Fueron 2.820 millones de euros en 2009 y 2.920 millones los previstos para 2010. El presupuesto del ministerio de Cultura francés oficialmente sigue creciendo por encima de la inflación. Pero, curiosamente, ese crecimiento se efectúa en paralelo a una contención de los sueldos del personal de cultura, de una brutal reducción del número de puestos de trabajo en museos y centros de arte, y de una disminución de las subvenciones. Esa paradoja del sarkozysmo cultural tiene su misterio, y contra ese misterio el Centro Pompidou lleva seis días seguidos cerrado por huelga, y a partir del miércoles próximo serán 80 las instituciones culturales que la respaldarán.
Francia ocupa desde hace medio siglo un lugar completamente al margen, en el concierto europeo, en cuanto a apoyo público a la cultura. Cualquier actividad artística está amparada por el dinero público. De hecho, el presupuesto del Ministerio de Cultura se mantiene o crece, sí. Pero ese aumento nominal debido sobre todo a la voluntad de evitar conflictos con artistas y trabajadores de la cultura no se nota. Porque Sarkozy y sus sucesivos ministros, Frédéric Mitterrand ahora, y Christine Albanel primero, lo destinan a misiones muy particulares.
Si hay más dinero, ¿por qué se suprimen puestos en museos y centros culturales, porqué bajan las subvenciones a las creaciones? En primer lugar, el presupuesto 2010 del Ministerio de Cultura aumenta en el capítulo destinado a Patrimonio.
De la misma forma, una parte importante del presupuesto se destina a financiar la nueva autoridad de lucha contra la descarga gratuita de obras (la Hadopi), instaurada por la ley Creación e Internet. Y también a financiar un nuevo invento de Nicolas Sarkozy y bautizado pomposamente como Consejo de la Creación Artística.
Según el diputado socialista Marcel Rougemont ese "Consejo" es un "OVNI con objetivos muy pretenciosos", que en realidad sólo sirve para "montar golpes mediáticos" y para "multiplicar las taquillas de financiación, con el riesgo de debilitar la eficacia de la acción cultural".
Otro descubrimiento: bajo el aumento del presupuesto global, se reduce la dotación a todas las acciones de acceso a la cultura. Cerca de 10 millones menos (-15%) están destinadas a esas acciones.
La guinda que ha puesto al personal del Ministerio de Cultura en pie de guerra, con los trabajadores del Centro Pompidou en primera línea, es la llamada Revisión General de las Políticas Públicas (RGPP). Implica la no sustitución de uno de cada dos funcionarios que se jubile, cosa que, en el Pompidou (uno de los centros culturales más activos del país) representaría perder un 20% del personal en los próximos 10 años.
Precisamente, el valor de esa RGPP ya ha sido señalada como inútil por la Comisión de Finanzas. La aplicación demuestra que no por reducir puestos de funcionarios se sanean finanzas. La necesidad de cubrir las tareas vacantes pasan a contratos con el sector privado, lo que encarece los costes de funcionamiento de la acción pública.
Vacas flacas en EEUU
Los malos tiempos también complican el arte estadounidense. Los principales museos del país, sin subvenciones públicas, se han visto obligados a recortar personal, programas y exposiciones. Ninguna institución se ha librado, ni el impertérrito Metropolitan, ni los centros más pequeños o alternativos.
Desde principios de este año las noticias caen, una tras otra. En enero, el Moca, el museo de Arte contemporáneo de California, redujo su plantilla en 20% (32 empleos) y anunció recortes de presupuesto de 4,4 millones de dólares, "decisiones difíciles para restaurar el salud financiera y preservar la independencia" de la institución, anunció entonces el comunicado oficial. Por las mismas fechas el Smithsonian de Washington, establecimiento conservador donde los haya, pidió a sus departamentos que recortaran sus gastos en 8%.
El mes siguiente el Metropolitan decidió cerrar sus 15 tiendas de regalos de arte, dispersadas por el país y congeló todas las nuevas contrataciones; al mismo tiempo, el museo de Filadelfia reconoció que este año sólo dispondría de 256 millones de dólares en vez de los 346 del año pasado. Poco después subió el precio de sus entradas. En abril, el museo de Brooklyn, "para adaptarse a la nueva realidad económica", redujo su plan de exposiciones del año que viene.
En junio, le tocó al Guggenheim reducir su plantilla en un 8%, después de perder el 18% en las donaciones privadas que alimentan su presupuesto. El personal que se queda ha tenido que reducir drásticamente sus gastos de viaje, de representación y demás lindezas sociales.
Y así, hasta ahora. Y visto que los museos organizan sus proyectos con mucha antelación, por mucho que se recupere la economía el año que viene, los efectos de esta drástica etapa de austeridad se notarán hasta 2011.
Reducción de la actividad
La recesión "nos afecta profundamente", reconoció el pasado septiembre, Thomas Campbell, el nuevo director del Metropolitan que el pasado enero sustituyó al histórico Phillipe de Montebello. Anualmente, el pilar museístico de Nueva York organiza entre 30 y 35 exposiciones, incluidas una docena que exige complicados traslados y préstamos de otras instituciones. Campbell estimó que la actividad se reduciría en un 20-25%, más o menos lo que ha perdido el presupuesto del museo en contribuciones privadas, muchas de ellas del mundo de las finanzas. Desde enero ha recortado 350 empleos de un total de 2.200.
La vida tampoco es muy sencilla para los que se quedan. Una encuesta realizada en más de 60 museos de EEUU revela que muchos de sus directores y altos cargos han recortado significativamente sus salarios. El director del MoMA, Glenn Lowry, el responsable museístico mejor pagado del país, redujo su salario en un15% (aunque seguirá manteniéndose por encima del millón anual).
Las reducciones salariales se extienden también a los comisarios y administradores, a quienes se les ha congelado el sueldo, se les ha reducido las horas o se les ha eliminado directamente de los planes de pensión o de salud.
Público.es - 28.11.09
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