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30/11/2009

Blair en la escena del crimen

Juan Dufflar Amel

Documentos de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA) recientemente desclasificados e informes del gobierno británico revelan que, desde febrero del año 2002, Blair comenzó a confabularse y planear subrepticiamente con el gobierno de Washington la invasión y ocupación de Iraq.

El ex primer ministro británico, Anthony Blair, integrante con George W. Bush y José María Aznar de la troika belicista que mintió, falsificó, ocultó evidencias y manipuló la información brindada a la comunidad internacional para justificar la guerra contra Iraq, se verá interpelado en enero por el Parlamento de su país al ponerse al descubierto los falsos argumentos utilizados para involucrar a Gran Bretaña en la ilegal agresión liderada por Estados Unidos contra ese país.

Documentos de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA) recientemente desclasificados e informes del gobierno británico revelan que, desde febrero del año 2002, Blair comenzó a confabularse y planear subrepticiamente con el gobierno de Washington la invasión y ocupación del país árabe, iniciada en marzo del 2003.

Según declaraciones de William Ehrman, ex funcionario del Foreing Office para asuntos de Defensa e Inteligencia a la comisión investigadora, el gobierno inglés conoció 10 días antes de la invasión que Iraq carecía de capacidad para usar armas químicas, incluso que los arsenales suministrados por Estados Unidos en los años 80 para ser empleados en la guerra contra Irán habían sido desmantelados.

Sin embargo, el ex primer ministro intensificó sus memorables peroratas parlamentarias para convencer a los diputados británicos de que los objetivos de Londres no eran los de involucrarse en una futura operación militar, y menos los de derrocar al gobierno del presidente iraquí Saddam Hussein, pues solo perseguían el propósito de desarmar a Iraq, falsamente acusado por Estados Unidos, de poseer armas de destrucción masiva, como se comprobó posteriormente.

De acuerdo con el testimonio del entonces embajador británico en Washington, Christopher Meyer, Blair modificó su postura hacia Bagdad luego de un encuentro informal en el rancho privado de Bush en Crawford, Texas, donde el gobernante inglés decidió alinearse con las proyecciones estadounidenses.

Hasta la fecha la posición inglesa apuntaba al reforzamiento de las sanciones internacionales, aunque una semana antes de la reunión de Crawford, la misión del Reino Unido recibió instrucciones del asesor de política exterior del primer ministro, David Manning, sobre el cambio de sensibilidad británica hacia la cuestión iraquí.

Totalmente subordinado a la política exterior del entonces presidente norteamericano, el ex inquilino del 10 de Downing Street, también lanzó sus tropas de asalto contra el pueblo iraquí y ahora no podrá hurtar el cuerpo a la responsabilidad que le toca en la pérdida de la vida de más de un millón de sus ciudadanos, y de la enorme devastación causada en la nación árabe, aún ocupada por fuerzas extranjeras.

A los 56 años y después de ocho al frente del gobierno británico, la figura de Blair resulta incómoda a las aspiraciones del Partido Laborista, de ahí que el primer ministro Gordon Brown opte por el distanciamiento de su antiguo jefe obligado por las actuales circunstancias a renunciar a sus sueños de presidir la Unión Europea.

La interpelación al ex jefe de gobierno por la comisión encabezada por el parlamentario John Chicot, se realizará en momentos en que la opinión pública del país reclama con mayor insistencia el retorno del contingente de soldados británicos que todavía permanecen en zonas de guerra, cuyas bajas mortales en Iraq, desde el inicio de la invasión hasta el presente, ascienden a 225, mientras que las de Afganistán suman 190.

Entre los cargos que se le imputan para ocultar al Parlamento y a los mandos militares sus trajines en pro de la operación militar en Iraq, están los de deficiencias y falta de coherencia, “que conllevaron una ofensiva precipitada con ausencia total de un plan de contingencia”, según hace constar el informe del gobierno de Londres.

Blair se defenderá como “gato boca arriba” de esas acusaciones, pero no lavará el estigma de ser copartícipe de una injustificada e inmoral guerra, para que Estados Unidos y sus aliados disfrutaran del control y los beneficios del codiciado petróleo iraquí.

http://www.trabajadores.cu/materiales_especiales/columnistas/juan-dufflar-amel/blair-en-la-escena-del-crimen

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