Una multitudinaria manifestación bautizada como "Día de la ira" paralizó hoy la capital de Iraq, pese al toque de queda impuesto por el primer ministro Nouri Al-Maliki, quien advirtió además de posibles actos terroristas.
Si bien dijo respetar el derecho de los iraquíes a protestar pacíficamente y expresarse de forma libre, apuntó que elementos "saddamistas (leales de Hussein), terroristas y de Al-Qaeda" aprovecharían las marchas para realizar atentados.
Los organizadores de la movilización aseguraron que cientos de miles de iraquíes se unieron a las marchas después del rezo musulmán del mediodía en Bagdad para protestar contra la corrupción, la falta de empleos y el déficit generalizado de alimentos, electricidad y agua.
El propósito es forzar al gabinete iraquí a tomar medidas para mejorar las condiciones de vida en un país que recibe significativos ingresos por el petróleo, pero que exhibe una marcada desproporcionalidad en el reparto de la riqueza nacional.
La concentración desembocó en choques en la plaza Tahrir de Bagdad cuando la policía antimotines, apoyada por vehículos blindados y gases lacrimógenos, impidió el acceso de numerosos manifestantes, quienes respondieron al intento de dispersarlos.
Además de Bagdad, las ciudades de Basora, Kirkuk, Sulaimaniya y otros poblados del interior han sido escenarios de reivindicaciones populares en las últimas semanas, algunas de las cuales desembocaron en enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad.
"Dejen que se escuche la voz de libertad en todas las calles de Bagdad y tomen lecciones de Egipto, Túnez y Libia", fue uno de los mensajes circulados por teléfonos móviles y redes sociales para convocar a la masiva demostración contra el gabinete de Al-Maliki.
Otros activistas señalaron que los manifestantes deben salir a las calles con gritos como "Viva Iraq" o "Revolución de febrero contra la corrupción", al tiempo que alentaron a iraquíes residentes en el exterior a manifestarse fuera de las embajadas de este país.
La concentración de este viernes se realiza bajo un abultado despliegue de fuerzas antimotines, y a pesar del toque de queda adoptado por el Gobierno para intentar frenar la protesta.
Al-Maliki ordenó a la policía prohibir la circulación de automóviles por las calles de Bagdad, a la vez que se impidió a muchas personas el cruce de uno de los principales puentes de acceso a la plaza donde tiene lugar la demostración.
Incluso, el primer ministro -que lleva casi tres meses de su segundo mandato- advirtió de brotes de violencia que presuntamente provocarían milicianos de la red Al-Qaeda y miembros del proscripto partido Baath, con el que gobernó este país el ya derrocado presidente Saddam Hussein.
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