"Nunca me engañé, es difícil asegurar [que los irlandeses vayan a votar 'si' al Tratado], pero creo que podemos hacerlo", ha declarado Michael Martin en una entrevista con la radio estatal RTE. "Estamos ante un reto muy importante, va a ser una campaña muy ajustada y serán necesario todos los recursos, la convicción, la política y la pasión de los partidarios del 'sí'".
La respuesta del ministro coincide con la publicación de una encuesta que asegura que los partidarios del 'sí' al tratado han caído bruscamente en las últimas semanas, aunque siguen siendo mayoría. Según el sondeo de Irish Times/TNS, un 46% de los irlandeses votaría 'sí' en este momento, ocho puntos menos de los que anunciaban que lo harían en mayo. Sin embargo, los partidarios del 'no' siguen siendo muy inferiores en número: un 29% hoy frente a un 28% en mayo. Los antes convencidos del 'sí' se han pasado ahora a las filas de los indecisos, lo que indica lo crucial de la campaña.
El problema es que ya se esperaba un 'sí' en el anterior referéndum, el año pasado, pero los partidarios del 'no' consiguieron dar la vuelta a los pronósticos enarbolando la bandera de que la UE acabaría con la neutralidad militar irlandesa, la autonomía fiscal y ciertos derechos sociales que, a su juicio, se verían perjudicados. Tras la negativa de los irlandeses, la UE concedió a Dublín una serie de garantías para salvar esos escollos y hacer digerible el tratado para los irlandeses, que volverán a votarlo el próximo 2 de octubre.
El Tratado debe ser ratificado por los 27 estados miembros para ponerse en marcha. El Tratado de Lisboa ha recorrido un camino lleno de baches desde el alumbramiento del texto. Primero fue rechazado, contra pronóstico, por Holanda y Francia en 2005, lo que obligó a rebajar el texto. Luego fueron los irlandeses los que rechazaron el texto rebajado, con lo que hubo que redactar unas garantías ad hoc para Dublín. Polonia y la República Checa, que ya opusieron resistencia a su aprobación, están pendientes de la firma de sus presidentes al Tratado, algo a lo que se resisten hasta que se pronuncie Irlanda.
El País - 04.09.09
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