Desde hace un año y medio, los trabajadores del Ministerio de la Producción vienen realizando asambleas y actividades reclamando el fin de la precarización laboral. Primero, en 2008, consiguieron un compromiso de las autoridades, en el marco de una reivindicación principalmente salarial. A los pocos meses, ante el incumplimiento, desarrollaron una lucha que incluyó una campaña “para que el ministro Ferré haga como Don Carlos”. Con piquetes y otras medidas consiguieron en junio de 2009 un acuerdo paritario que obligaba al Estado al pase a planta, pero ante un nuevo incumplimiento, hace pocos días volvieron a salir a la calle y finalmente lograron hacer realidad el derecho a un trabajo “en blanco”. Algunos trabajadores que fueron becarios y pasaron a planta nos cuentan sobre esta experiencia.
Precarización en el Estado provincial
“La precarización en este Ministerio se da ya hace varios años, por medio de un método que son las ‘becas’, que nunca funcionó con el fin justificado que tenía en su origen y se dio un pseudo-trabajo, por el cual cumplíamos la misma labor que los demás compañeros de planta y sin embargo no teníamos obra social ni los beneficios de cualquier trabajador en cuanto a sus derechos constitucionales”. El que relata la situación es Guillermo, uno de los trabajadores precarizados que lideró la lucha por el pase a planta y en junio pasado -ante la negativa por parte de UPCN a acompañar las decisiones que surgían de la asamblea- formó con otros trabajadores, casi todos de planta permanente, un cuerpo de delegados de ATE, que hacía varios años no tenía representación y estaba casi sin afiliados.
Pero la pelea contra el trabajo en negro se remonta incluso a un tiempo atrás. Entre agosto y octubre de 2008 se desarrolló un conflicto salarial, conducido por la asamblea, que logró un triunfo parcial en sus reivindicaciones. La demanda era de una bonificación de $600, que se consiguió pero no alcanzó a todos por igual: los becarios, por ejemplo, tuvieron un aumento mucho menor, aunque se consiguió instalar la reivindicación de pase a planta y el Ministerio se comprometió a cumplirla el año siguiente. Sin embargo, avanzado el 2009 no había indicios que se concretara y los precarizados comenzaron a organizarse.
Una lucha con varios escalones
“Se fueron dando reuniones hasta poder concretar asambleas, en las que logramos el apoyo de los compañeros de planta. Y bueno, gracias a eso, después de largas y arduas luchas pudimos concretar el tan ansiado pase a planta”, relata Guillermo. El acuerdo llegó el 25 de junio: tres días antes de las elecciones y con el comienzo de la campaña de “Don Carlos”, que escrachaba al ministro y al gobernador.
En ese momento se firmó un acta de paritaria que obligaba al Estado al pase a planta a partir del 1º de agosto, pero el trámite comenzó a demorarse más de lo previsto, y al comenzar el 2010 todavía no se había hecho efectivo.
En febrero los trabajadores se enteraron que por un problema administrativo los funcionarios querían reiniciar el recorrido del expediente. Ante esa situación, que hacía peligrar lo conseguido ocho meses atrás, nuevamente salieron a la calle a reclamar que el gobernador firmara por fin la resolución. Como no encontraron respuesta, el lunes 22 de febrero, bajo una lluvia torrencial, comenzaron un acampe frente a la puerta del Ministerio, en el centro de La Plata. El acampe duró quince minutos: tras varios llamados desesperados pidiendo que se levante la medida, el Director de Personal bajó a la asamblea y se comprometió, en nombre del ministro, a que el gobernador Scioli firmaría inmediatamente el decreto, que llevó el número de 3297/09.
Balance y el tiempo por venir
Pasadas todas esas idas y vueltas, y con la alegría del final de la odisea, los precarizados no se olvidan de los malos momentos que tuvieron que vivir antes de lograr el objetivo. “Yo voy a hacer referencia a algo que por ahí es lo que menos se dice en las asambleas, que es todo el proceso psicológico emocional por el que pasamos en esta situación”, dice Marcela, que al igual que sus compañeros estuvo casi cinco años trabajando en condición precaria. “Con cada nueva gestión, ves peligrar tu continuidad laboral. Ellos no se dan cuenta, con todos los rumores de pasillo, con todas esas cosas, lo mal que te hacen vivir”. Sobre las medidas de lucha, sostiene que “te quieren trasformar en victimario, cuando en realidad somos víctimas de la situación. A nosotros no nos gusta tener que reunirnos permanentemente para conseguir algo. Sería bueno que no tenga que salir el empleado a pelear por sus derechos, cuando el funcionario sabe que esos derechos existen y que está obligado por su función a cumplir con lo que manda la Constitución, con el derecho laboral y todo tipo de legislación que tenga que ver con eso”.
Martín, otro de los trabajadores que pasaron a planta, coincide con que se trata de “un proceso desgastador, en el que no sabés que te va pasar, donde trabajás como un pseudo-empleado público, firmás expedientes públicos, del Estado argentino. O sea, no solamente no tenés derechos sino que te obligás con cosas que pertenecen a la población, siendo que tu firma no tiene validez. Hemos escuchado el eco de funcionarios que nos han dicho ‘ustedes. firmaron trabajar así, ustedes aceptaron trabajar así’. Nosotros no aceptamos trabajar así, nosotros trabajamos así por necesidad. Es trabajo en negro y punto. Y vos lo aceptás por necesidad. Y después te mantienen así hasta donde el costo les dé”.
- En relación al proceso que obliga al ministerio a pasarlos a planta, ¿rescatan algún elemento positivo?
Martín: Del proceso rescato el apoyo de ATE, el apoyo de la gente de planta, el poco apoyo de UPCN, la verdad que como gremio supuestamente mayoritario, acá dejó mucho que desear. Y como siempre, esta voluntad histórica de la gente, en grupo, de defender los derechos que supuestamente son inalienables, no se pueden tocar, y continuamente en nuestro país se tocan, a diario. Entonces vale la pena mostrarle a los que están arriba que no somos tontos y que podemos hacer valer nuestros derechos. Y acá estamos, en planta. Temporaria.
Marcela: Yo rescato todo lo que dijo él y creo además que todo esto tiene que servir a futuro para generar un cambio dentro del Ministerio. Es decir que estas mayorías que están enquistadas acá y que supuestamente solucionan todo y no solucionan nada, empiezan también a tener su contrapartida, porque creo que eso es verdaderamente democrático. Porque si no entre gallos y medianoches, por ser mayoría, ni siquiera respetan la opinión de sus propios afiliados, porque no la consultan. Esto es como una puerta abierta y no tenemos que permitir que se cierre. No tenemos que dejar ese espacio ahora que se ha abierto para que haya otras voces, otras miradas sobre las cosas, nunca perdiendo de vista lo que sea mejor para todos los trabajadores. Aparte, que esto también haya servido de ejemplo para aquellos que nunca participan de todas estas luchas por miedo. Que vean que no, que cuanto más seamos menos miedo tenemos que tener, porque ya sería una aberración tomar una medida de castigo por estar, en definitiva, defendiendo un derecho. Un derecho que otro no está reconociendo y sabe que ese derecho existe y lo tiene que respetar.
Guillermo: Yo el balance que saco es que el ministerio es una muestra de lo que pasa en la sociedad. La sociedad argentina está inmersa en una crisis política y esta crisis política está relacionada también con una crisis sindical, por la cual los trabajadores ya no tienen esa representación, ese apoyo y defensa de sus derechos. Y que se ha transformado en algo de todos los días, algo cotidiano por lo cual ya no nos preocupamos. Bueno, acá se dio un ejemplo, una renovación en lo que es la construcción de la asamblea y el mandato de esa asamblea ante mayores estamentos. Esa construcción es muy válida para empezar a tomar conciencia de que la fuerza de los trabajadores es el motor de cambio ante los incesantes problemas sociales y económicos que tenemos. Es una herramienta fundamental que está al alcance de todos, que somos nosotros, los partícipes. Lo único que tenemos que dejar de lado es el miedo a la participación, el miedo a las consecuencias que muchas veces ni siquiera existen. Y por eso le digo a los demás trabajadores que tomen sus derechos, que se den cuenta, que se reúnan, participen, que juntos van a poder lograr sus objetivos.
http://www.prensadefrente.org/pdfb2/index.php/a/2010/03/09/p5503
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