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01/03/2011

Por una nueva universidad

Marcelo Ruiz (ACTA)

La Universidad Pública, desde hace ya tiempo, ha perdido el carácter de voz pública decisoria y de alta legitimidad, en tanto rol cultural y social, frente a los serios problemas que atraviesa la educación en su conjunto como parte de una sociedad profundamente desigual.

Ausencia de la Universidad, como voz institucional, revelada en la falta de posicionamientos críticos y propuestas alternativas comunicados abiertamente, frente a graves situaciones sociales como son la inequidad y la injusticia social, el hambre y la precarización laboral, el vaciamiento de los sistemas públicos de salud, la exclusión en el sistema educativo de las grandes mayorías, la violación a los derechos de los pueblos originarios y la degradación y depredación del ambiente.

Al mismo tiempo, tampoco son evidentes posicionamientos con fuerza institucional respecto de los grandes e importantes debates en torno al estado actual y las relaciones entre la ciencia, la cultura y el arte. Por el contrario, se parte de sus realidades como datos y no como un proceso social de exploración y modificación del mundo. Cuando hablamos de ausencia no nos referimos a la inexistencia de investigaciones, intervenciones y de valiosos compromisos de muchos miembros de la institución Universidad, sino que enfatizamos su ausencia en tanto centralidad en la política universitaria y por ende de la inexistencia de voz pública de sus conducciones institucionales.

Se trata de una ausencia política que conlleva el supuesto posmoderno de la no política, de la disociación ciencia - política, del no decir y del no actuar. Es decir, inmovilidad intelectual e ideológica, paradigma de este tiempo. En realidad, para nosotros, esa ausencia lejos de ser neutralidad es un nueva forma de hacer política, que instrumenta, mantiene y profundiza eficazmente las injusticias sociales y educativas.

Las marcas de estas ausencias y la pérdida de legitimidad social de la Universidad como voz pública, configuradas como crisis institucional, es la resultante -en parte- de las políticas de mercantilización que se desataron con vigor a partir de los ´90, y que fueron impuestas al espacio público en su conjunto y a la educación superior en particular y en la cual, aun hoy, persisten sus núcleos duros de diseño y ejecución.

En la Universidad, algunas manifestaciones de ello son:

* Los bajos salarios y la precarización laboral.

* El escaso número de cargos y de posibilidades de movilidad en el escalafón, tanto en docentes como en no docentes.

* El reemplazo de dedicaciones exclusivas por otras menores en el sector docente.

* Las insuficientes becas estudiantiles tanto en número como en monto.

* La progresiva tercerización y privatización de las actividades de apoyo, otrora realizada por las/los trabajadoras/res no docentes.

* El ajustado margen presupuestario de las universidades para sostener, promover y ensanchar el proceso educativo -enseñanza, investigación y extensión- dado que su mayor componente es el salarial.

* La existencia de una marcada separación entre concepción de las líneas centrales de la política- decidida por los "expertos" portadores de un supuesto saber neutral- y ejecución de dichas líneas por parte de las/los estudiantes y las/los trabajadoras/res. Esta es una de las manifestaciones del carácter autoritario del "diseño" de las políticas educativas.

* La fragmentación del sistema operado a través de financiamientos focalizados (programas especiales), incluyendo sólo a algunas áreas de conocimiento, sujetos a criterios cuantitativos de "eficiencia" y "calidad".

* La falta de oportunidades en la continuidad de la formación ya que en muchas áreas la formación continua, que el propio sistema obliga para poder permanecer en él, no está garantizada, empujando de este modo a que muchas/os trabajadoras/res docentes sostengan con sus propios ingresos la formación de posgrado.

Estos elementos se dan en el marco de un proyecto de mercantilización de carácter transnacional que cuestiona a la educación superior en cuanto derecho social, y le imprime una lógica de mercado - enunciada en términos de mérito, crédito y control - experimentando la creciente y peligrosa transformación de su identidad haciar una organización con carácter mercantil. Lógica mercantil que se refuerza por una tipología de funcionarios que, lejos de fortalecer los procesos autónomos de carácter colectivo y democráticos movilizados para pensar una "nueva universidad", utilizan la política de "piloto automático", evadiendo los debates sustanciales. El resultado es la pérdida de la hegemonía y, más aún, la pérdida de legitimidad de la Universidad para intervenir activamente en los grandes problemas de la educación, la ciencia y la sociedad en su conjunto.

Así, vemos como la Universidad crítica ha desaparecido, dejando lugar a un vaciamiento en la reflexión educativa y epistemológica y, como correlato - no puede ser de otro modo ya que se basa en la acentuación del carácter individual de los procesos - la pérdida de lazos colectivos, la dificultad para percibirnos como sujetos históricos, la pérdida de energía utópica, del deseo y la vitalidad ¿Cuánto hace que dejamos de soñar con transformar la realidad?

Por todo esto, un conjunto de estudiantes, graduados y trabajadoras/res de la Universidad Nacional de Río Cuarto, apoyados en experiencias colectivas previas en nuestra institución, nos asumimos como actores sociales diversos que hacen de su vida cotidiana una búsqueda de otros horizontes, de "otros mundos donde quepan muchos mundos".

Por lo anterior, y rebelados frente a la inercia insensible y ante la conformidad material de algunos, hemos decidido conformarnos como corriente de pensamiento y acción que cuestione el "estado actual" de la Universidad. Que, al mismo tiempo, descartando toda pretensión de iluminismo de vanguardia, convoque a un debate amplio y abierto con el objetivo de recrear una nueva universidad, que transite un camino de consolidación de lo público, un camino de compromiso con un proyecto educativo con clara vocación de inclusión mayoritaria de la población, en diálogo con las organizaciones sociales de los sectores más vulnerables, de profundización de la democracia y con un perfil fuertemente emancipador.

Esto supone que la Universidad, institucionalmente asuma:

El carácter limitado en el acceso de las grandes mayorías y, por lo tanto, la necesidad de profundizar la democratización de las oportunidades. Implica también, repensar los dispositivos didácticos desde una pedagogía situada - que parta del contexto socio-cultural-, el aumento de becas orientadas a los sectores más humildes, y fortalecer los lazos con la escuela pública y con las organizaciones sociales para diseñar estrategias comunes frente a la exclusión.

La insuficiencia del presupuesto universitario actual y su compromiso para exigir, y no declamar, al Estado Nacional, un financiamiento que permita sostener procesos de ensanchamiento de la Universidad Pública. el deterioro de las condiciones laborales y su compromiso para revertir la situación. Reconocimiento que al mismo tiempo implica ubicar a las/los propios trabajadoras/res universitarios en el rol estratégico de construcción del proyecto educativo.

Que la producción de ciencia y tecnología debe ocupar un lugar clave en un proyecto de Nación autónoma, lo que supone generar las condiciones en términos de presupuesto y de políticas de acceso a la investigación a escala nacional. Hoy existen circuitos altamente diferenciados, tanto hacia el interior de las propias universidades, como en términos de regiones y de género, entre otras problemáticas.

Pensar una Universidad diferente supone recuperar el carácter de institución social autónoma para definir sus prioridades en un amplio proceso de debate. La autonomía no la entendemos como mirada auto-centrada o perspectiva endogámica sino que, por el contrario, como estrategia para poner en suspenso el carácter alienante de las políticas de mercantilización. Autonomía que permita que la Universidad recomponga alianzas con los sectores sociales más vulnerados y así, de este modo, poder reconquistar la legitimidad social perdida. Autonomía para que trabajadoras/res, graduados y estudiantes asumamos un rol protagónico en las definiciones sustanciales del proceso educativo.

La potenciación del trabajo en red entre Universidades, entre Universidad y escuela, y entre Universidad y organizaciones sociales y estatales debería ser un modo orgánico de construcción institucional. Red que debería asumir el compromiso de profundizar concepciones y prácticas solidarias, desde un humanismo emancipador.

No se trata de derrumbar lo hecho sino que, por el contrario, partiendo de nuestra historia y de nuestras subjetividades decidamos abrir un espacio colectivo de construcción.

El objetivo de este documento es invitar a una auto-convocatoria de carácter plural, para construir una programática por una Nueva Universidad.

http://www.argenpress.info/2011/03/por-una-nueva-universidad.html

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