Emilio Ruchansky
La idea surgió de los directores, para expresar una demanda sin hacer paro y difundir los problemas en el barrio. Piden por mejoras edilicias, la construcción de escuelas secundarias y la designación de docentes.
Alumnos, docentes y directivos de la Escuela 23, de Flores, pasearon su reclamo por el barrio.
Imagen: Kala Moreno Parra.
Entre los colegios de la zona está la Escuela 23, cuyo director, Enrique Samar, recorrió las calles del barrio, junto a alumnos y docentes, con su guardapolvo pintado con diseños indígenas. Dijo que sus alumnos tienen libertad para hacer lo mismo y que la mayoría de los padres de ellos hablan guaraní, aymara o quechua. “Intentamos valorizar el idioma, la visión, las culturas”, explicó, mientras marchaba por la vereda para pedir también que la Plaza de los Virreyes, a metros de la escuela, se llame Túpac Amaru.
“En el ranking de relación entre salarios y recursos fiscales por habitante, la ciudad de Buenos Aires está última en comparación al resto del país”, decía un papel colgado en la cartelera de la escuela, ubicada en San Pedrito al 1100. Al lado, sobre las rejas, los chicos colgaron cartulinas con pedidos específicos: un espacio nuevo para la biblioteca, más libros y “que el gobierno cumpla con todas sus promesas”. Sobre el hall, otro cartel anunciaba un pedido especial: “San Martín y Belgrano no aceptarían el nombre de Virreyes para una plaza, nosotros tampoco”.
Mientras caminaba junto a sus alumnos, Samar le explicó a Página/12 que uno de los grandes problemas del barrio es la falta de escuelas de nivel inicial (jardines) y de secundarias. “Hay 23 colegios primarios en este distrito y ya tenemos problemas de cupo, pero lo peor es que sólo hay siete colegios secundarios. ¿A dónde van a ir los chicos una vez que terminan acá? A un privado, si pueden pagarlo, si no se quedan sin posibilidades de seguir estudiando”, dijo. La mayoría de sus alumnos proviene de la villa 1-11-14 o del barrio Ramón Carrillo.
Fueron esos alumnos los que repartían ayer a los vecinos volantes escritos por ellos mismos, en los que piden “un salario justo para los docentes”, “que haya más estufas”, “que el gobierno ponga más ventiladores” y “que las escuelas no tengan que pagar nada, como pintura o plomeros”. Alejandro, de seis años, pedía simplemente que la escuela “esté más linda” mientras caminaba junto a su maestra, Analía. Para ella, es urgente renovar los libros de la biblioteca. “Encima tenemos en el mismo lugar el laboratorio de ciencias naturales y los libros”, aseguró la docente. Una vez terminada la vuelta manzana, los alumnos de la Escuela 23 y sus maestros se juntaron en el patio. Micrófono en mano, el director explicó en detalle la situación: “Ya hay 35 inscriptos para el primer grado y ustedes saben que no entran tantos chicos en un aula. Además, faltan becas de estudio y jardines de infantes. Si ustedes tienen hermanitos saben de lo que estoy hablando. ¿Les parece lógico y justo esto?”. El acto terminó con un feliz cumpleaños para uno de los chicos, cantado al ritmo del carnavalito, y una canción de cuarteto sobre el peón, en una escuela donde el ajedrez es más popular que el fútbol.
“Los colegios de Flores y de Mataderos vienen reclamando hace años por problemas edilicios”, aseguró ayer Lesbegueris. Y enumeró algunos problemas: la Escuela 15 (del Distrito Escolar 11) tiene problemas graves en la instalación eléctrica, a la Escuela Media 5 le falta mantenimiento, escasean las escuelas de doble jornada y el 70 por ciento de los chicos de toda la ciudad que están en lista de espera para ingresar al colegio son de esta zona.
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