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17/05/2010

Angela Merkel advierte que la Unión Europea "sólo ha comprado tiempo"

Rafael Poch

Adoptando el gran paquete de 750.000 millones para estabilizar el euro, "no hemos hecho más que comprar tiempo", dijo ayer la Canciller Angela Merkel. Tiempo para afrontar el principal problema: "ordenar las diferencias en competitividad y en déficits presupuestarios entre países de la euro zona". La declaración de la mandataria alemana, ayer ante el Congreso de los sindicatos, era la segunda con el mismo contenido en veinticuatro horas y parecía diseñada para ampliar el descontento de quienes llaman la atención sobre la contraproducente elocuencia de la Canciller.

"Los líderes europeos como Merkel deben dejar de sembrar dudas sobre el plan de salvamento europeo de los países en dificultades de la zona euro", ha dicho el ex primer ministro belga Yves Leterme. Su homólogo holandés Guy Verhofstadt, coincide en que, "no se puede continuar sembrando dudas como hace Merkel". A juzgar por lo que ha trascendido de la célebre sesión nocturna de jefes de gobierno del siete de mayo en Bruselas, la irritación de los ex responsables es compartida por muchos actuales mandatarios de la Unión Europea. Incluso si la consideración de Merkel es realista, está de más por meras razones de prudencia táctica.

"Si los que ponen en marcha un plan lo ponen en duda, eso se convierte en un sabotaje", resume el holandés Verhofstadt.

El agravio es doble para los que consideran, además, que Alemania tiene grandes responsabilidades en el mantenimiento de los desequilibrios entre países de la zona euro, con la estrategia de dumping salarial para bajar los costes de sus exportaciones que ha mantenido en los últimos diez años, algo que Merkel no admite cuando se le pregunta al respecto. El tema de una política europeísta solidaria en la que los intereses de los fuertes se intenten armonizar con los de los más débiles, es despachado por la Canciller diciendo que, "no tienen que ser los débiles", los que impongan la armonización, "sino los más fuertes".

Esta firme actitud contrasta fuertemente con la pasividad y melancolía con la que Merkel responde a los llamamientos a poner coto a la especulación, gravar -o prohibir- las transacciones especulativas y reformar los mercados financieros. Los tres aspectos forman parte de las exigencias de los sindicatos alemanes y gozan de un apoyo social aplastante en Alemania y en el conjunto de la Unión Europea.

"Los hedgefunds y las operaciones a corto plazo deben volver a ser prohibidas en Alemania", dice Michael Sommer, presidente de la Confederación Alemana de Sindicatos DGB. "También las especulaciones con los seguros por créditos fallidos, pueden ser restringidos a nivel nacional", dice Sommer.

Los llamados hedgefunds (fondos de inversión especulativos) fueron legalizados por primera vez en Alemania en enero de 2004 mediante una ley "para la modernización de las inversiones" a la que, con un poco de voluntad, se podría dar ahora marcha atrás. "En su calidad de mayor economía de la Unión Europea, Alemania no debe tener miedo cuando se trata de acometer una regulación efectiva del mercado financiero, no debemos seguir esperando que el G-20 haga algo, Europa debe actuar", declaró Sommer al diario "Passauer Neuen Presse".

Ante el congreso sindical Merkel se declaró en contra de gravar las transacciones financieras, una causa, dijo, que perjudica a las empresas y que sólo puede encararse a nivel internacional, para la que no hay condiciones. Si los sindicatos consiguieran que los líderes del G-20 impulsaran esos impuestos, "no me opondría" dijo. La Canciller recordó que las resoluciones que la Unión Europea debe adoptar el miércoles contra los hedgefunds, "se decidirán con el voto en contra de Inglaterra" y para que las medidas anti especulación sean efectivas, "no ayuda que en Chicago o Nueva York se siga especulando".

La idea de que la especulación fue una especie de enfermedad importada de Estados Unidos, ignora el hecho de que los bancos alemanes especularon de la misma forma que los de Estados Unidos y que sabían perfectamente qué tipo de valores compraban y vendían.

"Gobernar significa poner fin a la capitulación ante los mercados financieros y no tener miedo de la complejidad de la tarea reformadora, un estado de derecho que considera tal tarea "demasiado grande", se desacredita a si mismo", señala el reputado comentarista del Suddeutsche Zeitung, Heribert Prantl. "Es lamentable cómo la Canciller Merkel rehúsa cualquier medida anti abuso", dice.

Merkel también se ha mostrado contraria a la reivindicación de un salario mínimo, un aspecto que la mayoría de los alemanes apoyan mayoritariamente encuesta tras encuesta. La Canciller dice que tal medida, existente en 20 de los 27 países de la Unión Europea, destruiría puestos de trabajo y es un factor de alza de precios.

Alemania está en vísperas de decisiones clave en materia de saneamiento de su propia deuda, lo que significa que la segunda legislatura de Merkel va a empezar ahora a efectos prácticos. El viernes la Canciller definió el problema diciendo, ante el congreso cristiano ecuménico celebrado en Munich que, "Alemania ha vivido durante muchas décadas por encima de sus posibilidades" y que piensa revisar todas las subvenciones, aunque los recortes, "no se harán a consta de la cohesión social". "Los banqueros, sus ganancias y bonificaciones, deben asumir una mayor responsabilidad", dijo. Los presidentes de las empresas del índice bursátil alemán DAX ganaban en 1987 una media de 14 veces más que sus empleados, hoy ganan 44 veces más.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=106034

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