- James von Brunn, 88 años, supremacista blanco que niega el Holocausto. Odia a los judíos y a los negros y cree que el presidente Barack Obama es un producto sionista para acabar con la raza blanca. El miércoles entró armado con un rifle en el Museo del Holocausto de Washington. Su odio costó la vida a un guarda de seguridad negro. Von Brunn se encuentra en situación crítica.
- Scott Roeder, fanático antiabortista, acabó el 31 de mayo con la vida del doctor George Tiller -quien efectuaba abortos a mujeres en el último trimestre de embarazo- cuando se encontraba en misa con su familia en Wichita (Kansas).
- Jim Adkisson quería aniquilar a los demócratas del Congreso y a Obama. Ante la dificultad de la tarea, Adkisson se decidió por liberales más accesibles. Asesinó a dos personas en una iglesia de Tennessee porque comulgaban junto a gays y lesbianas.
- Amenaza 'skinhead'. La agencia del Gobierno que controla las armas y los explosivos (BATF, siglas en inglés) dijo haber desmantelado un plan de un grupo skinhead para asesinar a Obama y a otras 102 personas negras. El 102 no es aleatorio, es la suma de 88 y 14; para los supremacistas blancos 88 es el equivalente a Heil Hitler -la H es la octava letra en el alfabeto- y el 14 responde al número de palabras que contiene la frase con que los seguidores del poder blanco empiezan todos sus discursos: "We must secure the existence of our people and a future for white children" ("Debemos asegurar la existencia de nuestra gente y un futuro para los niños blancos").
Los casos antes citados parecen confirmar los peores pronósticos. Cierto es que son aislados (aunque su suma indica una tendencia) y que las cifras más fiables de los grupos de derechos civiles establecen en unos 30.000 los miembros de grupos skinheads, el Movimiento Nacional Socialista (descendiente del Partido Nazi Americano) y los que siguen adorando al Ku Klux Klan. Pero están ahí. Ganando presencia y fuerza bajo la protección de la Primera Enmienda y usando para llegar a la gente y extenderse la herramienta símbolo de estos tiempos: Internet. Varias páginas web de supremacistas blancos vieron sus servidores colapsados la noche que Obama ganaba la presidencia de EE UU en noviembre. Stormfront.org, cuyo fundador es Don Black, 56 años, ex miembro del KKK, tuvo 2.800 nuevos usuarios nada más conocerse la victoria. Y aseguró recibir unas 50.000 visitas sólo ese día. No parece preocupar a los expertos la idea del gran compló, del gran atentado en nombre del poder blanco. Lo que preocupa, y mucho, es el lobo solitario. "Esos tipos son los verdaderamente peligrosos", dice Mark Potok, de la organización privada Southern Poverty Law Center. "Los grandes complós no tienen éxito porque esos tipos son incapaces de mantener la boca cerrada".
La extrema derecha se adapta a los tiempos y ajusta su ideario. El Movimiento Nacional Socialista no sólo ha cambiado su uniforme para no quedarse anclado en los años treinta (ha pasado del marrón nazi al negro fascista italiano) sino que conoce los temores de la gente y los explota: han puesto en el centro de su diana a los inmigrantes.
Por eso, en sus concentraciones -reducidas, la última en Washington, el año pasado, no sumaba 30 personas, superadas con creces por la policía, que los protegía de grupos contrarios a sus creencias- es común ver a sus miembros portando una mezcla de la bandera americana con la esvástica nazi y lucir chaquetas bomber que llevan eslóganes como no hablo español, gilipollas. Se trata de reclutar para las filas de la extrema derecha al ciudadano que hasta anteayer tenía casa, coche y una buena tele pero que lo ha perdido todo por culpa de la crisis.
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