Uno de mis estudiantes fue detenido ayer, y pasó la noche encarcelado. El deliro de R había sido protestar contra el as alto israelí a Gaza. Viene a sumarse a otros 700 israelíes detenidos desde el comienzo de la implacable guerra de Israel en Gaza: se estima que 230 de ellos siguen entre rejas. En el contexto israelí, esta estrategia de acallar la protesta y sofocar la resistencia carece de precedentes, y resulta harto azorante que los medios de comunicación internacionales la pasen por alto.
Simultáneamente, los medios de comunicación israelíes van a tal punto a remolque de la línea macada por el gobierno, que no han permitido que asomara ni una sola voz crítica en ninguno de los tres canales públicos de televisión. En efecto, la situación ha llegado a ser tan absurda, que los periodistas y reporteros son normalmente menos críticos con la guerra que los propios portavoces militares. A falta del menor análisis crítico, no resulta sorprendente que el 78% de los israelíes –cerca del 98% de los israelíes judíos— apoyen la guerra.
Mas la evitación de las voces críticas no es la única vía de asegurarse el apoyo de la opinión pública. El apoyo también se fabrica mediante una argumentación ostensiblemente lógica. Una de las vías por la que los medios de comunicación, los militares y el gobierno han llegado a convencer a los israelíes para sostener el asalto de Gaza ha consistido en sostener que Israel está librando una campaña militar moral contra Hamas. La lógica subyacente, según observó atinadamente Eyal Weizman en su libro pionero Hollow Land [El país huero], es una lógica de comedimiento.
Los medios de comunicación israelíes no dejan de resaltar el comedimiento de Israel apuntando al hiato existente entre lo que las fuerzas militares podrían hacer a los palestinos y lo que realmente les hacen. He aquí unos cuantos ejemplos de las consignas que llegan diariamente a oídos de los ciudadanos israelíes a través de los noticiarios:
- Israel podría proceder a bombardeos aéreos de las casas sin previo aviso; sin embargo, sus militares entran en contacto personal –telefónico, nada menos— con sus habitantes 10 minutos antes de un ataque para avisarles de que van a destruir su vivienda. Los militares, eso es lo que se da entender, podrían demoler viviendas sin avisar; no lo hacen, porque valoran la vida humana.
- Israel tira bombas de fogueo –bombas que no pueden producir daños inmobiliarios— unos cuantos minutos antes de lanzar misiles letales; podría, pues, matar más palestinos, pero prefiere no hacerlo.
- Israel sabe que los dirigentes de Hamas se esconden en un hospital al-Shifa. Con lo que se da a entender que no arrasa hasta los cimientos del centro médico, aun cuando tiene capacidad para hacerlo.
- Debido a la crisis humana engendrada, el ejército israelí suspende cada día durante unas horas los ataques y permite la entrada a la Franja de Gaza de convoyes humanitarios. Con lo que, una vez más, se da a entender que podría impedir la entrada de esos convoyes.
El mensaje emitido por Israel a través de esas consignas tiene dos significados distintos, según los destinatarios.
Para los palestinos, el mensaje es amenazante: el comedimiento de Israel podría terminarse, y la posibilidad de una ulterior escalada está siempre abierta. No importa lo letales que resulten ahora los ataques israelíes, la idea es amedrentar a la población palestina dando a entender que la violencia siempre puede ser más mortífera y brutal. Con eso se aseguran de que la violencia, tanto si se pone por obra como si no, se mantiene como amenaza perpetua.
En cambio, el mensaje para los israelíes es moral. Lo que se da a entender es que el ejército israelí podría desencadenar indiscriminadamente su vasto arsenal de violencia, pero no lo hace, porque sus fuerzas, a diferencia de as de Hamas, respetan la vida humana.
En última instancia, los alegatos morales de que se sirve el gobierno de Israel para justificar sus acciones en esta guerra son hueros. Lo que ponen realmente de manifiesto es la falta de disposición de Israel para enfrentarse a la fuente originaria de la actual violencia, que no es Hamas, sino que es la ocupación de la Franja de Gaza, de la Orilla Occidental y del Este de Jerusalén. Mi alumno, R, y los demás manifestantes israelíes parecen haber comprendido esta verdad de Perogrullo. Para impedir que la propaguen, Israel invade sus libertades civiles y los detiene.
Neve Gordon es profesor de la Universidad Ben-Gurion. Su último libro es Israel's Occupation (University of California Press).
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