Ingo Niebel
La capital bávara acoge desde ayer la 47ª edición anual de la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC), un encuentro de carácter no oficial en el que los dirigentes mundiales coordinan la política militar mundial. La MSC es el equivalente al Foro Económico de Davos en el ámbito militar. Al igual que ocurre en la estación suiza, Múnich se ha convertido estos días en una ciudad totalmente blindada.
Una vez más, Múnich, la capital del Estado Libre de Baviera, acoge la ya tradicional Conferencia de Seguridad (MSC) que lleva su nombre. A puerta cerrada el mayor encuentro internacional de índole político, económico y militar reúne a 350 participantes y 200 observadores. La dirección corre a cargo de un diplomático alemán que al mismo tiempo mantiene estrechos lazos con el mundo financiero anglosajón, alemán y árabe.
Una vez más, Múnich, la capital del Estado Libre de Baviera, acoge la ya tradicional Conferencia de Seguridad (MSC) que lleva su nombre. A puerta cerrada el mayor encuentro internacional de índole político, económico y militar reúne a 350 participantes y 200 observadores. La dirección corre a cargo de un diplomático alemán que al mismo tiempo mantiene estrechos lazos con el mundo financiero anglosajón, alemán y árabe.
Sin duda alguna, Egipto en particular y la situación en la región de Oriente Medio son temas que ocupan a los participantes de la Conferencia de Seguridad de Múnich durante los tres días que durará.
Los orígenes de esta convención radican en el año 1962, cuando acorde con la entonces «Guerra Fría» se llamaba Conferencia de Ciencia Militar. Sin embargo, los tiempos han cambiado y con ellos los eufemismos. Lo militar se ha visto sustituido por la omnipresente palabra «seguridad» y por lo tanto la 47ª edición de la MSC tratará en primer lugar «las implicaciones de la crisis financiera sobre la estabilidad global y seguridad». El tema es actual e interesante, pero no será tratado de cara al público. He aquí su principal característica, que le une con el recién celebrado Foro Económico de Davos: se trata de un encuentro no oficial, es decir, al margen del programa público de los políticos, financieros y militares tienen la oportu- nidad de tratar temas de manera confidencial.
Dado que los participantes provienen en su mayoría de países con un sistema capitalista, su mayor preocupación es encontrar la manera para superar con seguridad la actual crisis que se expresa de diferentes formas a lo largo de Europa, América del Norte y zonas limítrofes como Oriente Próximo.
Ante este fondo adquiere especial interés el director de la MSC, Wolfgang Ischinger. En 2008 el Gobierno de Angela Merkel pidió al diplomático que dejara el Ministerio de Asuntos Exteriores para hacerse cargo del encuentro. Al mismo tiempo, Ischinger ocupa cargos en los consejos de vigilancia de la aseguradora multinacional alemana Allianz y en el banco de inversión Investcorp, con sede en Londres y Nueva York. Esta última une los intereses financieros de países árabes, situados en el golfo Pérsico, con los del capital anglosajón. Allianz a su vez representa una parte importante del capital alemán.
Dado que el capital siempre busca en primer lugar «puertos seguros» en la actualidad no sólo se ve acorralado por los problemas en la UE y en EEUU, sino también por los cambios que se están produciendo en el norte de África que tienen su origen en la explotación de las correspondientes mayorías sociales. El peor escenario, desde la perspectiva occidental, cuenta con que un país geoestratégicamente tan importante como Egipto podría tomar el rumbo que tomó Irán en 1978. De repente se cambiaría todo el panorama geopolítico y económico de una región que es muy importante para la política y el capital occidentales.
Más allá de estos temas de prioridad actual se esconde otro aspecto importante de la MSC: el de invitar a aquellos jóvenes que en un futuro no tan lejano podrían dirigir a sus respectivos gobiernos, empresas o ejércitos. El evento se llama «Munich Young Leader» y con estos «líderes jóvenes» conversan no sólo el ministro de Hacienda alemán, Wolfgang Schäuble, sino también la ministra de Exteriores francesa, Michèle Alliot-Marie, entre otros. La selección de los 25 invitados, procedentes de todo el mundo, corre a cargo de la Körber-Stiftung, una fundación, creada por un empresario alemán, que cuenta con un capital de 501 millones de euros.
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