Rafael Poch
A dos años de la quiebra los políticos no han hecho absolutamente nada en la "reforma del capitalismo" que mencionaron. En cambio, sí que han presentado e iniciado, todo tipo de medidas de recorte social, bien con aumentos de impuestos –nunca dirigidos a los más ricos-, bien con desmontes laborales, salariales, de pensiones, etc. Su pasividad en un frente, contrasta con su dinamismo en el otro. Es la mejor y más clara respuesta a la ingenua pregunta ¿quien pagará la crisis?, que se formulaba hace dos años.
Ningún sacrificio social de la mayoría, sin reforma de los mercados financieros y medidas para poner coto al robo bancario. Que no haya una cosa sin la otra. Tal debería ser la posición sindical europea en este momento. Ese debería ser el tema de negociación y debate en Bruselas, con miras a un nuevo pacto social europeo.
Una respuesta a la crisis que no modifique mercados, que no prohíba "hedge funds" y la "banca de inversiones", que no grave sus transacciones especulativas y no reforme toda la maraña de instituciones y relaciones cleptocráticas que el neoliberalismo nos regaló, es inmoral e inaceptable. También lo es el énfasis, discriminatorio y selectivo, en los manirrotos pobres y del Sur, en Europa y en el mundo. ¿Se pueden afear las cuentas griegas e ignorar la gran juerga gastadora financiada por otros, fundamentalmente asiáticos, que caracteriza a la economía de Estados Unidos que a todos nos condiciona?
En su calidad de inventores del embrollo industrial son más bien los correctos y perfectos del Norte, social y geográfico, los principales responsables del estropicio, por no hablar de la deuda ecológica. Sin embargo el debate va por otro lado porque el propio debate tiene dueños y no es un debate libre.
Que se hable de PIGS y no de la manifiesta y grandísima cerdada que supone un sistema económico global, que, en el mundo y en la eurozona, beneficia a los más fuertes que diseñaron tal sistema, dice mucho sobre el momento que vivimos.
Que a la hora de proponer medidas para estabilizar la situación, los profesionales en beneficiarse de los desequilibrios y desigualdades estructurales existentes, en el mundo y en el seno de la eurozona (como Alemania, cuya economía exportadora ha jugado precisamente a eso desde 1999), ni siquiera mencionen la posibilidad de actuar contra los factores que han venido incrementando esa desigualdad (como el dumping salarial alemán en la eurozona), es también muy clarificador. La única manera de equilibrar discursos y programas es presionar. La filosofía griega.
Evidentemente, no existe una "posición sindical europea", pero si existiera debería tomar ejemplo de Grecia. La sociedad más precapitalista de la eurozona se está demostrando como la más razonable. Sin presión social no habrá cambio. Y sin cambio, nos llevarán a un segundo batacazo, del que ya no se librará ni China, y que nos reunirá a todos a las puertas cerradas de los bancos para reclamar ahorros perdidos, como ocurrió en la Rusia de 1992.
Hay que presionar a los políticos europeos que, en general, son unos profesionales de la rutina muy poco deseosos de buscarse problemas con los bancos y los mercados. Hay que enseñarles a los arrogantes del Norte que una sola berenjena rellena griega y una vida menos colonizada por el dinero, valen más que toda la supuesta eficacia industrial alemana, de tan glorioso pasado, o que esa degradada existencia que reduce al ser humano a consumidor.
Las sociedades europeas sólo deberían acceder a apretarse el cinturón a cambio de las claras y necesarias reformas que la crisis pone de actualidad. La huelga griega es una aportación más realista a un nuevo pacto social europeo que nos saque del embrollo, que todo el debate económico alemán sobre la necesidad o no de un Fondo Monetario Europeo.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=102138
À procura de textos e pretextos, e dos seus contextos.
13/03/2010
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