"No podía soportar más lo que estaba pasando. Pensé que había que hacer algo y además hacerlo con la gente de la calle. La respuesta ha sido espectacular", explica García. Su página, Por la verdadera justicia, movamos el país en apoyo al juez Garzón, ha superado las 50.000 adhesiones en dos semanas y del entusiasmo compartido entre tanta gente que ni siquiera se conoce personalmente salió la idea de las marchas y la petición de permisos.
"Hemos pasado muchas noches en blanco montando campañas virales [a través de Internet]. Casi nadie de nosotros tiene experiencia en política ni en organizar manifestaciones", admite Ainara Arquero, de 31 años, otro miembro del grupo, que trabaja en una editorial en Madrid. Y añade: "Pero lo de Garzón ha sido la chispa que ha hecho saltar a la gente. Lo que pasa en este país es increíble", añade.
La ebullición de las redes sociales se encontró pronto con las movilizaciones más tradicionales y mucho más curtidas en la reivindicación: el encierro impulsado en Madrid por las asociaciones de memoria histórica y de víctimas del franquismo, los sindicalistas comprometidos, los militantes de base de los partidos de izquierda, los actores y la gente de la cultura, las ONG... De esta mezcla de mundos nacen las marchas de hoy, que los convocantes creen el embrión de algo que seguirá con independencia de cómo acabe la instrucción contra Garzón.
Botto: "Muy democrático"
"Es la primera vez que participo en una movida así, con tanta relación con las redes de Internet: se discute mucho, con mucha gente, es muy democrático. Para mí, ha sido muy sorprendente", cuenta el actor Juan Diego Botto, de 34 años. "Es la hora de las víctimas y de reparar lo que no se hizo en la Transición", opina.
Los veteranos se han sumado entusiastas a las movilizaciones, pero entre los promotores destacan sobre todo los nacidos en plena Transición: Toni, Ainara, Juan Diego. Y también, entre muchos otros, Carlos Agüero, investigador del CSIC y portavoz de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.
Agüero tiene 35 años y viene de una familia de izquierdas, con la que ha debatido muchísimo sobre las renuncias de la Transición. "Nosotros no tenemos miedo. Aquellos pactos no pueden impedir que exijamos justicia", concluye. Hoy la exigirán en la calle.
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