Es impresionante la capacidad que tiene el mercado de hacer negocio hasta con las causas sociales más honestas. El ejemplo más socorrido es el de la foto de Korda del Che convertido en icono publicitario de camisetas, tazas de café y cualquier otro producto vendible, pero los ejemplos no dejan de aumentar y actualizarse. Dos casos me han llamado la atención recientemente, ambos aparecidos en la misma página del suplemento de economía de El País del 4 de julio. Uno de ellos es de la ONG de cooperación internacional Intermón Oxfam que, con el objetivo de llamar la atención sobre los millones de personas que pasan hambre en el mundo, ha resuelto crear una aplicación gratuita para el iPhone. Así, el ciudadano del primer mundo podrá tener un entretenimiento en su teléfono móvil de 600 euros con el que jugará a conseguir que su presidente apruebe un plan de rescate para los países pobres. El usuario, a través de la aplicación llamada Rescue Plan, gana el juego cuando logra que el líder político reúna 150.000 millones de dólares que, según Oxfam, es “la cifra necesaria para evitar que más de mil millones de personas pasen hambre, y que tan sólo suponen un 1 % del dinero destinado al sector financiero para afrontar la crisis económica”. Por supuesto, nada de lo que el jugador hace en su teléfono con este programa es real, ningún gobierno da dinero a los pobres mientras él juega, ni ningún sector financiero deja de recibir fondos públicos. Eso sí, quizás se sienta solidario jugando en un teléfono que vale más de lo que disponen muchas personas para pagar su alimentación durante un año.
El otro caso es el modelo de automóvil Fiat que desfiló en la cabalgata del Orgullo Gay en Madrid. Creado especialmente para este colectivo, la empresa dispone, entre otros, de un modelo Drag, con plumas rosas y tela de lycra con lentejuelas; el modelo Leather, con tiras de cuero y tachuelas en el capó, el techo y los laterales; y el Lesbo, con carrocería color oro brillante, simulando una polvera, y con un gran pintalabios gigante. De modo que lo que se suponía un desfile para reivindicar la libertad de elección sexual ahora es un escaparate de publicidad de coches para homosexuales.
Lo más triste de estos ejemplos, no es la miseria de las empresas que utilizan causas sociales y reivindicaciones para hacer negocio, sino la complicidad de los militantes y activistas, lo que confirma la debilidad de los principios y el grado de interiorización que tenemos del mercado al que terminamos dejándole entrar hasta en nuestras luchas y movimientos para terminar apropiándoselos.
http://www.pascualserrano.net/noticias/causas-sociales-y-mercado
Sem comentários:
Enviar um comentário