de terminar de sanar la crisis, explica el periódico, es que los propietarios engañados por las condiciones espirales de los intereses terminen de abandonar su estúpido sueño de ser propietarios, y se muden a residencias de alquiler – donde otros propietarios seguirán disponiendo de la parte del león de sus ingresos – mientras sanean las deudas de las viviendas que abandonan con la ayuda del minúsculo programa de Obama.
En un análisis que el diario publicó a finales de noviembre, ya se informaba de la falta de resultados del programa. Voceros del tesoro público señalaban que los bancos hipotecarios se estaban portando "mal" bajo el esquema previsto, y que llegaría el momento en que serían sometidos a la "vergüenza pública".
Para entonces, informaba el diario, el sector financiero hipotecario había informado deque hacían "esfuerzos de buena fe" para cumplir con el programa y brindar ayuda. “Hemos metido inmensos recursos en esto,” aseguró JPMorgan Chase. “Hemos hecho mejoras dramáticas, y seguimos mejorando". Un mes después, dicho banco mostraba un promedio de créditos renegociados superior que el de la mayoría de sus competidores – aunque seguía siendo inferior al 1% de deudores con derecho a beneficiarse del programa.
También en noviembre, New York Times recogía voces desde el Senado estadounidense, que apuntaban al desempleo como la causa principal de los vencimientos de créditos hipotecarios – un fenómeno que estaba impulsando a "millones de personas dignas de crédito que tenían hipotecas ordinarias a la delincuencia".
En vísperas de navidad, el Washington Post informaba de que la mayoría de altos ejecutivos de la aseguradora AIG se negaron a cumplir con la promesa de devolver una porción de las millonarias primas que recibieron, luego de ver saneadas sus cuentas con dinero de los contribuyentes. A comienzos de 2009, AIG retribuyó a los responsables del derrumbe de la empresa con más de 165 millones de dólares – más del doble de lo previsto por Obama para "ayudar" a 3 millones de deudores hipotecarios. Tras el escándalo público, los ejecutivos acordaron devolver 45 millones de dólares para finales del año, pero sólo han devuelto unos 19 millones.
En este cuadro de relaciones, el New York Times ha optado finalmente por hacer realidad la amenaza del gobierno del pasado noviembre. El matiz del asunto, es que ha preferido optar por someter a la "vergüenza pública" a los deudores hipotecarios, en lugar de a las firmas que tras engañar a los deudores durante años – y de desfalcar las cuentas públicas para cubrir sus propios agujeros – están defraudando un programa a todas luces insuficiente. Entre tanto, en marzo de este año, los ejecutivos de AIG disfrutarán de un nuevo paquete de 198 millones de dólares en primas. Sin duda, ellos también son dignos de crédito.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=98037
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