Hedelberto López Blanch
El neoliberalismo impuesto al mundo por las potencias capitalistas más desarrolladas y que entre sus objetivos tenía el de controlar económica y políticamente a naciones menos desarrolladas, se ha vuelto como un bumerán contra los países de la Eurozona que hoy, unos tras otros, estallan en profundas crisis.
Si en décadas anteriores la América Latina se debatía entre manifestaciones obreras y campesinas que rechazaban las recetas y medidas que obligatoriamente imponían el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) a instancias de Estados Unidos y Europa Occidental y que causaban más hambre, miseria y desempleo en la región, hoy le ha tocado el turno a millones de habitantes del viejo continente.
La Eurozona, integrada por 16 países (la Unión Europea (UE) por 27) se encuentra nuevamente en el ojo de la tormenta al aceptar Irlanda que había entrado en crisis financiera e imponerle el FMI y la directiva de la UE un enorme sacrificio público para entregarle 85 000 millones de euros (115 000 millones de dólares para el llamado salvataje financiero.
Tras la crisis de la deuda griega en la pasada primavera boreal, ahora el hundimiento de Irlanda bajo las deudas por las inyecciones de dinero que otorgó a sus bancos, manteniendo los impuestos sobre las empresas tanto nacionales como extranjeras a niveles casi ridículos, han sembrado el pánico en Europa.
El sismo económico en la Unión Europea se inició en Grecia y se extendió a Irlanda. Portugal y España se encuentran al borde de la caída, mientras Francia y Gran Bretaña padecen enormes manifestaciones obreras y estudiantiles contra los recortes públicos adoptados por sus gobiernos.
Con la posibilidad de obtener abundantes créditos, Grecia gastó mucho más de sus posibilidades e ingresos obtenidos que le provocó un déficit fiscal de 13,6 % y una deuda pública del 115,1 % de su Producto Interno Bruto (PIB).
Atenas, para recibir los 110.000 millones de euros acordados, ha tenido que ir cumpliendo el plan de austeridad impuesto por la UE y el FMI, con fuertes recortes de sueldos y pensiones, elevación de la carga impositiva a los productos y disminuciones sustanciales a los gastos públicos en una nación donde una de cada cinco personas vive por debajo del nivel de pobreza.
Bajo fuertes amenazas de la UE y del FMI, el gobierno irlandés presentó un plan de ajuste presupuestario de 15.000 millones de euros (20.000 millones de dólares) para reducir en cuatro años el déficit excesivo del país.
Como siempre la soga revienta por el lado más débil, los recortes en los gastos públicos representarán las dos terceras partes de los futuros ahorros gubernamentales, con las consecuentes afectaciones a la mayoritaria población.
De esa forma, Irlanda rebajará 2 800 millones de euros de gastos sociales en todas las esferas de la sociedad en cuatro años; despedirá 24.750 trabajadores públicos; reducirá el salario mínimo por hora trabajada y del 10 % para los nuevos funcionarios; aumentará los Impuestos sobre el Valor Añadido (IVA) del 21 al 22 % en 2013 y en 24% en 2014.
Además rebajas y modificaciones en el sistema de pensiones; encarecimiento en 500 euros de las tasas universitarias hasta los 2 000 euros anuales; mayores impuestos al consumo del agua; e levar la edad de jubilación a los 66 años en 2014, los 67 en 2021 y los 68 en 2028.
Estas son a grandes rasgos las medidas decretadas por Dublín para tratar de salvar su economía financiera, mientras a los bancos (instrumentos principales con sus transacciones especulativas del desarrollo de la crisis) se destinan los abultados préstamos y a las compañías se les continúa con pequeños impuestos, los más bajos de la zona.
Portugal y España se encuentran en la cuerda floja. Madrid ha ido introduciendo reducciones y medidas para rebajar el gasto público y mantiene el índice de desempleo en 19,8 %.
El Parlamento portugués aprobó un presupuesto de austeridad para recortar el déficit de 7,3 % al 4,6 % del PIB. Lisboa tiene una tasa de paro del 10.9 %. La deuda pública alcanza los 161 000 millones de euros, cifra que ronda el 82 % de su PIB.
Tras sancionar las reducciones, ese país ibérico se estremeció de una punta a la otra con una huelga general, la primera en 20 años, en la que participaron tres de sus cuatro millones de trabajadores y los sindicatos han anunciado que mantendrán las presiones en defensa de sus intereses.
Los ajustes o las tensiones no se han limitado a estos países. En Gran Bretaña, el gobierno conservador del primer ministro David Cameron impuso recortes presupuestarios profundos que han provocado grandes malestares entre la población.
Las huelgas y demostraciones se han sucedido en el último mes por parte de las centrales obreras, mientras decenas de miles de estudiantes han tomado las calles, pese a la represión policial, para rechazar el excesivo aumento de las matrículas universitarias.
El gobierno incrementó las tasas de matricula en las universidades hasta las 9.000 libras (unos 10.600 euros) anuales.
Las protestas y las ocupaciones de centros universitarios ocurrieron por toda Inglaterra y Escocia, desde Londres a Manchester, Liverpool, Sheffield, Bristol, Southampton, Oxford, Cambridge, Leeds, Newcastle, Bournemouth, Plymouth, Cardiff, Glasgow y Edimburgo.
En Francia, donde han sido continuas las protestas contra el alto costo de la vida, el presidente Nicolás Sarkozy logró que la Asamblea Nacional sancionara duros recortes para reducir el déficit del Estado en 2011 de 152.000 a 92.000 millones de euros.
Italia se halla inmersa en los mismos problemas desde que el multimillonario presidente Silvio Berlusconi regresó al poder y un nuevo frente se le ha abierto a la Unión Europea con el anuncio de la subida del costo de la deuda en Bélgica que se situó en el 100 % del ingreso nacional anual.
En definitiva, las grandes mayorías de Europa verán encarecer el costo de la vida pues los gobiernos de la región tratan de controlar la crisis con nuevas y más profundas medidas neoliberales.
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