Ayer, 10.000 mujeres, según los organizadores, se manifestaron en Roma "contra la violencia machista y la explotación del cuerpo de las mujeres con fines políticos y económicos". Pidieron una escuela que eduque en la convivencia civilizada entre los sexos, libertad de elección sexual, menos homofobia y menos racismo.
El día anterior, ante el Palacio Grazioli, residencia del primer ministro, se concentraron un centenar de jóvenes estudiantes y trabajadoras precarias contra la ley de prostitución diseñada por la ministra de Igualdad de Oportunidades, Mara Carfagna, ex velina públicamente cortejada por Berlusconi. La norma prohíbe la prostitución en lugares públicos, y multa tanto a las prostitutas como a sus clientes.
"Esta casa está más cerrada que ninguna", ironizaron las manifestantes en referencia a las fiestas celebradas allí, antes de ser dispersadas por la policía. A su juicio, "la ley Carfagna favorecerá la clandestinidad, la explotación y las mafias".
Los miembros de organizaciones feministas y lesbianas reiteraron ayer que las cifras oficiales de la violencia machista en Italia revelan una situación dramática. Casi siete millones de mujeres de entre 16 años y 70 años han sufrido agresiones o maltrato al menos una vez en su vida. Ocho de cada diez son agredidas en casa, por maridos, novios, padres o parientes. Un millón ha soportado una violación o un intento de violación. Solo un 2% denuncia los ataques.
En los 12 meses previos a la encuesta del Instituto de Estadística (ISTAT), medio millón de mujeres habían sufrido violencia. En Roma, los casos de violencia sexual aumentaron en 2008 un 52% respecto a 2007. La prostitución y pornografía infantil, un 70%.
Todo ello sucede en el silencio y la impunidad. El jueves, el presidente de la República, Giorgio Napolitano, pidió acciones urgentes y "rigor sin indulgencia" para frenar "la violencia, la prepotencia y la intimidación". Y llamó a combatir "la imagen vulgar de la mujer, meramente consumista, que transmiten la televisión y la publicidad".
Sabina Ambrogi, guionista de televisión y especialista en la representación de la mujer en los medios, explica que el caso italiano es "especialmente desolador porque no hay alternativas culturales al modelo patriarcal que desde hace 30 años ha construido la televisión privada".
El País - 29.11.09
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