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07/07/2009

G8 y G188: Opulencia de unos y miseria de los demás

Chems Eddine Chitour

Las promesas sólo comprometen a quienes las creen

(Jacques Chirac)

El G8 (Grupo de los 8) es un grupo de discusión y asociación económica de 8 de los países económicamente más poderosos del mundo: Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Canadá y Rusia. En conjunto, representan el 61% de la economía mundial. En 2007 en todo el mundo, el G8 abarcaba al 13,1% (870 millones de personas) de la población mundial (6.700 millones de personas) y produjo alrededor del 58% (31,5 billones de dólares) del PIB mundial (54,5 billones de dólares). Además, esos ocho países industrializados contabilizan más del 70% de los gastos militares de todo el mundo.

El sábado por la mañana, los ministros de Asuntos Exteriores del G8 se reunieron en Trieste: trataron, además de las cuestiones financieras y energéticas, tres asuntos. En primer lugar, una declaración sobre «Afganistán y su dimensión regional», relacionada con todos los problemas de esa región del mundo; la cuestión de los refugiados; y el control de las fronteras y la lucha contra el tráfico de armas y drogas… En ese contexto recordaron la suerte de alrededor de 2,5 millones de refugiados que huyen de la ofensiva que lleva a cabo el ejército pakistaní para desalojar a los talibanes de tres distritos del valle de Swat y sus alrededores, en el noroeste del país… Los ministros también se fijaron en la próxima elección presidencial de Afganistán, prevista para el 20 de agosto. Ni una palabra sobre la injerencia de los 75.000 soldados de la coalición y los cientos de muertos civiles, especialmente niños, atribuidos a los errores: los aviones teledirigidos que causan estragos. Tranquilos, nos dicen, el mando ha ordenado investigaciones. A las familias desgarradas se les ha indemnizado. Los afganos son unos ingratos: es por la buena causa, Occidente y su democracia aerotransportada van a librar a las mujeres afganas del burka, esa prisión ambulante.

El segundo asunto que preocupa a los grandes de este mundo es Irán. Después de esperar en vano la caída de Admanidejad en beneficio del «reformador» Musaví, piensan debilitar a Irán con el imperativo de que imponga el orden sin tocar un pelo de los manifestantes, entre los que habrá que dirimir con claridad, algún día, la parte sincera del movimiento de protesta, sin embargo perfectamente legítimo, y la parte correspondiente a los servicios de seguridad occidentales, como no ha dejado de denunciar el clero iraní.

¿Un nuevo orden energético?

Durante dicha reunión, Rusia advirtió del riesgo de «aislar» al régimen de Teherán, mientras que Roma y París proponen una posición «enérgica» sobre las violencias postelectorales en Irán. Serguei Lavrov estima que «el aislamiento de Irán» sería «un enfoque erróneo», tras una entrevista con el ministro italiano de Asuntos Exteriores Franco Frattini. La nuclearización iraní debe figurar en el programa de las discusiones. El viernes está prevista una reunión «a cinco»: (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia) para tratar este asunto de la proliferación y el tratamiento diplomático que se le debe dar en esta etapa. La elección parece reflejar las dificultades que encuentran los occidentales en su voluntad de arrimar a Moscú y Pekín a una política común con respecto a Irán. Rusia y China han declarado recientemente que rechazarían una estrategia de incrementar las sanciones de la ONU contra Teherán, incluso en el caso de que las propuestas estadounidenses no diesen resultado.

Último punto: según nos dicen, se ha acentuado la presión sobre el gobierno israelí con las llamadas a una congelación total de la colonización en los territorios palestinos lanzadas por los países del G8 y el Cuarteto para la Paz en Oriente Próximo. El Cuarteto «exhorta a las autoridades israelíes a detener la colonización». Por otra parte, el G8 y el Cuarteto reafirman el principio de dos Estados para dos pueblos (…) así como su apoyo a la organización de una conferencia internacional sobre Oriente Próximo, en Moscú en 2009, con el fin de reanudar el proceso de paz. Pero hay que señalar que nadie ha hablado de sanciones contra Israel, quien desafía a todo el mundo, incluida Francia, que ha tomado el tren estadounidense en marcha. No habrá más resoluciones del Consejo de Seguridad a la vista de lo que ha hecho Israel con las docenas de resoluciones anteriores.

Volviendo al asunto principal de la energía, en una declaración conjunta publicada tras la cumbre del G8 dedicada a la energía en Roma (Italia), los países concernidos, la Comisión Europea y los ministros de los quince países invitados han insistido especialmente en el hecho de que la crisis económica y financiera actual no debería retrasar las inversiones y proyectos energéticos programados. Éstos son fundamentales para la recuperación económica, señala la declaración. Con el lema «Más allá de la crisis: hacia un nuevo orden mundial energético», relativo al cambio climático, los ministros de los ocho países más industrializados y la Unión Europea se han comprometido a contribuir al éxito de la Convención de las Naciones Unidas sobre el cambio climático y a la conferencia de Copenhague a finales de 2009 y han pedido que se promuevan inversiones destinadas a mejorar la eficacia energética, las infraestructuras, la diversificación de las fuentes de energías y la innovación tecnológica (1).

Finalmente, se trata de la crisis financiera, los ministros del G8 piensan que ya es hora de empezar a hablar de «estrategias de salida de la crisis», señalan los ministros de Finanzas del G8. Dichos ministros de Finanzas del G8 reunidos en Italia recuerdan las estrategias de salida de la crisis pero llaman a proseguir los esfuerzos de relanzamiento. En cambio, el comunicado final no recuerda las pruebas de resistencia de los bancos. Los ministros de Finanzas del Grupo de los Ocho celebraron el sábado los primeros signos de «estabilización» de la economía mundial en su comunicado final «Hay señales de estabilización en nuestras economías (…) pero la situación sigue siendo incierta y los riesgos significativos siguen influyendo sobre la estabilidad económica y financiera», escribieron los ministros. Según el director del FMI, Dominique Strauss-Kahn, el desempleo alcanzará un «pico a principios de 2001» debido al desajuste entre el regreso del crecimiento previsto «a principios de 2010» y su impacto sobre el mercado laboral (2).

Como informa la web altermondialiste , los países industrializados hacen todo lo posible para sabotear la conferencia de las Naciones Unidas sobre la crisis económica y financiera mundial y sus consecuencias sobre el desarrollo que se celebró del 24 al 26 de junio en Nueva York –fecha escogida curiosamente por Italia para convocar la reunión de los ministros del G8-. Para Attac , esta conferencia podría haber sido la ocasión de movilizar al conjunto de los 192 Estados miembros alrededor de un proyecto mundial de salida del modelo neoliberal dominante –cuyo fracaso está comprobado-, con el objetivo de construir otro mundo más justo, más democrático, más solidario y más respetuoso de los imperativos ecológicos. Desgraciadamente no será así. Y los grandes países industrializados, detrás de los cuales se detectan las presiones de las multinacionales, son los responsables absolutos. El informe Stiglitz contiene análisis raramente formulados en este sentido sobre la responsabilidad de las desigualdades en la gestación de la crisis y sobre la incapacidad del mercado para autorregularse. También formula propuestas interesantes sobre la regulación del sistema financiero internacional, la reabsorción de la deuda de los países pobres, etcétera. Pero Estados Unidos y los países miembros de la Unión Europea han sido astutos para eliminar la mayoría de las recomendaciones del informe Stiglitz del proyecto de declaración final. Mientras que se trataba de promover el G192 como instancia de decisión internacional, han conseguido restablecer la supremacía del G20. Finalmente, para difuminar mejor el estatuto de esta reunión, no enviaron a ningún jefe de Estado o de gobierno (3)

De paso hay que señalar que la suerte de los 188 países restantes no interesa al G8, ni a su heredero el G20 en el que se han concedido ilusiones a una docena de países emergentes. Todos los días se gastan más de 2.000 millones de dólares en armamento para asegurar el acceso de las empresas a las materias primas y a los mercados. Se gastan más de 1,2 billones de dólares en armas y Jacques Diouf tiene que suplicar 60.000 millones de dólares para luchar contra el hambre. Además ha declarado que mil millones de personas sufren de malnutrición. Cuando se sabe que en Estados Unidos se gastan en publicidad 400.000 millones de dólares y 30.000 millones en Francia, uno se pregunta hasta dónde puede llegar el egoísmo de los ricos. Las múltiples injerencias hacen que los países africanos tengan muy pocas posibilidades de rebelarse, sin embargo sus materias primas atraen las ansias de todos los países industrializados, sin olvidar a China.

La Unión Europea está construyendo una fortaleza. Miles de refugiados procedentes de África llegan todos los meses a las islas Canarias o a las costas italianas. La mayoría de ellos son deportados inmediatamente hacia sus regiones de origen. Incluso a los refugiados procedentes de zonas de guerra, como Iraq o Afganistán, se les envía de nuevo a la carnicería. En la frontera entre Estados Unidos y México se está construyendo un muro de 1.100 kilómetros para impedir la inmigración. Los trabajadores inmigrados se utilizan como una mano de obra muy barata porque el miedo a la expulsión permite mantener sus salarios y sus condiciones de trabajo bajo mínimos.

Se trató con precisión sobre la ayuda a África; los países ricos del G8 prometieron desbloquear 60.000 millones de dólares en cinco años para luchar contra el sida y la malaria, desmintiendo insistentes rumores según los cuales se habían retractado. Además, el G8 ha confirmado el compromiso tomado en la cumbre de Gleneagles (Escocia) en 2005, de incrementar en 25.000 millones de dólares al año su ayuda al desarrollo para África, de aquí a 2010. En cuanto a la crisis alimentaria, los dirigentes del G8 han declarado su preocupación pero sin embargo no han anunciado nuevas medidas financieras para los países más afectados por la crisis alimentaria. Según los cálculos de Oxfam, que tiene experiencia, con el dinero que se pagará a lo largo de 5 años, el aumento de la ayuda global sólo llegará a 23.000 millones de dólares en 2010, mientras que el G8 había prometido un aumento de 50.000 millones en Gleneagles (Inglaterra) en 2005. En dólares contantes se trataría de incrementar la ayuda pública al desarrollo (APD) de 80.000 a 130.000 millones de dólares. No se cumplirán los objetivos. Comparemos esta ayuda tan codiciada de 50.000 millones de dólares con el mercado de las armas, que es de 1,2 billones de dólares, vendidos justamente por los países del G8 a los países en desarrollo que se endeudan para matarse entre sí. Esta ayuda representa apenas el 4%. Además, los gastos publicitarios mundiales se estiman en 385.000 millones de dólares. En 2006, Francia ha gastado en publicidad 22.000 millones de euros, es decir, el equivalente de la ayuda prometida a África. Los países desarrollados dan limosna con una mano y con la otra recaudan el doble por medio de las deudas, que hacen que esos países tengan sistemas educativos abocados al fracaso y una sanidad deplorable (4).

Esta negación de la dignidad ha hecho reaccionar a la Iglesia. En una carta abierta a los jefes de Estado y gobierno la víspera de la cumbre en Italia (8-10 de julio), los presidentes de las conferencias episcopales de los países miembros del G8 (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Rusia, Gran Bretaña y Estados Unidos) escribieron: «Paradójicamente, los pobres son los que menos han contribuido a la crisis económica que aflige en la actualidad a nuestro mundo, pero son ellos quienes, muy probablemente, sufrirán lo peor de sus estragos, ya que están relegados en los márgenes de una pobreza aplastante… Los países del G8 deberían asumir sus responsabilidades en la promoción del diálogo con las demás grandes potencias económicas para prevenir nuevas crisis financieras»

«Los obispos piden a los Estados que mantengan sus compromisos relativos al aumento de las ayudas al desarrollo dirigidas a reducir la pobreza mundial y alcanzar los ‘objetivos del milenio’, especialmente en los países africanos, para el año 2015». Colaborando de forma constructiva con los países en desarrollo, añaden, los países ricos podrán ayudarles a «convertirse en agentes activos de su crecimiento (1), con la participación en las reformas políticas, gubernamentales, económicas y sociales al servicio del bien común». Preocupados por el «impacto que podría tener el cambio climático sobre la vida de los más pobres», los obispos exigen «compromisos concretos»: «proteger a los más desfavorecidos y al planeta no son ideas contradictorias sino prioridades morales para todas las personas del mundo». «Son, recalcan, las formas del bien común del siglo XXI» (5).

¿Para qué sirve el G8?

Hay que preguntarse, en definitiva, para qué sirve el G8. La cuestión misma de su utilidad está planteada de forma ambigua. Actualmente, el mundo ha evolucionado a una globalización fijada y un juego de poder incierto. El G8 se fundamenta de forma obsesiva en la cuestión de su dimensión. No se puede comprender la utilidad del G8 solo, hay que reemplazarlo en una estrategia planetaria puesta en marcha por las potencias. El primer círculo de mando es justamente el G8, sus herramientas financieras, económicas y comerciales son su aura, incluidos el Banco Mundial, el FMI, cuya muerte se ha anunciado varias veces, y la OMC.

El brazo armado, sin ninguna duda, es la OTAN, y el G8 a menudo se convierte en G7 por la exclusión de hecho de Rusia en la toma de las grandes decisiones. Desde el año pasado, para incluir a los países del BRIC (Brasil, India, China y Rusia), se inventó el G20. Y para redondear el club se han nombrado caballeros a algunos países como Arabia Saudí, cuyo papel se limita a reciclar sus petrodólares para el FMI pero también a marcar el paso a la OPEP. ¿Qué sucede con las organizaciones internacionales? Aparte del Consejo de Seguridad, con un papel claro, los demás revolotean sin tomar parte realmente en los acontecimientos, como es el caso del PNUD, UNICEF, FAO… y también de la UNESCO, de la cual uno se pregunta para qué sirve en realidad.

(1) Clausura de la cumbre del G8 dedicada a la energía, Actu-Environnement.com, 16 de mayo de 2009.

(2) JB, El G8 celebra los signos de estabilización de la economía, (Le Figaro) con AFP, 13 de junio de 2009.

(3) «Comment saboter une conférence des nations unies», http://www.france.attac.org/spip.php?article10129

(4) Chems Eddine Chitour: Le G8 prelude au gouvernement mundial? Mille Babords, 13 de julio de 2008.

(5) Áspera lección de los obispos católicos al egoísmo de los países ricos, 26 de junio de 2009, http://justiciaypaz.dominicos.org/noticia.aspx?noticia=650

Rebelion - 07.07.09

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