El dato avanzado de producto interior bruto (PIB), que debe revisarse dos veces, muestra que las cosas no mejoran tan rápido como se esperaba. Es el tercer trimestre consecutivo en negativo, algo que hay que remontarse a 1974 para verlo, y el peor semestre desde 1958. En un comunicado, la Reserva Federal advirtió ayer que la actividad económica va a seguir débil, si bien atisba un modesto cambio a mejor, pues habla de una moderación en la contracción.
Al diseccionar el indicador se ve dónde la crisis pega más fuerte. La inversión empresarial cayó a un ritmo anualizado del 37,9%, casi el doble que en el cuarto trimestre. Los inventarios cayeron, lo que restó tres puntos al PIB. Pero a largo plazo, la limpieza de los almacenes de productos sin vender puede acelerar el repunte con nuevos pedidos.
El otro punto de debilidad sigue en el ladrillo. La inversión en la vivienda cayó a una tasa anualizada del 38%, lo que se comió 1,36 puntos del PIB. Los economistas ya advierten de que si antes del verano no se ve una mejora en los datos relacionados con el sector inmobiliario, habrá que esperar otro año para que se estabilice.
Las exportaciones cayeron entre tanto a un ritmo del 30%, un desplome que no se veía desde 1969, reflejo de la dimensión global de la crisis. La caída en las importaciones fue aún más pronunciada, del 34,1% en tasa anual, lo que ayudó a amortiguar el golpe. Pero es a la vez la muestra de que los estadounidenses son selectivos en el gasto.
EE UU depende en dos terceras partes del consumo. Y por ahí llegó el dato positivo, al subir a un ritmo del 2,2% tras caer un 4,3% en el cuarto trimestre, lo que aportó 1,5 puntos al PIB frente a los tres que restó a final de 2008. Este detalle gustó a Wall Street. De hecho, la publicación de un dato de contracción peor que el esperado no impidió a la Bolsa apuntarse fuertes ganancias gracias a unos resultados empresariales que sorprendieron positivamente.
La Reserva Federal, entretanto, dejó los tipos entre el 0% y el 0,25% en su reunión de ayer, tal y como se esperaba. Y se mantuvo en la nueva estrategia lanzada en marzo, al reiterar su intención de comprar 1,2 billones de dólares en activos hipotecarios y 300.000 millones de bonos del Tesoro. El hecho de no haber aumentado el objetivo de las compras fue interpretado por algunos como un signo de que la Reserva Federal cree que lo más agudo de la recesión ha quedado atrás.
El País - 30.04.09
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