Nick Turse
Vemos a hombres corrientes caminando por las calles. Corrientes al menos por esos tres días de tumultos y protestas en Oriente Medio. Vestían zapatillas deportivas, tejanos y camisetas de manga larga. Algunos hacían ondear la bandera nacional. Muchos de ellos mantenían las manos en alto. Algunos hacían signos de paz. Otros coreaban, “pacífico, pacífico”.
En lontananza, como muestra la grabación, los tanques estaban esperando en medio de la calle. En un ataque mortal, el día anterior las fuerzas de seguridad habían despejado los manifestantes en favor de la democracia de la Plaza de la Perla en Manama, la capital de Bahrein. Esa tarde los hombres habían vuelto para hacer oír su voz.
Estalló el inconfundible chasquido de los disparos, y muchos de los hombres se desperdigaron. Muchos, pero no todos. La grabación muestra tres hombres que en ningún momento huyeron de la calzada. Uno de ellos con camiseta y pantalón de chándal no cabe duda que fue disparado en la cabeza. En el tiempo que tarda la cámara en cambiar de su cuerpo hacía los tanques y volverlo a enfocar, se ve como ha perdido una gran cantidad de sangre.
Además de todas esas donaciones de armamento, munición y vehículos de combate, el Pentágono en coordinación con el Departamento de Estado supervisó la adquisición de Bahrein de material y servicios de defensa por más de 386 millones de dólares entre 2007 y 2009, los últimos tres años de los que hay datos. Esta cifra incluye la adquisición de una amplia gama de material, desde vehículos hasta sistemas de armamentísticos. Este verano pasado, para poner un ejemplo, el Pentágono anunció un contrato multimillonario con Sikorsky Aircraft para adaptar nueve helicópteros Black Hawk para la Fuerza de Defensa de Bahrein.
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