La encuesta revela que, en general, los ciudadanos del antiguo bloque comunista europeo han perdido parte de su entusiasmo inicial por las ideas del capitalismo y la democracia. El cambio más pronunciado se ha producido en Ucrania: sólo el 30% de los ucranios aprueba un sistema multipartidista, frente al 72% que lo hacía en 1991, cuando se efectuó un sondeo similar.
La generación más joven, los residentes en las ciudades y los que disponen de mayor grado de educación tienden a aprobar la transformación. En Rusia, por ejemplo, la mayoría de los menores de 50 años de edad aceptan el paso a un sistema con pluralidad de partidos y la economía de mercado. Pero los que superan esa edad son mucho menos optimistas; entre el grupo de edad de 65 años o más, sólo el 27% expresa una visión positiva. Este patrón se repite en todos los países analizados -con la excepción de Alemania del Este, en la que la satisfacción con los cambios es generalizada- y refleja la misma divergencia que se observaba entre la población en 1991.
Una de las causas que explica la desafección de los ciudadanos de estos países con los cambios experimentados es que creen que son más pobres que hace 20 años. El consenso es que la gente corriente se ha beneficiado menos del cambio que los políticos y grandes empresarios. Sólo los polacos (47%) y los checos (45%) opinan que su situación económica es mejor ahora que cuando vivían bajo el modelo comunista. Los húngaros (72%), los ucranios (62%) o los búlgaros (62%) creen que la economía de mercado les ha hecho más pobres.
Paradójicamente, la mayoría opina que está satisfecha con su vida. Así, incluso los más críticos con los cambios ven su vida personal de forma más positiva que en 1991. En Polonia, por ejemplo, el 44% respondió que estaba satisfecho este año, en comparación con el 12% de 1991. En otros países el cambio fue menos pronunciado. En Bulgaria y Hungría, sólo el 15% de los entrevistados esta vez dijeron que estaban satisfechos, frente al 4% y 8% que lo estaban tras la caída del Muro.
Los alemanes del Este, en particular, aprueban la reunificación con una sólida mayoría, al igual que lo hacen los alemanes del Oeste, a los que se les incluyó en el estudio para plantearles esta pregunta. Sin embargo, menos alemanes del Este tienen ahora una imagen positiva de la reunificación que en 1991.
Existe una fuerte diferencia en cómo valoran los ciudadanos de los nueve países encuestados los principios democráticos. Por ejemplo, casi dos de cada tres húngaros estima muy importante la libertad de expresión frente al 37% de los rusos. Más del 60% de los búlgaros dice que unas elecciones honestas son importantes, frente al 39% de los lituanos. Los rusos son los que menos entusiasmo expresan hacia los valores democráticos, mientras que en el lado opuesto se encuentran los alemanes del Este, seguidos de cerca por los polacos y los checos.
No obstante, algo parece unir a la mayoría de los encuestados: la frustración con la experiencia democrática. Lamentan que en la práctica no pueden disfrutar de los principios democráticos.
Las entrevistas se efectuaron entre el 27 de agosto y el 24 de septiembre a unas 1.000 personas en cada país y el margen de error se sitúa entre el 3,5% y el 5%.
El País - 09.11.09
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