Diego Hernán Córdoba
Los dólares, los euros y las imágenes son los nuevos protagonistas. La pelota y el penal son piezas de museo. Los jugadores son mercancía. La FIFA y los medios corporativos lo lograron: el fútbol se murió.
La industria del fútbol ya no necesita partidos, puede prescindir de la práctica deportiva. El “juego”, por ejemplo, se entabla entre marcas como Adidas y Nike, o entre tantas otras que conforman el universo-negocio de la publicidad.
Esa es la inquietante reflexión que, en entrevista exclusiva con APM, formuló el periodista y sociólogo argentino Sergio Levinsky, ex director de las revistas "Fútbol Total" y "Deporte Total", de México, y actual columnista de La Jornada, de Mendoza (Argentina), y Yahoo, de Japón.
“El fútbol es el deporte más masivo del mundo. Tiene la rara paradoja de que siendo el deporte más importante, no tiene lineamentos de controles fuera de lo que es su propia orbita del fútbol. Hoy por hoy, los Estados no pueden meterse con él porque sus dirigentes lo prohíben taxativamente en los estatutos”, dijo Levinsky. Así lo establecen los reglamentos de la Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA).
Eso genera grandes colisiones -sostiene Sergio Levinsky-, especialmente en America Latina. En México, por ejemplo, varios dirigentes se reúnen en torno a una mesa y deciden todo lo que pasa con el fútbol, sin que nadie pueda apelar a la justicia civil. Por lo tanto, baja y sube poderes a voluntad, y no hay manera de que alguien se pueda inmiscuir”, destacó.
A comienzos del 2004, la Federación Mexicana de Futbol decidió convocó a los más exitosos empresarios nacionales, para “profesionalizar el organismo rector del balompié local”. Así se creó el Consejo Consultivo, integrado por diez hombres de negocios, en su mayoría dueños de equipos de la primera división profesional.
Curiosamente, algunos de los intrigantes de ese Consejo Consultivo son los magnates de la televisión mexicana. Por ejemplo Emilio Azcárraga, presidente de la emisora Televisa dueña del Club San Luis de Fútbol y Ricardo Salinas Pliego, propietario de TV Azteca, emisora propietaria del Club Atlético Monarcas Morelia.
Días atrás, el grupo financiero BBVA Bancomer informó que la participación de la selección mexicana de fútbol en el mundial Sudáfrica 2010 representará para Televisa el 30 por ciento de audiencia, según proyecciones para ese año. En caso de que el equipo nacional no calificara al torneo internacional, la televisora perdería alrededor de 16 millones de dólares.
Para TV Azteca las pérdidas serían menores, pero no por ello menos importantes. La audiencia de la televisora disminuiría en un 15 por ciento, lo que representaría 12 millones de dólares menos en sus arcas.
Sergio Levinsky comentó al respecto: “el negocio queda claro, porque hay venta de jugadores, porque se comercian las entradas para los espectáculos, porque la televisión está en el medio, habiéndose convertido en un ingreso patrimonial más que importante para todo el sistema”.
“El futbol es un negocio que mueve mucho dinero. La FIFA tiene más países en su organización que la ONU. Esto dice a las claras lo que hoy representa ese deporte. Hay Estados recién nacidos que creen más importante pertenecer a la FIFA que pertenecer a la ONU. Es tan representativo el fútbol, o por lo menos se cree eso, que hay que colocarse en la orbita del fútbol para poder existir”, añadió.
De allí que, la política y el futbol tienen más cosas en común de lo que podemos imaginar. No por nada el actual presidente de México, Felipe Calderón, durante su campaña presidencial, realizó una serie de “spots” televisivos con dos de los diez mejores jugadores de México, “Kikín” Fonseca y Rafael Márquez, apoyando su campaña proselitista.
Otro caso, comentó Levinsky, es el de Mauricio Macri, quien llegó a la alcaldía de la ciudad de Buenos Aires y aspira a la presidencia de la República luego de haber sido presidente de Club Atlético Boca Juniors durante muchos años.
“El fútbol te da la posibilidad, como se dice hoy en día, de instalarte en el conocimiento de la gente mucho antes de ser político. El político que no utiliza el fútbol para poder instalarse y medir bien en una encuesta, necesita meses y meses de dispersión, de publicidad y de apariciones en programas de televisión y radio”, subrayó.
Además, Levinsky dijo que “el presidente de un club no necesita hacer nada en ese sentido, el ejemplo es Macri. Ocupar un cargo de ese nivel en una institución deportiva de importancia significa aparecer todos los días en las portadas de los diarios, en la radio y en la televisión”.
Este deporte no sólo mueve pasiones deportivas y políticas, sino muchos dólares. En el último encuentro que disputaron las selecciones de El Salvador y México por las eliminatorias Sudáfrica 2010, sólo en el área metropolitana de San Salvador, estuvieron en juego casi 2 millones de la divisa estadounidense.
“El fútbol tiene la rara particularidad de generar gran interés hasta en horas en las que no hay se juegan ni televisan partidos. Por eso una serie de programas y publicaciones especializadas cuentan con tanta audiencia y lectores”, apuntó Levinsky.
Los aficionados –completó-, no participan dentro de la industria pero la alimentan desde afuera, interesándose y apasionándose por el fenómeno. Es decir, la industria del fútbol ya no necesita partidos, puede prescindir de la práctica deportiva. El “juego”, por ejemplo, se entabla entre marcas como Adidas y Nike, o entre tantas otras que conforman el universo-negocio de la publicidad.
“Si no fuese rentable, el fútbol no existiría tal cual se impone en la actualidad. Quizás sí en las calles, en las plazas y en los barrios barrios, pero no como hoy en día lo concebimos. El fútbol es un negocio, o al menos lo es para las entidades deportivas, las distintas federaciones y las televisoras”, concluyó el sociólogo y periodista argentino.
Rebelion - 24.08.09
À procura de textos e pretextos, e dos seus contextos.
Sem comentários:
Enviar um comentário