Vicenç Navarro
Desde hace años, algunos pocos hemos estado señalando que una de las causas más importantes de la Gran Recesión actual es el enorme crecimiento de las desigualdades sociales, con una gran concentración de las rentas en los sectores más adinerados de la población (cuyas rentas proceden primordialmente de las rentas del capital) a costa de las rentas de la mayoría de la ciudadanía (cuyas rentas proceden primordialmente del trabajo). Ello ha determinado un descenso muy notable de la capacidad adquisitiva de la mayoría de la población, forzándola a endeudarse. Ni que decir tiene que el sector que se ha beneficiado más de esta necesidad de endeudarse ha sido el capital financiero y muy en especial la banca. Éste es el origen del enorme endeudamiento de las familias.
Por otra parte, el descenso de la capacidad adquisitiva de la población ha determinado un problema de escasa demanda de bienes y consumos, responsable de la ralentización de la actividad económica. La gente no compra como compraba antes y, además, está profundamente endeudada. Ello conlleva una baja rentabilidad de lo que se llama capital productivo. Y el capital deja de invertirse en la economía productiva para pasar a invertir en actividades especulativas, siendo la penúltima la burbuja inmobiliaria, y ahora la burbuja de la deuda pública.
De este análisis se deriva la necesidad de revertir este crecimiento de las desigualdades, siguiendo políticas casi opuestas a las que se están desarrollando por la mayoría de gobiernos de la Unión Europea, tales como reformas fiscales progresivas, aumento de los salarios y del gasto público social (que tiene un efecto redistributivo), y reducción del sector financiero, gravando las actividades especulativas, cuando no eliminándolas, tal como se hizo, por cierto, para salir de la Gran Depresión a principios del siglo XX. El hecho de que no se esté desarrollando ninguna de estas políticas muestra el grado de dominio que las tesis neoliberales continúan teniendo en los establishments políticos de los países desarrollados. Y a los autores que continuamos subrayando que la raíz del problema es el crecimiento de las desigualdades se nos margina, cuando no se nos ignora.
Pero mira por donde, se ha publicado un informe por el Gabinete de estudios de nada menos que uno de los Vaticanos del pensamiento neoliberal, el Fondo Monetario Internacional, que nos viene a dar la razón. El informe, titulado Inequality, Leverage and Crises, escrito por Michael Kumhof y Romain Rancière, no es un documento oficial del FMI (como el informe rápida y claramente puntualiza), y es más que probable que nunca se convierta en política oficial del FMI. En realidad, a pesar de la enorme importancia del estudio, sus contenidos apenas se han distribuido. Por cierto, sorprende agradablemente el rigor del estudio que contrasta con la chapuza del último informe del FMI sobre España (Spain. July 2011, IMF County Report. No. 11/215). Este último informe, incluso por los bajos estándares del staff del FMI, es un insulto al intelecto. Repiten machaconamente las mismas recetas neoliberales, sin haberse tomado la molestia de mirar los datos. Por ejemplo, recomiendan la disminución del gasto público que cubre los salarios de los empleados públicos, indicando que España se gasta demasiado en empleo público, cuando los datos muestran precisamente lo contrario. España es uno de los países con menor porcentaje de la población adulta trabajando en los servicios públicos (véase “El empleo público en España no es excesivo. Los errores del informe sobre el coste de la Administración, de la EAE Business School”, de Vicenç Navarro, Marta Tur, Miquel Campa y Carlos Carrasco, en www.vnavarro.org)
Pero el Centro de Estudios del FMI tiene un mayor nivel intelectual, y el informe sobre las desigualdades es excelente. Es un placer ver documentos cuyas propuestas están avaladas, no por dogma, sino por datos creíbles tal como hace este estudio. Aunque se centra en EEUU, el informe podría haber incluido también a los países de la Unión Europea (incluyendo España). En parte, su focalización en EEUU se debe a la centralidad de la economía estadounidense a nivel mundial pero también a la disponibilidad de datos, un elemento de gran importancia, pues en España, por ejemplo, es dificilísimo encontrar datos creíbles sobre la distribución de la renta.
El informe muestra la evolución de las rentas desde 1970 a 2005 en EEUU, señalando el enorme crecimiento de las rentas de la decila superior y el descenso de todas las demás. Muestra también como esta concentración de las rentas ha causado un gran crecimiento del endeudamiento de la mayoría de la población, la cual, al sufrir una disminución de su renta, tuvo que endeudarse para mantener el nivel de vida al cual estaba acostumbrada, y con ello mantener también la demanda doméstica. Los autores muestran que a mayor crecimiento de la concentración de las rentas en la decila superior, mayor endeudamiento del resto de la población, y mayor tamaño del sector financiero en EEUU, una relación de una enorme importancia. El artículo también señala como este endeudamiento, clave para continuar el nivel de demanda, fue facilitado por la bajada de intereses. Y de ahí, la génesis de la burbuja inmobiliaria tal como documentan los autores. Éstos muestran también que el incremento de la financialización (es decir, del sector financiero en la economía) significó una caída de las inversiones en sus sectores productivos.
En realidad, si hubiera datos creíbles podríamos ver que la situación es casi idéntica en España. Es un indicador del enorme poder de las clases más adineradas que esta realidad es ignorada en los mayores fórums mediáticos y políticos del país.
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