Ástor Díaz
Con los ecos de la manifestación en Londres de 52.000 universitarios y de la toma de la sede del partido conservador todavía recientes, analizamos el plan de David Cameron, que contempla recortes del 25% en prestaciones sociales y en el gasto general del Estado.
El ministro británico de Hacienda, George Osborne, anunció el día 20 un drástico paquete de medidas para reducir el gasto público durante los próximos cinco años. Con este movimiento, el Gobierno conservador de David Cameron espera reducir en 95.000 millones de euros el déficit de la corona inglesa, que este año se sitúa en el 12% y que el Gobierno pretende reducir hasta el 3% en cinco años.
Entre los recortes que se contemplan en el informe de gasto presentado por Osborne destaca la reducción de un 20% en el gasto corriente de la mayoría de los departamentos ministeriales, que incluye las carteras de Interior, Exteriores y Presidencia. De este recorte del que sólo se salvan Defensa y Justicia, con ajustes de hasta un 8% a la baja. El llamado Estado del bienestar perderá más de 20.000 millones de euros en ayudas sociales y las administraciones locales acusarán un descenso del 7,1% en la financiación que reciben de Londres. Esta iniciativa también acarreará la liberalización de las tasas universitarias, cuyo importe máximo se multiplica por cuatro, mientras que la inversión en educación superior se recortará en un 40%, quedando virtualmente bajo control privado.
Según la oficina de Responsabilidad Presupuestaria del Reino Unido, estos recortes traerán consigo la pérdida de hasta 600.000 empleos en el sector público de aquí a 2015, un 3,4% del total. Este organismo prevé que este factor afecte en mayor medida al sector de servicios financieros y a la construcción, y por demarcaciones regionales, al sureste y noroeste de la isla, Escocia e Irlanda del Norte, donde se destruirá uno de cada 20 empleos. A esto se suman las predicciones de la firma Pricewaterhouse Cooper, que reprodujo la BBC en días posteriores, en las que se estimaba que el sector privado perdería otro medio millón de empleos, en su mayor parte servicios públicos subcontratados por la administración, como consecuencia directa de las medidas del Gabinete conservador.
El ministro Osborne ha justificado el plan de ajuste por la “peor herencia económica de la historia”, que a su juicio ha dejado como herencia el laborismo en sus últimos 13 años de gobierno, afirmando que así el Reino Unido “dará un paso atrás del borde del abismo, alejandose del riesgo de ruina económica”.
Mientras tanto, la Secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, expresaba su preocupación por la reducción del presupuesto de Defensa de su principal aliado en las aventuras bélicas de Iraq y Afganistán. El recorte de un 9% en los 45.000 millones de euros que gasta Downing Street en defensa cada cuatro años, no deberá mermar “las capacidades bélicas del Reino Unido”, según el Departamento de Estado. Además de afirmar que “los recortes no comprometerán el apoyo a nuestras tropas en la línea de frente”, el Ministerio de Defensa ha filtrado sus planes para renovar su escuadra de submarinos nucleares Trident. Esta medida, que se toma 20 años antes del final de la vida útil de la flota, costará al Estado británico 22.500 millones de euros, que se suman a los 38.000 que ya debe a día de hoy.
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