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15/01/2010

Los corsarios del crimen

Bajo una relación contractual, la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos empleó como sicarios internacionales a mercenarios de la empresa militar privada Blackwater

Luis Jesús González

La exigencia de las autoridades de la ciudad germana de Hamburgo al gobierno federal del esclarecimiento “total y absoluto” de un plan de asesinato de un ciudadano alemán, fraguado por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, pone al descubierto la vigencia de los viejos métodos de la CIA y sus vínculos con mercenarios, presentados hoy bajo el eufemismo de contratistas privados.

Sustentada por recientes declaraciones del fundador de la Xe Services LLC, Erik Prince, a la revista Vanity Fair, la demanda del gobierno conservador de Hamburgo reclama de Washington los detalles del complot para asesinar al ciudadano de origen sirio Mamoun Darkazanli, entre 1993 y 1998, cuando Osama Bin Laden aún disfrutaba de sus glorias como luchador contra los soviéticos en Afganistán se ignoraba la existencia de Al Qaeda y varios de los que más tarde formarían parte de la llamada célula de Hamburgo no habían pisado aún suelo alemán.

Al calor de las revelaciones emergen los nexos de los servicios de inteligencia norteamericanos con la empresa militar Xe Services LLC, denominada anteriormente Blackwater, nombre al que tuvo que renunciar a finales del 2007, cuando el escándalo suscitado por el asesinato de 17 civiles en Iraq obligó un cambio de la imagen exterior de la firma.

A lo anterior se añade la publicación en el diario The New York Times de que la CIA contrató en el 2004 los servicios de Blackwater para cazar en otras naciones a supuestos miembros de Al Qaeda y más recientemente, un ex agente norteamericano develó al mismo periódico que casi desde el surgimiento de la empresa militar privada sus relaciones con los servicios de inteligencia son “tan fraternales que la firma de contratistas parecía una extensión de la agencia”.

Otras declaraciones de Prince, aparecidas en su página personal de Facebook, agrega que entre las solicitudes de la CIA se incluyó la eliminación física del científico nuclear paquistaní, Abdul Qader Khan, creador de la primera arma atómica de Pakistán y héroe nacional de su país, crimen que no llegó a cometerse porque a última hora alguien no identificado en Washington “eligió no apretar el disparador”.

Sin embargo, y para consternación de cientos de millones de norteamericanos, las acusaciones de Prince demuestran que la CIA conoció y espió por intermedio de contratados los proyectos de futuros atacantes con suficiente antelación para interrumpir los planes en una fase embrionaria, pero —al parecer— aún no eran lo suficientemente enemigos para interceptarlos o esperaba que apuntaran a otro objetivo.

Considerado uno de los promotores del egipcio Mohamed Atta y de otros implicados en el secuestro de los aviones impactados contra las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre del 2001, Darkazanli figura en las listas de sospechosos de apoyar el terrorismo por las Naciones Unidas, la Unión Europea y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. El gobierno alemán lo encarceló durante nueve meses en el 2004, pero al mismo tiempo negó en dos ocasiones su extradición a España tras los atentados terroristas contra el servicio ferroviario de Madrid del 11 de marzo de ese año.

Refugiado en Hamburgo en la década de los 80 del pasado siglo, Darkazanli estableció en el elegante barrio de Uhlenhorst la empresa Sonderpost, dedicada a la comercialización de piezas electrónicas y repuestos mecánicos de todo tipo. En 1990, obtuvo la ciudadanía alemana, aunque está impedido de salir legalmente del país, pues su pasaporte alemán expiró hace más de cuatro años.

Definidos por su líder como luchadores contra los musulmanes y la fe islámica, las fuerzas élites de Blackwater emplean el indicativo de Caballeros Templarios y adoptan reglas que parecen extraídas de las novelas de caballería de la Edad Media, aunque en realidad, sus métodos recuerdan más las prácticas de los corsarios, tanto por sus astronómicos salarios, que alcanzan hasta los mil 500 dólares diarios, como por sus métodos para expandir cualquier crimen al amparo de patentes imperiales.

http://www.trabajadores.cu/materiales_especiales/columnistas/luis-jesus-gonzalez/los-corsarios-del-crimen

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