La situación en algunos países es dramática. En España, dueña de la quinta economía más grande en la UE, el desempleo sigue creciendo y ya alcanza el 19,5 por ciento. En Letonia llega al 22,8 y en Estonia al 15,2 por ciento.
Uno de cada diez trabajadores en la eurozona está desempleado. Las figuras publicadas ayer muestran que el crecimiento de la economía aún no impacta en el mercado laboral. La situación confirma las preocupaciones en Bruselas de que se estaba produciendo un “crecimiento sin empleos”. En el 2009, la economía de la eurozona –formada por los 16 países que comparten el euro–, se achicó un 4,0 por ciento. Muchos esperaban que el fin de la recesión y el crecimiento de 0,7 para este año sirviera para generar nuevos puestos de trabajo. Sin embargo, el desempleo no sólo no retrocede sino que sigue creciendo y ya alcanza a un 10 por ciento de la población activa.
Los economistas de la oficina de Eurostat encargada de dar los datos explican que de la misma forma que un descenso del PBI no impacta inmediatamente en el empleo, lo mismo sucede a la inversa. Explican que el tiempo estimado para que el crecimiento económico se traduzca en creación de empleos es de alrededor de seis meses. Sin embargo, esos mismos economistas no supieron estimar cuándo esperaban que el desempleo en la eurozona comenzará a descender.
La situación en algunos países es dramática. En España, dueña de la quinta economía más grande en la UE, el desempleo sigue creciendo y ya alcanza el 19,5 por ciento. En Letonia llega al 22,8 y en Estonia al 15,2 por ciento. Otros países han sabido soportar los efectos de la crisis económica de mejor manera. Alemania, por ejemplo, pudo sobrellevar su peor recesión económica desde el fin de la Segunda Guerra Mundial –que encogió la economía un 5 por ciento– gracias a una reducción en los horarios de trabajo, la cual evitó despidos masivos. De esa forma el desempleo tan sólo creció de 7,1 a 7,5 por ciento.
Las cifras de desempleo se suman a los problemas de los gobiernos de la eurozona para controlar las cuentas públicas. El Pacto de Estabilidad adoptado en 1997 cuando se introdujo el euro establece que ningún Estado miembro puede tener un déficit fiscal superior al 3 por ciento y una deuda pública mayor al 60 por ciento de su PBI. Pero luego de la crisis económica, 13 de los 16 países de la eurozona no cumplen con las condiciones del pacto, lo cual ha provocado la reacción de funcionarios en Bruselas que presionan para que los Estados recorten gastos.
El director del Banco Central Europeo, el francés Jean-Claude Trichet, sostuvo que el déficit en la eurozona “no era sustentable” y que era necesario cortar el gasto público que había crecido durante la recesión económica para reactivar la economía.
Aunque las medidas de recorte del presupuesto podrían aumentar aún más el desempleo, la lógica de asegurar la estabilidad del euro parece primar en Bruselas. Los países que deberán hacer los mayores sacrificios son Grecia, España, Irlanda y Portugal por los desequilibrios en sus cuentas fiscales.
En los últimos meses, el gobierno griego del socialista Giorgos Papandreu se ha enfrentado a una inmensa presión venida desde Bruselas para que equilibre sus cuentas. Actualmente Grecia tiene un déficit fiscal de 12,7 por ciento y una deuda pública de 113 por ciento del PBI. El sucesivo aumento del riesgo país de Grecia promete desequilibrar las cuentas aún más, ya que Atenas debe pagar mayores intereses a sus acreedores.
En los círculos de Bruselas se teme que la misma desconfianza se extienda a otros países de la eurozona, lo cual podría provocar una reacción en cadena que acabaría con la estabilidad del euro. Por el momento las recetas que vienen de Bruselas y del Banco Central Europeo proponen una reestructura a la FMI: recortes generalizados en gastos públicos y aumento de la recaudación impositiva. Las medidas podrían tener un severo impacto en la ciudadanía europea, ya golpeada por el desempleo.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=99591
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