En el segundo año de la crisis, el paro ha pasado al segundo plano de la actualidad informativa. Las portadas ya no truenan frente a las periódicas Encuestas de Población Activa (EPA), ni los informativos abren sus ediciones con las largas colas frente a las oficinas del INEM, ni siquiera se esgrime la tasa de desempleo como un arma arrojadiza. El paro se ha normalizado y con ello se ha normalizado la penosa situación que atraviesan millones de personas en todo el Estado. En febrero de este mismo año, Zapatero sentenció que el Gobierno no “dejaría atrás a los que peor lo están pasando”, pero mes a mes los subsidios se agotan y los precios se encarecen. El Índice de Precios al Consumo presentó, en febrero de 2010, una tasa interanual positiva de un 0,8%, a pesar de que las rebajas de vestido y calzado presentan un descenso trimestral del 15%.
El mes pasado, Elena Salgado se congratuló en Televisión Española de la baja inflación, y afirmó que ésta favorece la competitividad de la economía española. Leire Pajín, secretaria de Organización del PSOE, afirmó que el bajo incremento de la inflación “supone un gran alivio para muchas familias”. En el desglose de la cesta de la compra los alimentos bajan un 2,7%, la vivienda, lejos de lo que pudiera creerse, se encarece un 0,8%. El transporte por su parte experimenta una espectacular subida del 5,8%. Por último, el sensible sector de la enseñanza sube un 2,6% respecto a los datos de febrero de 2009. El mayor incremento lo protagonizan las bebidas alcohólicas y el tabaco, con un incremento del 12,3% interanual. Si bien todos los consumidores padecen la inflación de los precios, son los parados, por encontrarse en una situación especialmente delicada, los que sufren en mayor medida los efectos de la subida de precios.
Cinco personas, cinco casos
A la salida de la Oficina de Treball de la Generalitat (OTG) del distrito de Sants (Barcelona) encontramos a José A. Con 49 años, intenta beneficiarse del subsidio de 426 euros, “actualmente no cobro nada, tengo dos hijos estudiando en Perú y la autoridad no reconoce que están a mi cargo”, comenta a DIAGONAL. Tras trabajar durante un año en una empresa de seguridad, el paro se le agotó en enero. “Convivo con dos paisanos bolivianos y pagamos 800 euros al mes de alquiler”. José A. Consigue llegar a fin de mes mediante la economía sumergida “fontanería, pintura, lo que venga, te hablo con franqueza, sigo por mis hijos. Están acabando sus estudios y les llega justito”.
Lourdes M. está en el paro por pedir en su empresa los días de fiesta que le correspondían. En la carta de despido, el motivo que aduce la empresa es el de bajo rendimiento, “el sindicato, Comisiones Obreras, no hizo nada”, añade. “Se me termina el paro en 2011, tengo 50 años y la cosa pinta cruda. Estoy divorciada, llevo una casa, tengo que pagar facturas, averías...”. Lourdes considera que no es cierto que la cesta sea más barata: “De bajada de precios nada, no sé dónde compran ellos porque los precios han subido. Con lo que se cobra del paro no se llega a fin de mes, no se llega... yo estoy trabajando de extranjis, en mi casa sólo entra un sueldo y somos tres, tengo un crío en el instituto y los libros no son baratos”.
Jon A., ecuatoriano de 39 años, trabajó en la construcción hasta hace seis meses, “pero dijeron que había bajado la faena y me despidieron”. Durante este tiempo ha compaginado el paro con trabajos periódicos en una Empresa de Trabajo Temporal “seis o siete días al mes trabajo montando espectáculos, de camarero, de montador, de lo que sea”. Jon es consciente de que la situación que vive es de total incertidumbre.
Ester B. ha agotado su subsidio por desempleo y la ayuda semestral de los 426 euros. “Estoy desesperada, duermo mal, tengo ansiedad...”. Su previsión de futuro contrasta con el optimismo del Gobierno: “Lo veo todo negro, no sólo yo, mi hija tiene una carrera y está igual. No hay nada. Es una inseguridad que no había sentido nunca”. Ester no puede ayudar a su familia y nota como los precios suben mes a mes “los precios han subido, fruta, carne, todo está más caro, y los productores no tienen la culpa, la culpa es de los intermediarios”. Ester repite algunas de las constantes de la crisis, “llego a fin de mes muy justa, la prioridad es la casa, porque comida poco. Como pasta dos o tres veces a la semana”. “Como hay que adelgazar,... si un día como sólo una vez pues ya está”. bromea Ester.
José C. se muestra pesimista. Lleva un año en el paro, es técnico electricista y depende completamente de su familia: “Si no es por eso ya estaría muerto y enterrado”. José C. también recurre esporádicamente a la economía sumergida, “a veces me sale alguna chapuza puntual pero sólo me da para dos o tres días...”. Ha notado poco la subida de precios, a pesar de sentir que “cada día te gastas más y tienes menos, además con la subida del IVA... menuda alegría”. Resume la situación como funesta “tal cual, funesta”, remarca.
En la última entrevista concedida por el presidente del Gobierno, el 23 de marzo, a TV3, Zapatero habló del “gran esfuerzo de protección social” a los desempleados. En referencia a los parados repitió la palabra protección hasta tres veces, “tenemos que garantizar ese apoyo, esa cohesión y esa protección social”, concluyó. Los testimonios recogidos durante sólo una mañana frente a un local de la Oficina de Treball de la Generalitat contradicen las palabras de Zapatero y muestran un panorama “funesto” y “negro”, tal y como lo definen los propios parados. La subida de dos puntos porcentuales del IVA proyectada para el próximo verano supondrá un nuevo obstáculo para llegar a fin de mes, una meta difícil para cada vez más gente.
EL BLINDAJE DE LA ESPECULACIÓN FINANCIERA
M. Á. J.
La Ley de Economía Sostenible es el último episodio de las propuestas del Gobierno para salir de la crisis. La secuencia empezó con la inyección de liquidez al sistema bancario, al borde del colapso, luego llegó el Plan E y el estímulo a la obra pública y, también, el plan 2000E, (ayudas a la industria automovilística), pese a los innumerables despidos del sector. Tras la consumada “modernización” de la universidad pública, se pone coto al sistema de salud y se amaga con la jubilación a los 67 años. La restricción del gasto público y los incentivos fiscales a las empresas y grandes fortunas se contraponen a la anunciada subida de los tipos del IVA que, como impuesto indirecto, recaerá sobre los trabajadores, definitivamente obligados a cargar con la factura de los desmanes de la especulación inmobiliaria y financiera. La última Encuesta de Población Activa (EPA) reveló que el número de inscritos en las oficinas de empleo es del 18,83%. Gobierno, sindicatos y patronal insisten en la formación como complemento al paro, en algunas ocasiones se ha usado la palabra “reciclaje” para definir estos cursos, que tal y como retrató este periódico son un lucrativo negocio para sindicatos y empresas de formación, además de ser una eficiente forma de borrar de las listas de desempleados a los parados que los cursen. El llamado Programa Temporal de Protección por Desempleo e Inserción (un subsidio semestral de 426 euros para aquellos parados que agoten su prestación) obliga al beneficiario a comprometerse a la búsqueda activa de empleo y a la realización de cursos de formación.
http://www.diagonalperiodico.net/Malabarismos-para-llegar-a-fin-de.html
Sem comentários:
Enviar um comentário