Raquel Martí
La ocupación israelí está socavando los esfuerzos para luchar contra la pobreza y disminuye la calidad de, entre otros, los servicios educativos que se destinan a la población refugiada en los Territorios Palestinos Ocupados (TPO). La población palestina, que ha sido considerada a lo largo de los años como la de mayor nivel educativo de Oriente Medio, se enfrenta desde hace tiempo a graves problemas para poder acceder a una de las claves para un futuro mejor.
En el transcurso de estos 60 años las y los refugiados de Palestina han pasado a constituir el grupo de población que durante más tiempo lleva manteniendo su condición de refugiado. Aproximadamente una tercera parte de la población refugiada del mundo es palestina. En la actualidad, y lejos de reducirse, esta cifra ha aumentado considerablemente: los registros de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA) [1] cuentan con 4.766.670 personas, de las que 1.396.368 continúan viviendo en alguno de los 58 campamentos existentes en Jordania, Líbano, Siria, Gaza y Cisjordania.
Hoy en día la educación es el programa de mayor envergadura de la UNRWA. En la actualidad representa el 50 por ciento de su presupuesto y más de las tres cuartas partes de su personal. [2] Existen aproximadamente 700 escuelas que atienden a casi medio millón de niños y niñas. A pesar de los esfuerzos, en la actualidad el mantenimiento de los altos niveles educativos no se está cumpliendo. Según un informe del Banco Mundial, a partir de septiembre de 2006 el rendimiento académico se encuentra a la zaga de los estándares regionales. En esta situación influyen varios factores, todos ellos relacionados con la ocupación y la grave carencia de fondos necesarios para mantener y mejorar los niveles de educación.
¿Condiciones adecuadas para el crecimiento?
A cientos de niños, niñas y adolescentes de Palestina se les niegan diariamente sus derechos a tener una vida sana y segura y a disfrutar de unas condiciones adecuadas para su crecimiento. La violencia militar es una constante en su día a día; los toques de queda, las incursiones llevadas a cabo por las fuerzas de ocupación israelí, los cierres militares y los enfrentamientos entre las distintas facciones palestinas ponen su vida en riesgo constante y hace imposible su libre movimiento. Cada día somos testigos de la violación de sus derechos a la alimentación, la salud, la educación, el juego y la recreación e, incluso, el derecho a la vida.
Un estudio realizado por la Universidad de Birzeit (Ramallah) indica que alrededor del 45 por ciento de los niños y niñas de Gaza y Cisjordania ha visto a soldados asediar su escuela. El 25 por ciento ha sido testigo de cómo su escuela quedaba expuesta a disparos o bombardeos, y el 18 por ciento ha visto asesinar a un compañero o compañera de estudios. Los niños y niñas de toda Cisjordania, especialmente los que viven cerca del Muro construido por Israel, tienen que lidiar con los puestos militares de control y los bloqueos de las carreteras para llegar a clase cada día.
Destrucción e imposibilidad de reconstrucción
Durante el año 2009, 374 niños y niñas perdieron la vida y 2.086 resultaron heridos. Sólo durante la agresión militar israelí “Operación Plomo Fundido” sobre la franja de Gaza, entre diciembre de 2008 y enero de 2009, 350 menores fueron víctimas mortales, 1.815 resultaron heridos y 40.000 desplazados.
Durante dicho periodo se destruyeron 18 escuelas y 260 resultaron dañadas. En algunos casos el ejército israelí entró por la fuerza en los recintos escolares y utilizó las escuelas como centros de interrogación. La falta de materiales para la reconstrucción y rehabilitación de las escuelas, junto con la escasez crónica de material educativo (todo ello consecuencia del bloqueo), ha provocado que las escuelas mantengan un sistema de doble turno, a menudo en condiciones inseguras e insalubres. Hasta la fecha, las escuelas destruidas que se han podido reconstruir son pocas, de igual modo que las dañadas que se han podido reparar.
En este contexto son necesarias nuevas escuelas para atender la creciente demanda de alumnos y alumnas en Gaza. Debido a la prohibición de entrada de materiales de construcción, 40.000 menores se han quedado este curso sin poder ser escolarizados.
Otro factor importante que afecta a los y las estudiantes en Gaza es su situación psicológica: el 73 por ciento de la población infantil y juvenil sufre desórdenes psicológicos tras la agresión. Junto con la malnutrición [3], que crece a un ritmo alarmante, este hecho ha llevado a 14.000 niños y niñas del curso 2008- 2009 a ser incapaces de aprobar ni una asignatura.
Otros efectos de la ocupación en la Franja son el aumento del absentismo escolar y los matrimonios prematuros en el caso de las niñas, así como la disminución del rendimiento escolar y del número de jóvenes universitarios. Por otra parte, la situación de violencia constante, tanto interna como externa, y la frustración de los hombres que han perdido su papel como sostén de la familia están produciendo un aumento de la violencia doméstica.
La situación en Cisjordania
La discriminación y la inacción de las autoridades israelíes en Jerusalén Oriental y en la “zona C” de Cisjordania, controlada por Israel, también atentan contra el derecho a la educación.
Debido a las dificultades impuestas para obtener los permisos de construcción necesarios para ampliar, mejorar o construir nuevos centros para dar cabida al crecimiento de la población estudiantil, 10.000 menores estudian en escuelas que no son más que tiendas de campaña, caravanas y estructuras elementales. Además, un tercio de las escuelas se enfrenta cada día a la falta de agua y a unas infraestructuras de saneamiento inadecuadas.
Los elevados índices de pobreza en Jerusalén Este y en Cisjordania provocan que un elevado número de niños y niñas se vea forzado todos los días a salir a la calle para buscar entre la basura o para dedicarse a la venta ambulante. En Jerusalén hay además un déficit de 1.000 aulas para atender la demanda escolar. Ambos factores hacen que existan entre 5.000 y 10.000 menores en Jerusalén Este sin escolarizar, área en la que la deserción escolar se encuentra en torno al 50 por ciento.
Si bien las tasas de alfabetización siguen estando entre las más altas del mundo árabe, especialmente en cuanto a las mujeres, los porcentajes de matriculación en educación básica han disminuido del 96,8 por ciento en el curso 2000-2001 al 91,2 por ciento en el año escolar 2006- 2007. En 2008 se matriculó en secundaria menos del 30 por ciento de la población adolescente (en su mayoría chicos).
Ante esta situación, si no se producen cambios políticos, el escenario más probable será el continuo deterioro de los medios de subsistencia, así como un aumento todavía mayor de los niveles de pobreza, desempleo e inseguridad alimentaria, con una juventud con graves secuelas psicológicas, frustrada y probablemente cada vez más radicalizada.
Fotografía: UNRWA.
Notas
[1] En el año 1949, tras la guerra árabe-israelí que provocó el éxodo de 700.000 refugiados, Naciones Unidas crea la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA), con el objetivo de encargarse de la educación, la salud y las necesidades básicas de la población refugiada. Aunque el mandato de la UNRWA se estableció por tres años, debido a la falta de solución a la deplorable situación en la que se encuentran los refugiados de Palestina se ha venido renovando sucesivamente hasta la actualidad.
[2] La UNRWA emplea a cerca de 30.000 trabajadores y trabajadoras en todo Oriente Medio, de los que 22.178 son personal educativo.
[3] La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) registra 25.000 menores con desnutrición.
http://www.revistapueblos.org/spip.php?article2087
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