Los menores que trabajan en la calle son un problema directamente asociado con la pobreza, en el que las instituciones de asistencia y programas de gobierno han sido rebasados. Diariamente se ven niños que trabajan en las calles, en el mejor de los casos en la venta de chicles, de cargadores en centros de abasto, de limpiaparabrisas, pero también hay dedicados a la venta y distribución de drogas o el sexo recompensado
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Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señalan que del millón 900 mil niños que habitan en el Distrito Federal, 115 mil de ellos de entre cinco a 17 años de edad desarrollan alguna actividad económica; de éstos, 25.5 por ciento oscila entre los cinco y 13 años.
Es el caso de Ana Paola, de 12 años, quien trabaja de vagonera en el Metro. La niña comenzó su vida laboral hace tres años. Desde las siete de la mañana, diariamente recorre la línea 2 del sistema de transporte para ofrecer barras de amaranto. Su jornada concluye cuando termina la venta del producto.
Delgada y de tez morena, accedió a la entrevista que le valió burlar a los guardias de seguridad que realizaban un operativo de retiro de ambulantes. Comentó que a su corta edad le gusta el trabajo, pero añora jugar con sus amigas: lo hago para ayudarle a mi hermana y mi mamá
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Los oficios que desempeñan los menores son diversos. Por ejemplo, en los mercados de La Merced, Jamaica y Central de Abasto hay niños y jóvenes que se ganan la vida como diableros, cargadores de costales de verdura, pelan nopales y perciben ingresos que van de los 100 a los 200 pesos al día, lo cual varía según la jornada. Chacho, de 11 años, traslada todos los días costales de verduras, y cajas de materias primas; en su rostro están la huellas de la desnutrición, sin embargo, aseguró que no tiene otra forma de ganarse la vida.
Por su parte, Gabriel Rojas Arenaza, representante de la asociación Educación con el niño callejero (Ednica) señaló que han habido fallas de las instituciones y también del estado, así como de los gobiernos locales, porque el problema de los niños que trabajan en la calle requiere de la participación de todos los sectores.
Es un problema estructural asociado con la pobreza, que requiere la presencia de instituciones dedicadas a la atención de este tipo de niños, pero también de una participación más decidida del estado y de los gobiernos locales
, apuntó Rojas Arenaza.
Al respecto la representante de Unicef en México, Susana Sottoli, advirtió que en las crisis económicas los niños y adolescentes se suman a la fuerza laboral para compensar las pérdidas de los ingresos familiares. Luego de inaugurar el foro Derechos de la Infancia y Adolescencia en México: Construyendo buenas prácticas, manifestó que la disminución de los ingresos de las familias afecta el desarrollo y bienestar de los niños y niñas en todo el mundo.
Otra situación que se da y que han identificado las organizaciones dedicadas a la atención de los niños es el sexo recompensado
, que ha modificado la situación del niño que trabaja en la calle: tienen relaciones sexuales a cambio de dinero, ropa o comida. A decir de Gabriel Rojas, esto les permite a los menores no pernoctar a la intemperie, pues pueden pagar cuartos de hotel.
Con información de César Arellano
La Jornada - 24.07.09
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