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03/05/2010

El colapso a la griega de las universidades de los EEUU

Costas Panayotakis

En tanto que profesor griego de la City University of New York, no puedo evitar percibir el paralelismo entre los brutales recortes presupuestarios en Grecia y el impacto de la crisis económica en los Estados Unidos.

Líderes económicos y políticos de todo el mundo se empeñan en resolver la última crisis capitalista por el método de trasladar la carga a los menos responsables de su erupción. Uno de los ejemplos más recientes es visible en Grecia, donde los recortes en medio de una crisis económica han encontrado una resistencia generalizada.

El impacto de la crisis económica actual ha afectado a Grecia más tarde que los Estados Unidos. El país pasó por un período transitorio de crecimiento económico alimentado por la deuda y por un boom de la vivienda y de la construcción en parte relacionado con los Juegos Olímpicos de Atenas de 2004.

Pero la historia de Grecia en la última generación o así sigue siendo la de una agitación económica y social permanente, vinculada a un proceso de reestructuración caracterizado por la privatización, la extensión de formas de contratación "flexibles" e inseguras, el crecimiento de la desigualdad económica y niveles crónicamente elevados de desempleo –especialmente entre las mujeres y los trabajadores jóvenes.

Al igual que en otros países, la Unión Europea ha sido el vehículo de esta reestructuración neoliberal. Se suponía que la adhesión a la exclusiva "zona euro" iba a marcar el ascenso de Grecia a una economía capitalista desarrollada. Pero la inclusión requiere de políticas restrictivas destinadas a mantener bajos el déficit presupuestario y la inflación, a costa de altos niveles de desempleo.

La injusticia económica y la desintegración social que estas políticas generan condujeron a la explosiva rebelión de la juventud que sacudió Grecia en diciembre de 2008 y produjo escalofríos en la espina dorsal colectiva de las elites económicas y políticas en Europa y más allá. Curiosamente, esta revuelta estalló incluso antes de que Grecia sintiera toda la fuerza de la crisis capitalista global. Pero el rescate de los bancos griegos por el gobierno griego –unos 28 millardos de euros (aproximadamente 38 millardos de dólares)– alimentó la rabia de la gente ante la incompetencia y la corrupción de las elites económicas y políticas griegas.

Luego, en septiembre de 2009, Grecia anunció que su déficit sería cuatro veces el máximo fijado por la Unión Europea en el 3% del producto interior bruto. Esto ha elevado el costo de las tasas de interés de los préstamos y la deuda de Grecia.

Ahora que todo el peso de la crisis se hace sentir en Grecia, el gobierno está imponiendo ulteriores recortes salvajes. Más de 600.000 trabajadores del sector público han visto sus salarios rebajados y sus pensiones congeladas. El desempleo ha aumentado al 14,6% y se prevé que ascenderá al 20%. En una encuesta reciente en Grecia, la mitad de los encuestados dijo que su salario ya no cubre sus necesidades, y la prensa griega ha informado sobre suicidios de dueños de negocios en quiebra y de trabajadores que habían perdido sus puestos de trabajo.

Incluso podrían imponerse medidas más draconianas si Grecia se dirige al Fondo Monetario Internacional y a la Unión Europea para obtener un préstamo de 45 millardos de euros (61 millardos de dólares) para el servicio de su deuda.

El gobierno "socialista" que impuso estos recortes ganó las elecciones en otoño pasado oponiéndose a los planes del entonces gobernante Partido Conservador de resolver la crisis mediante la adopción de medidas de austeridad "necesarias". Argumentando que estos recortes profundizarían la crisis y llevarían al colapso de los ingresos fiscales, los socialistas ganaron las elecciones por un margen de 10 puntos, el más grande de la historia política reciente de Grecia.

Pero ahora los griegos se enfrentan a lo que los estadounidenses se enfrentaron un año antes. Votaron por candidatos que decían representar el cambio, para luego obtener gobiernos que sirven a los intereses financieros globales y de las grandes corporaciones, en lugar de abordar las necesidades de los ciudadanos de a pie.

En cierto sentido, las políticas económicas del gobierno griego son peores que las de los demócratas estadounidenses. Aunque la administración Obama ha anunciado congelaciones del presupuesto en los años venideros, impulsó un paquete de estímulo más que medidas de austeridad. Pero muchos economistas progresistas han señalado que la eficacia de este paquete quedó devaluada tanto por su pequeño tamaño como por las concesiones hechas a la filosofía internacional trickle-down de bajar los impuestos a los ricos.

Uno de los efectos de las políticas de Obama es un 10% de tasa de desempleo oficial, muy superior a lo que la administración Obama preveía. Su paquete de estímulo no ha logrado proporcionar apoyo suficiente a los estados, que se ven obligados a equilibrar sus presupuestos mediante la reducción de servicios sociales.

La crisis económica también ha acelerado la privatización progresiva de los colleges y universidades públicos. Esto ha sido más evidente en California, que ha impuesto aumentos dramáticos de los precios de matrícula, provocando huelgas estudiantiles y de profesorado, ocupaciones y un movimiento de resistencia estimulante. Pero también ha sido cierto en Nueva York.

El gobernador David Paterson pidió recientemente una nueva ronda de recortes en CUNY y SUNY [las universidades públicas de la ciudad y del estado de Nueva York, ndlt] y propuso facilitar a las universidades el aumento de los precios de las matrículas. En caso de aprobarse, estas medidas seguirán transfiriendo el costo de la educación superior pública de la ciudad y el estado a los estudiantes. La educación va camino de convertirse en una mercancía accesible sólo para quienes puedan permitirse comprarla.

La situación a la que se enfrenta Nueva York y todo Estados Unidos puede que no sea tan dramática como la de Grecia, pero el patrón es el mismo. Los máximos responsables de la crisis global han desplazado la carga de la crisis al resto de nosotros –ya se trate de trabajadores griegos que se enfrentan a menores ingresos y mayores precios, de estudiantes de las universidades públicas de los EE.UU. que deben pagar matrículas más caras por una experiencia educativa deteriorada por recortes presupuestarios implacables, o de estadounidenses de a pie que sufragan rescates financieros de Wall Street incluso mientras están perdiendo sus empleos y hogares.

Pero mientras las medidas de austeridad en Grecia han dado lugar a huelgas y movilizaciones populares en todo el país, una resistencia similar no está más que empezando a tomar forma en los Estados Unidos.

http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3291

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