Angela Klein
El espectacular crecimiento del Producto Nacional Bruto del 3,6% el año pasado ha sido alimentado sobre todo por los estados del BRIC (Brasil, Rusia, India y China), de una parte pues por países productores de materias primas y de otra parte por China, que, en noviembre de 2008, había lanzado un programa coyuntural de 390 millardos de euros, que jugará el papel de locomotora para el conjunto de la región de Asia del sureste. Las exportaciones de mercancías en dirección a Brasil han progresado el 61,3% en 2010, las enviadas a China el 55,5% y las de Rusia el 18,3%. La prima a la renovación de coches y el programa coyuntural han hecho el resto -instrumentos clásicamente keynesianos donde los haya.
El empleo contra el salario
Las medidas tomadas por los interlocutores sociales han contribuido también a mantener una paz relativa en el mercado del empleo -así el acuerdo del paro parcial (la parte patronal de las cargas sociales ha sido tomada a su cargo por las cajas públicas). El instituto sindical WSI liga la ausencia de una gran ola de paro a la práctica convencional llamada de la "seguridad en el empleo", introducida a partir de los años 1990 y que se ha extendido desde entonces. Cuando la cartera de pedidos es un poco baja, prevé que la empresa pueda reducir el tiempo de trabajo y por tanto el salario. Sin embargo, el instituto no es capaz de proporcionar una evaluación precisa de sus efectos. Finalmente, la flexibilidad del trabajo ha funcionado bien: las cuentas de ahorro del trabajo han sido puestas a cero y los trabajadores y trabajadoras han acumulado una deuda en horas de trabajo que será devuelta cuando se produzca la recuperación. Los sindicatos que practican la colaboración social pueden pues sentirse satisfechos en su opción de priorizar la seguridad del empleo a cambio de la reducción del salario y de la puesta en cuarentena de la cuestión de la reducción del tiempo de trabajo.
Es una época difícil para la resistencia y la protesta sociales. Cuando los "amortiguadores sociales" (como se dice en Italia) actúan, se dejan pasar los ataques y se está contento cuando la metralla pasa por encima. Queda el miedo en el estómago y el sentimiento difuso de que no es posible que el tsunami de los despidos masivos y de las reducciones de salario se lleve el paisaje alrededor de uno y quedar como único superviviente. Pero el miedo no ha alimentado jamás la voluntad de resistencia.
Hay sin embargo una excepción interesante, la de la manifestación de Nuremberg, con sus 35.000 participantes, un número que sorprendió a todo el mundo y en primer lugar al organizador, el sindicato IG Metall. En Alemania meridional se explica esto así: la pobreza y el paro no estaban hasta ahora al orden del día, salvo en algunas regiones. La crisis de 2008 ha golpeado por primera vez en todas partes y el riesgo del hundimiento se ha hecho manifiesto -que se piense en el temor expresado por IG Metall de Bade-Würtemberg a ver la recesión económica provocar una ola de quiebras de pequeñas y medianas empresas en el Jura suavo. La participación masiva en la manifestación de Nuremberg traduce este temor y la revuelta contra la perspectiva de perder duraderamente un empleo seguro y aún bien pagado para emprender la vía de la precariedad, tomada desde hace bastante por el resto de la república.
Precarios e eventuales
Los y las que han pagado efectivamente la crisis, son los eventuales. Un tercio del "milagro alemán de la contratación" se ha producido gracias a ellos. Están muy poco sindicados, tienen a menudo empleos sin futuro, que nos les abren las puertas del subsidio de paro de primer grado y forman la mayor parte de quienes tienen el salario mínimo de la ley Hartz IV.
Los parados y paradas han tenido también y tienen aún la ocasión de salir a la calle, pues la reforma de la ley Hartz puesta en pie por la señora von der Leyen (ministra federal de Trabajo, democratacristiana ndr) implica, finalmente, reducciones considerables de la ayuda. El precio del nuevo milagro del empleo se encuentra entre los eventuales, en el desarrollo del sector de los bajos salarios, en el aumento del subempleo y en el aumento sensible de la pobreza. Alemania es campeona de Europa en el desarrollo de los bajos salarios: cualquiera que ligue esto a la prioridad a las exportaciones es un bromista…
Estos mecanismos de gestión de la crisis no van más allá del muy corto plazo. La prima a la renovación de coches da la espalda a los objetivos declarados del gobierno en materia de clima; el programa coyuntural ha fracasado en orientar social y ecológicamente la recuperación económica. La prioridad a las exportaciones lleva a un callejón sin salida, pues es frágil y crea además grandes desequilibrios. Las proyecciones para este año y el siguiente son ya a la baja. Y la primavera del keynesianismo ha terminado: la crisis del euro ha proporcionado un pretexto bienvenido al gobierno alemán para dar un giro en dirección al freno de la deuda y a economías presupuestarias. No, la crisis no está detrás de nosotros y hay que temer que las verdaderas dificultades estén todavía por llegar.
El empleo contra el salario
Las medidas tomadas por los interlocutores sociales han contribuido también a mantener una paz relativa en el mercado del empleo -así el acuerdo del paro parcial (la parte patronal de las cargas sociales ha sido tomada a su cargo por las cajas públicas). El instituto sindical WSI liga la ausencia de una gran ola de paro a la práctica convencional llamada de la "seguridad en el empleo", introducida a partir de los años 1990 y que se ha extendido desde entonces. Cuando la cartera de pedidos es un poco baja, prevé que la empresa pueda reducir el tiempo de trabajo y por tanto el salario. Sin embargo, el instituto no es capaz de proporcionar una evaluación precisa de sus efectos. Finalmente, la flexibilidad del trabajo ha funcionado bien: las cuentas de ahorro del trabajo han sido puestas a cero y los trabajadores y trabajadoras han acumulado una deuda en horas de trabajo que será devuelta cuando se produzca la recuperación. Los sindicatos que practican la colaboración social pueden pues sentirse satisfechos en su opción de priorizar la seguridad del empleo a cambio de la reducción del salario y de la puesta en cuarentena de la cuestión de la reducción del tiempo de trabajo.
Es una época difícil para la resistencia y la protesta sociales. Cuando los "amortiguadores sociales" (como se dice en Italia) actúan, se dejan pasar los ataques y se está contento cuando la metralla pasa por encima. Queda el miedo en el estómago y el sentimiento difuso de que no es posible que el tsunami de los despidos masivos y de las reducciones de salario se lleve el paisaje alrededor de uno y quedar como único superviviente. Pero el miedo no ha alimentado jamás la voluntad de resistencia.
Hay sin embargo una excepción interesante, la de la manifestación de Nuremberg, con sus 35.000 participantes, un número que sorprendió a todo el mundo y en primer lugar al organizador, el sindicato IG Metall. En Alemania meridional se explica esto así: la pobreza y el paro no estaban hasta ahora al orden del día, salvo en algunas regiones. La crisis de 2008 ha golpeado por primera vez en todas partes y el riesgo del hundimiento se ha hecho manifiesto -que se piense en el temor expresado por IG Metall de Bade-Würtemberg a ver la recesión económica provocar una ola de quiebras de pequeñas y medianas empresas en el Jura suavo. La participación masiva en la manifestación de Nuremberg traduce este temor y la revuelta contra la perspectiva de perder duraderamente un empleo seguro y aún bien pagado para emprender la vía de la precariedad, tomada desde hace bastante por el resto de la república.
Precarios e eventuales
Los y las que han pagado efectivamente la crisis, son los eventuales. Un tercio del "milagro alemán de la contratación" se ha producido gracias a ellos. Están muy poco sindicados, tienen a menudo empleos sin futuro, que nos les abren las puertas del subsidio de paro de primer grado y forman la mayor parte de quienes tienen el salario mínimo de la ley Hartz IV.
Los parados y paradas han tenido también y tienen aún la ocasión de salir a la calle, pues la reforma de la ley Hartz puesta en pie por la señora von der Leyen (ministra federal de Trabajo, democratacristiana ndr) implica, finalmente, reducciones considerables de la ayuda. El precio del nuevo milagro del empleo se encuentra entre los eventuales, en el desarrollo del sector de los bajos salarios, en el aumento del subempleo y en el aumento sensible de la pobreza. Alemania es campeona de Europa en el desarrollo de los bajos salarios: cualquiera que ligue esto a la prioridad a las exportaciones es un bromista…
Estos mecanismos de gestión de la crisis no van más allá del muy corto plazo. La prima a la renovación de coches da la espalda a los objetivos declarados del gobierno en materia de clima; el programa coyuntural ha fracasado en orientar social y ecológicamente la recuperación económica. La prioridad a las exportaciones lleva a un callejón sin salida, pues es frágil y crea además grandes desequilibrios. Las proyecciones para este año y el siguiente son ya a la baja. Y la primavera del keynesianismo ha terminado: la crisis del euro ha proporcionado un pretexto bienvenido al gobierno alemán para dar un giro en dirección al freno de la deuda y a economías presupuestarias. No, la crisis no está detrás de nosotros y hay que temer que las verdaderas dificultades estén todavía por llegar.
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