El miércoles 30 de noviembre de 2011 se inscribirá en el calendario de las grandes movilizaciones sociales en Gran Bretaña: la mayor huelga desde 1926 afectó al gobierno Cameron. Más de 2,5 millones de asalariados/as del sector público fueron a la huelga y apoyados por amplios sectores de la población, salieron a la calle. Según una encuesta de opinión de la BBC, el 61% de las personas interrogadas apoyaron la huelga, y el 79% de los jóvenes entre 18 y 24 años. Fueron 26 sindicatos los que convocaron a la huelga; en el sector de la salud, 400.000 asalariados/as participaron; se cerraron 18.342 centros escolares; un 90% de los trabajadores de las aduanas e impuestos participaron en la huelga; miles de manifestaciones tuvieron lugar en todo el país. Cifras que hablan por ellas mismas.
Una dirigente sindical, ante la crítica repetida de los conservadores por el "precio que deberían pagar los contribuyentes" por el cierre de un día de las escuelas, respondió con un tono republicano: "Se cerró las escuelas, por orden del gobierno, con motivo del matrimonio principesco de Kate y William el 29 de abril de 2011."
La campaña contra la huelga de la prensa tabloide (sensacionalista, amarilla) como el Sun o Daily Mail fue de una violencia típica de clase, recordando la tonalidad del thatcherismo más duro, contra los sindicatos y el movimiento militante de preparación de este día de huelga que reunió a los profesores, los bomberos, los barrenderos, los trabajadores sociales, los aduaneros, etc. El tema era simple: "Los huelguistas serán los responsables de una acentuación de la crisis." Mientras que estos últimos manifestaban su determinación de no ser las víctimas sociales de una política de austeridad y de una distribución de la riqueza social producida cada vez más desigual.
El argumento del gobierno y los tabloides resultaba tanto más ridículo, cuanto que se publicaba una investigación en el momento de la huelga que confirmaba que el retroceso de la producción en el sector manufacturero, en noviembre, era el más importante desde el verano 2009. Lo que no deja ninguna duda sobre la recesión que va a afectar a la economía británica, como el resto de las economías capitalistas, en 2012. Rob Dobson, jefe economista de Markit (centro de estudio económico del mundo de los negocios), afirma: "La tasa de declinación de la producción es la más rápida desde 2009, eso en el momento en que la contracción de los pedidos del mercado interior y los mercados exteriores sigue acentuándose. Se perdieron por lo tanto empleos a un ritmo más brusco desde hace dos años, ya que los empresarios reducen las capacidades de producción en relación con las perspectivas económicas que se obscurecen." (The Guardian, 1 de diciembre de 2011). En el mismo momento, el gobierno Cameron anuncia la supresión, en los próximos años, de 710.000 puestos de trabajo en el sector público. El martes 29 de noviembre, un día antes de la huelga, el Ministro de Hacienda George Osborne, con el desprecio de los que desprecian a los asalariados y apostaban por el fracaso de la huelga, declaraba que las reducciones de puestos en el sector público no serían de 400.000 sino de 710. 000. Además, en el momento en que la inflación es del 5,4%, hizo hincapié en la necesidad de reducir los salarios y las jubilaciones, prolongando al mismo tiempo la edad para jubilarse. El diario conservador Daily Telegraph (portavoz del gobierno), aclaraba el 29 de noviembre sobre la guerra social en marcha: seis años de sangre y lágrimas, un nivel de vida en caída, un desempleo en alza. Difícil, ante este futuro, dar crédito al discurso ideológico del gobierno: "Encontrar la motivación para sacar al Reino Unido de la crisis".
La situación social puede describirse a partir de los siguientes datos:
1° un joven de cada cinco está actualmente desempleado, un aumento del 13% desde el año pasado. Tanto que el diario Times debió titular: "Generación desempleo".
2° las previsiones de "crecimiento" de los economistas, contrariamente a las predicciones del gobierno Cameron, apuntan por debajo del objetivo declarado oficialmente (0,5% en 2011 y no 0,9%); y la caída se acentuará en 2012.
3° la dinámica de las desigualdades sociales entre "ricos y pobres" vuelve a la era victoriana, como ha escrito Le Figaro (París, 22 de noviembre de 2011): "La riqueza se concentra así cada vez más en las manos de algunos. En 1979, el 0,1% de la población mejor remunerada recibía un 1,3% de las rentas del país. En 2007, recibían un 6,5%, una cifra que podría ascender al 14% en 2035, "equivalente al nivel conocido en la época de la Inglaterra victoriana", en el siglo XIX. El artículo se refiere al informe final de la Comisión High Pay, de sobra comentado por la prensa británica.
4° la relación entre los alquileres (alquileres directos o pago de los intereses hipotecarios) y los ingresos es cada vez más tensa. Una investigación sobre la pobreza indica que un tercio de los jefes de familia reducen los gastos de alimentación y calefacción para no perder su techo. Una lectura del estudio hecho por Save the Childrens sobre la situación social de los niños en el Reino Unido permite ver mejor la crisis de importantes capas sociales, en un país que tiene a Londres como uno de los primeros centros financieros del mundo.
5° una cuarta parte de los padres declaran haberse endeudado para mantener a sus niños en buena salud; eso en el momento en que la restricción de los gastos en el sector de la Salud Pública es uno de los objetivos declarados del gobierno Cameron.
Es en relación con esta situación social y la brutalidad de la cura de austeridad que se puede comprender una movilización que rebasó con mucho el objetivo de defensa de las jubilaciones. Aunque este objetivo haya desempeñado ciertamente un papel en la movilización de algunos sectores de profesores que nunca habían hecho huelga.
No solamente los piquetes fueron masivos y sólidos; sino que la determinación de los asalariados del sector público podía medirse por la adhesión a la huelga en todos los sectores, desde los enfermeros del Bristol Real Infirmary hasta los empleados de las pompas fúnebres. El número de carteles en los lugares de trabajo y de consignas sindicales es también una ilustración. Finalmente, la huelga fue de 24 horas, de medianoche a medianoche.
La prensa tabloide y la más "sofisticada" también, no solamente habían denunciado la huelga, como se ha dicho, sino que predecían un fracaso. Luego del día 30 de noviembre, se un intento por disminuir el impacto así como la importancia de la huelga. La sorpresa está a la altura de un cierto pánico. El sentimiento que el gobierno, sus ministros y los grandes medios de comunicación mienten, se extiende a través de las distintas entrevistas a los huelguistas.
El dirigente laborista Ed Miliband rompió el piquete ante el Parlamento, lugar sagrado de la política del Partido Laborista, el único espacio legítimo de oposición para él. Lo que seguramente suscitará una pesadilla para los que leyeron la obra de su padre, el socialista Ralph Miliband (1924-1994), sobre el parlamentarismo del laborismo: "Parliamentary Socialism: A Study of the Politics of Labour, Allen & U., 1961" (1). La actitud del Partido Laborista causó no solamente la incomprensión en amplios sectores de asalariados/as, sino también una reacción de cólera política en otro sector de trabajadores/as.
La traducción a nivel político de esta huelga y sus consecuencias, constituye un elemento importante para una reflexión internacionalizada sobre la constitución de polos sociales y políticos que desarrollan perspectivas socialistas revolucionarias a través de las experiencias de lucha acumuladas.
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